Los Demonios Mentales (libro 1)

Capítulo 34

Capítulo 34

 

 

"Entrevista"

 

 

Mi amigo me ayudó a escoger la ropa para ir a hablar con Larry Lee Lewis.

Al principio tardamos un poco porque no nos decíamos bien que podía llevar. Era muy difícil toda la situación y en nuestra opinión aunque el tipo no se vista muy bien yo debería ir bien vestido para dar una buena impresión. Parecíamos unas dos mujeres escogiendo ropa para salir a una discoteca un fin de semana.

Por suerte tenía a alguien que me ayudará a poder elegir ropa y que me haya convencido de ir a hablar con Larry.

Mi presencia sola en esta situación no me la imaginaba, porque nunca podría resolver una situación solo.

—Quisiera que vayas...

—A mí también me encantaría ir pero de seguro que quiere que vayas solo...

Hice una mueca y asentí.

Me miré una vez más en el espejo y me pregunté si lo que estaba haciendo estaba bien... porque la verdad que no tenía ninguna experiencia con estos de los sellos discográficos que no entiendo nada pero que tampoco tendría que dejarlo ir, era una oportunidad realmente asombrosa... y además creo que otra oportunidad como esta no habría nunca.

— Yannick —Me miró con entusiasmo y luego sonrió — ¡No lo puedo creer!

Mordí mi labio inferior por la emoción que tenía y dije:

— ¡Yo también!

Luego nos tomamos de los brazos y comenzamos a reírnos como si fuéramos unos estúpidos y luego a gritar de la emoción y a saltar.

Si me llegaba a decir que estaba interesado en mí... Iba a hacer una nueva persona y lo puedo asegurar.

Es más iba a empezar por sonreír mucho más seguido porque cualquiera es feliz si tus sueños se cumplen verdaderamente.

Luego de unos minutos que mi mente se dejó llevar por una emoción terrible y además por los nervios que tenía, terminé fijándome en el reloj de mi mesa de luz que ya era la hora que debía ir con Larry y se me transformó el tradicional nudo en la garganta.

—Oh... No quiero ir...

Miré a mi amigo con susto pero él me devolvió una mirada tranquilizadora, de alivio.

— ¡Vamos Yannick, tu puedes!

Me dio unos golpes en el brazo para alentarme.

—Bueno me encantaría que después de esto me llames —Aclaré.

—Solo si me acompañas a la esquina de la cafetería.

—Trato hecho.

Tuve que inventarle a mi madre que me iba a caminar por ahí con mi amigo porque ya estaba harto de estar en la habitación, que quería tomar un poco de aire natural.

La verdad que asintió con la cabeza y no me preguntó nada como de costumbre y por suerte pude salir con mi amigo en paz.

En la cabeza de mi madre no se le pasaría nunca que voy a hablar con un dueño de un sello discográfico de Estados Unidos, se pensaría que iría a hacer una de las cosas cotidianas de la vida que acostumbraba a hacer.

Cuando caminaba sentía las sensaciones molestas que producía mi cuerpo cuando estaba nervioso. No las soportaba, porque eran dolores de estómago, con un poco de nauseas, el corazón a todo volumen golpeando descontroladamente mi pobre pecho indefenso.

Mis piernas pesaban un montón y me costaba respirar, así que pensé en que tenía que dejar de exagerar tanto y pensar en que tengo que juntar fuerza y valor para enfrentar esta situación...

Superar ese miedo a cualquier cosa.

Era una cosa tan simple y lo exageraba tanto, que a veces me daba vergüenza de mí mismo, de ser tan miedoso. Quisiera ser como esas personas que no tienen miedo a nada, que hacen las cosas bien, que les va bien en la vida, por su forma de ser, porque no están llenas de miedos, saben cómo manejarse y como hay que ser en la vida. Pero a mí me tocó todo lo peor hasta no tener esa capacidad que me hubiera servido para tantas cosas.

Jayden me había acompañado, pero cuando llegamos a la esquina me dijo:

—Creo que tienes que seguir solo.

Le he contestado:

— ¿Por qué me dejas en este momento tan difícil?

— Yannick, te llamaré luego.

Me miró con una de sus sonrisas alentadoras.

—Haz todo lo posible para que tu sueño se cumpla...

Y se fue dándome una grande sonrisa y alentándome con la mirada. Me quedé parado en la esquina, decepcionado, suspiré, entonces decidí que debía continuar.

Las tripas se me retorcían dentro de mi cuerpo y pude ver que mi reloj marcaba las 16:07 minutos y pude acordarme que iba retrasado siete minutos. Empecé a ponerme nervioso porque recordé que a Larry no le gustaba la gente impuntual.

Aceleré el paso y cuando llegué a la cafetería, antes de entrar, como las ventanas eran transparentes pude comprobar si Larry Lee Lewis estaba en alguna mesa sentado.

Pero Dios me alumbro y solo había cuatro personas en diferentes mesas.

Un señor leyendo un diario.

Una señora tomando un café con pastelitos.

Una chica de mediana edad tomando un jugo, mientras usaba su Tablet...

Y alguna persona que no lograba ver.

No estaba todavía. Como no estaba en el café, me tranquilicé mucho más, así que entré y me senté en una mesa que daba a la ventana y que era para dos personas.

Me gustaban esas mesas que están contra la ventana porque puedo ver el movimiento de afuera. Los autos, la gente caminando, las bicicletas, las motos, las nubes, todo eso que nos rodea.

Cuando la camarera se acercó con una leve sonrisa, le dije que estaba esperando a alguien, que después realizaría mi pedido.

Ella asintió y se retiró a ordenar la tranquila cafetería.

Observaba los televisores prendidos, y la tranquilidad, el orden, y el olor a café que me abría el apetito.

"Está retrasándose" pensé.

Suspiré y miré mi reloj nuevamente marcaban las 16:10 minutos.

"Claro, él podía retrasarse todo lo que quisiera. Me hizo venir tan temprano a propósito, podría ahora estar con Jayden contando hasta diez o siguiendo algún consejo que se le venga a la cabeza, o poder decirle que sigo estando muy nervioso que pienso que me voy a desmayar, si sigo de esa forma" pensé nuevamente.



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En el texto hay: demonios, depresion, drama

Editado: 23.03.2024

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