Los demonios del ayer.

5.- Campo de entrenamiento

            Isaac jamás siquiera había empuñado una espada, pero sabía que después de lo que había vivido, Meldor tenía razón, probablemente lo iban a cazar, lo peor es que no sabía el porqué. Lo llevaron a un espacio de tierra rodeado de paredes, probablemente era el campo de entrenamiento de Arrivey para sus soldados, ahora lo ocupaban esclavos liberados para aprender a defenderse y a cazar.

        Morwyn era un hombre de unos 40 años, calvo y musculoso, tenía un porte gallardo y un genio de pocos amigos, y a pesar de su edad se movía con agilidad, sostenía la espada como una extensión de su cuerpo y él iba a ser su maestro, Isaac no era talentoso, pero si era trabajador y a cada palabra que Morwyn le decía, él respondía con esfuerzo y trabajo duro, los días se fueron sucediendo, y el joven poco a poco iba mejorando, Eleadan se perdía varios días con los cazadores y volvían con muchos animales que servían para alimentar a toda la comunidad, Isaac fue conociendo a las distintas familias en su tiempo libre y ya al cabo del primer mes la gente lo saludaba y hablaba con él como con cualquier otro miembro de la comunidad.

—Tus ataques no serán fuertes mientras no intentes herir —le dijo Morwyn al tirarlo al piso luego de una maniobra evasiva al Isaac tratar de atacarlo.

—Pero no tengo ninguna intención de hacerle daño señor —contestó el muchacho mientras se ponía en pie.

—Chico, no sé porque te persiguen, pero sé que tu madre está sola en el reino donde te perseguían, no crees que tendrás que rescatarla, protegerla de aquellos que quieren hacerte daño.

 

    Isaac no había pensado en eso, llevaba más de un mes desaparecido, y talvez se encandiló con las luces de las nuevas experiencias, claro que se había acordado de su madre, pero nunca tomó el peso de que ella podía estar en peligro por su culpa, esto hizo crecer una pequeña flama en su pecho, y corrió a asestarle un ataque a Morwyn.

 

—Ese es el espíritu chico —dijo al defenderse —sigue así.

 

                   Ese día, al terminar el entrenamiento, se sentaron uno al lado del otro a compartir un poco de cerveza rubia.

 

—¿Cómo se llamaba tu padre muchacho? —pregunto Morwyn.

—Malaquías bosso, mi madre me habla muy poco de él. —contesto el chico

—Fue un gran hombre, de él debes haber heredado el tesón.

—¿Usted lo conoció? —pregunto inquieto Isaac.

—Peleamos juntos en la guerra entre Sephelyn y Odrenor, él comandaba un batallón completo.

—Mi madre lloraba cada vez que escuchaba su nombre, es por eso que no hablábamos mucho del tema, el ni siquiera alcanzó a conocerme.

—¿Quieres saber algo? —el hombre lo miró muy fijo a los ojos.— preguntame lo que quieras.

—¿Cómo murió? —La pregunta brotó de los labios del chico instantaneamente, era la pregunta que le rondaba desde siempre.

—En la última gran batalla, la sangre regó la tierra, la cantidad de muertos era impresionante, para ambos bandos, en esa batalla fue donde al final quedamos más Sephelynos en pie, y ahí fue donde se coronó el rey Sagal, quien el día de hoy quiere asesinarte, tu padre luchó con gran energía y valor, gracias a él hubimos muchos que sobrevivimos a esa guerra, pero en la batalla recibió una herida en el abdomen, estuvo dos días en tratamiento médico, pero no pudieron salvarlo. En su lecho de muerte pidió que por favor cuidáramos de su mujer y su hijo que venía en camino, lamento haber dejado pasar tantos años antes de cumplir mi promesa.

—Gracias, por contarme, por hablarme de él  —el muchacho parecía estar feliz de la respuesta que acababa de recibir —¿puedo hacerle una última pregunta?

—Claro

—¿Por qué abandonó Sephelyn?

—Cuando la guerra acabó, —prosiguió Morwyn —seguí al servicio de Sagal, cuando ya habían pasado un par de años me pidió que trasladara a unos esclavos Odrenianos hacia Igramor para comerciar con ellos, cuando iba a medio camino, Meldor junto a una tropa de 10 liberados nos salieron al camino, nos derrotaron con facilidad, y Meldor nos dio la opción de volver a nuestro reino o irnos con él y ser hombres libres, elegí estar aquí, y fue la mejor decisión que he tomado en mi vida.

 

       Guardaron silencio un instante, mirando como el cielo se iba ennegreciendo y los fulgores de las primeras estrellas comenzaban a aparecer, la cerveza bajaba refrescante a través de las gargantas secas por el entrenamiento.

 

—¿Por qué el rey Sagal querría matarme?  —preguntó al fin el muchacho.

—No lo sé muchacho, nunca lo conocí muy bien, nunca confié mucho en él, de hecho, trabajar para él no fue agradable, por eso fue fácil definir qué hacer cuando Meldor nos sorprendió en el bosque, pero de algo estoy seguro, Sagal es muy ambicioso, y matarte debe servirle de alguna manera, y no cesará en su intento. —dio un suspiro Morwyn y miró a las estrellas —bueno, creo que es hora de dormir, mañana seguiremos trabajando.




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