Capítulo 7
“Palabras”
— ¿Yannick, que te sucede?
Siento la voz de Isabelle en mi cabeza. Niego con la cabeza y no sé porque viene esa pregunta tan… tan difícil de contestar, que parece sencilla, pero es compleja.
—No lo sé.
No sé qué decirle.
¿Mis compañeros? ¿Mis padres? El tema es que no estoy bien, y no puedo estarlo. A veces cuando me despierto trato de pensar en palabras buenas, en algo bueno, pero mis malos pensamientos le ganan a todo, definitivamente.
—A veces con palabras puedes solucionarlo todo.
La observo para que siguiera hablando.
—Puedes contarme algo que te esté preocupando en este momento, algo que no te haga sentir bien algo que te incomode, quizás… —Dijo observando su bolígrafo para tentarme y que empezara a hablar.
Tan solo mirarme una vez, puedes descubrir que tengo muchas palabras guardadas y que no las dejo salir fácilmente.
En este momento no sé qué hacer, entonces empecé a mirar a cada rato el reloj que tenía colgado en la pared, a ver si se hacia la hora de que mi madre me estaría esperando dentro del auto para otra vez volver a mi casa.
—Desde los ocho años que te conozco, Yannick — Dijo la psicóloga — A ti te pasan muchas cosas que no quieres decirme, porque tienes miedo.
Baje la mirada y me encuentro con mis manos apoyadas en mis piernas. Me empezó a quemar el rostro y empecé a sentir un dolor fuerte en el pecho que no me dejaba respirar de forma correcta.
—No tengo miedo.
Si tengo miedo excesivo, pensé.
— ¿Entonces porque no me dices las cosas que te molestan, te dan miedo, te preocupan, te angustian y demás? —Preguntó.
—No confió en usted.
Se quedó callada y los segundos empezaron a pasar. Luego anotó algo en su hoja blanca. Suspiró y me entregó una leve sonrisa para entregarme la confianza necesaria.
—Sé que para ti soy una mujer extraña, pero cuando vas a la psicóloga el truco es en no pensar en esas cosas —me sonrió.
Buen consejo.
El truco no es pensar que hablas con una extraña.
El truco es pensar que tiene estudios y puede llegar a ayudarme en algo.
Aparte la mirada de su rostro para mirar la ventana. Se observaban arboles con sus hojas verdes que se movían porque estaban siendo empujadas por el viento que había el día de hoy. No me gustan los días de viento… hacen que las ventanas hagan ruido, que se abran las puertas solas y todas esas cosas que suenan irritantes.
—Yo pienso demasiado, ese es mi problema.
Isabelle asintió.
— ¿Por qué no me escribes algo si te cuesta tanto expresarlo? —Me sugiere.
—No.
—Esto no está funcionando.
—Que sea así entonces.
La psicóloga empezó a anotar en su cuadernillo cosas sobre mí.
En mi mente enseguida aparece el rostro enfurecido de mi padre… La psicóloga llamaría a mis padres y le diría que me comporte como un verdadero estúpido y ahí vendrían los problemas.
No me iban a dejar ir a clases de guitarra y eso sería el fin del mundo para mí. Tenía un proyecto que realizar y yo mismo me lo estoy prohibiendo por simples idioteces.
— ¿Qué quiere que le escriba? —Pregunté y ella me miró con curiosidad y sorpresa.
Al principio de seguro que pensó que era bipolar, pero quizás pensó que me había arrepentido de ser tan cruel.
No me arrepentía de nada, pero solo lo hacía al menos para obtener lo que quería. Por eso estaba aquí, había llegado a un acuerdo con mi madre…Era justo. Bueno, si me pongo a pensar queda medio manipulativo por parte de ella…
—Lo que has vivido en estos últimos días.
—Claro.
Ella me mira y luego retira el papel suavemente y el lápiz que tenía en la mano.
—O mejor vamos a hacer otra cosa más divertida —Propuso.
Me quedé quieto en la silla, y no supe que decir. Bajé la mirada para poder esconder mis nervios y siento que su vista seguía en mi rostro, de seguro analizándome, pero tratare de hacer lo mejor en esta sesión…
¿Qué idea se le habría ocurrido?
Empezó a buscar en su carpeta foliada que tenía y sacó una hoja que traía una encuesta.
— ¿Te parece responderme esto?
Me entregó el papel y yo lo tome rápidamente para comenzar a leerlo. Parecía que la encuesta la había armado ella en una computadora y luego la había impreso.
Levantó una ceja y la miró de una forma seria. La psicóloga me está mirando con una sonrisa y odio su sonrisa.
—Claro —Le digo y tomó un bolígrafo que tenía en una lata con otros lápices en la mesa.