Capítulo 18
“Lejos de mi casa”
Que nota tan perturbadora y extraña, que me heló la sangre y me dejó pensando un poco.
La verdad no estaba preparado para recibir una de esas cartas donde alguien me espiaba y daba a entender que estaba un poco “obsesionada conmigo”. Sabía más de lo que pensé.
Un escalofrió recorrió por mi cuerpo.
Las letras eran negras porque las había realizado con un marcador negro y no podía identificar la letra… y claro si no conocía ninguna letra salvo la mía y la de mi hermana o la de mi madre.
¿Quién será? ¿Por qué todo lo malo me pasa a mí? ¿Qué hice para recibir tanto castigo? A algunas personas les gustaría recibir este tipo de notas porque lo llamarían como un “admirador secreto” pero a mí no, porque no era ese tipo de cosas que me agradaban es más, me asustaban un montón.
Mordí mi labio inferior y pude notar que mi labio estaba seco.
Me alejé de la ventana, dejé el papel en el escritorio y me senté en mi cama para pensar… ¿Esa persona que me dejó la nota, me siguió hasta mi casa para enterarse de donde vivo?
Me imagino a mí mismo caminando enredado en mis problemas y que una persona que no conocía me asechaba atrás de los árboles que hay en mi casa, para descubrir algo.
¿Cómo podían interesarse de mí?
Nunca hablé con nadie, ni salía a muchos lados para que muchas personas me conozcan, no, Houston era muy grande.
Solamente con Jayden me conocía, no merecía esto… A otras personas que son muy populares, que todo les va bien, que salen a muchas partes donde hacen contacto visual con distintas personas, que tienen muchos amigos, muchos primos, no les pasa ese tipo de cosas.
Suspiré y negué con la cabeza… Bueno no era tan malo, quizás esa persona solo quería conocerme, hablarme y no hacerme daño.
Yannick, tranquilízate… Relaja tu mente y listo.
Hoy era un nuevo día.
Y no podía quedarme por siempre en mi habitación, por más que lo quiera, con todo mi corazón destrozado y todavía no esté listo de salir, pero ya era ahora.
Era hora de salir.
Era suficiente. Soy consciente de todo lo que me pudiera llegar a pasar cuando salga. Quizás ese señor, “esposo de mi madre” me dé una buena cachetada o mi propia madre, por no obedecer y salir cuando a mí me dé la gana.
No asistir a clase, no salir a comer, y tener esos comportamientos que solo pasan por mi cabeza. Miraba la puerta con miedo… No quería salir de ninguna forma… Quería quedarme en mi habitación por siempre, pero eso no podía pasar… Porque no era así como debía ser la vida, tenía que alguna vez aceptarlo, aceptar que me mintieron, pero vivir en paz.
Se sentían voces… eran ellos. Todo el tiempo estaban en casa en estos últimos días, ya no era como antes.
Todos los días golpeaban bastantes veces la puerta, esperaban más o menos, unos varios segundos y luego se iban a la cocina o a su habitación.
Y yo me quedaba acostado en mi cama, mientras miraba hacia la nada porque no tenía nada que hacer. A la escuela ya no iba más, y a la de mi casa tampoco me presentaba para seguir aprendiendo.
Miré un momento más la puerta y decidí que iba a salir, pero más tarde.
Tomé mi guitarra con delicadeza, cogí mi computadora, tomé la cámara digital, busqué mi cuaderno lleno de canciones y esta vez iba a cantar una canción escrita por mi llamada:
“¿Qué sucederá?”
En mi canal de Youtube necesitaba subir algo, solo había un video, y eso era bastante pobre. No iba a subir un solo video… Iba a subir tres… para al menos tener algo más, tener un canal más lleno, y poder cantar que hace semanas que no lo hacía y ya lo extrañaba, porque era lo que yo hacía ahora, lo único que me importaba en la vida...
La computadora se encendió, tomé la guitarra y empecé a practicar la primera canción que iba a grabar el día de hoy, que era uno de esos domingos soleados, en cuanto miras la ventana y tu pensamiento dice:
“Qué lindo día, pero hoy no ocurrirá nada, será un día como todos.”
Bueno ese era un día de los que pensaba de esa manera, porque no iba a pasarme absolutamente nada.
El reloj marcaba las seis de la tarde y yo estaba acostado con la guitarra acústica a mi lado. La cámara estaba encendida y estaba reproduciendo uno de los seis videos que había grabado unas horas atrás.
En realidad, eran tres canciones, pero me he equivocado muchas veces, y además lo principal de todo era que grababa dos veces la misma canción para ver cual estaba mejor.
En la cámara se veía una parte de mi habitación, mi figura sentada en una cama, mi guitarra brillaba y se veía mi pelo muy oscuro. Mi voz se escuchaba bien, pero no me gustaba para nada mi aspecto.
La guitarra sonaba bien. No excelente. Bien, aceptable, era como se caracterizaba el sonido de mi guitarra.