Los Desdichados

Capítulo IV

—Despierta inútil—escuche a Ted—Hay que irnos

Abrí los ojos, me siento cansado, y me duele la nariz. Me levante de mi sitio, Ted está guardando algunas cosas en una mochila, yo tome la mía y empezó a hacer lo mismo, guardar la poca comida que nos queda, las cosas para defendernos, y nada más.

—Oye Mat—Ted me llamó, así que voltee a verlo.

— ¿Qué quieres?—pregunté, pero no dijo nada y comenzó a reír, lo supuse, mi nariz debe esta hinchada—Sí es muy gracioso Ted, ahora deja de reírte o te voy a dejar igual

— ¿Tú?—Dice riéndose. —Ni aunque yo estuviera atado

Solo me quede callado y seguí guardando mis cosas, molesto.

Una vez que terminamos salimos del lugar, afuera están los cuerpos que dejamos ayer, pero uno de ellos ya no tiene brazos ni piernas, y tal parece que le quitaron algunos órganos internos.

—Un bocadillo de media noche—dije frente a los restos de aquel hombre.

—Espero nunca tener que llegar a ese extremo—dice Ted, el canibalismo se ha visto mucho más últimamente, es una muy mala señal—No creo que tu carne me guste—me dice

Y empezamos a avanzar, esta vez no tenemos tiempo de enterrar a estas personas, debemos irnos y buscar dónde pasar esta noche. Seguimos la orilla de una vieja autopista, llena de autos abandonados, ninguno funciona ya, y de hecho nunca hemos visto a nadie conducir uno en estos días, todos debemos caminar, el sol no es problema, siempre hay unas nubes negras y algo rojizas que cubren el cielo, entra muy poca luz, en las mañanas se ve más negro, a medio día luce algo gris, en las tardes se ve rojo, y en las noches una terrible oscuridad, es así como sabemos medir el tiempo antes de que oscurezca, por el color. Ya hemos caminado como cuatro horas, sin nada interesante aun encontrado, ya salimos de la ciudad en la que estábamos, veo el campo abierto y un pueblo en la lejanía, debemos llegar a él antes de que oscurezca.

—Mira eso—dice Ted quien se detiene de pronto a una orilla de la carretera y señala al cielo.

Entre las nubes se ve una luz amarilla que cruza entre el humo, se hace cada vez más brillante, y más cercana.

— ¿A caso es una nave?— ¿Habrán enviado al fin una?

—O quizá un meteorito, como el que cayó aquella vez— hace algunos años vimos caer uno, destruyo varios edificios, fue un gran espectáculo.

Pero éste no lo parece, seguimos observando hasta que lo vimos caer sobre el pueblo al que nos dirigimos, o mejor dicho, aterrizar, ya que no escuchamos ninguna colisión.

—Si debe ser una nave, en ese caso debemos irnos a otro sitio—dice Ted buscando algún otro lugar a donde ir, nosotros no queremos tener nada que ver con esas personas.

—Mira ese letrero—le indique un señalamiento de la carretera—Hay una ciudad a 60 kilómetros de aquí, vamos ahí—le dije como segunda opción.

—Sí, no creo que lleguemos para esta noche, pero en el camino debe haber algún lugar para dormir—así que nos desviamos, empezamos a caminar y a alejarnos de ese pueblo y lo que sea que haya aterrizado ahí.

Quizá haya muchas personas que desean salir de aquí, ir a Novum, empezar una vida mejor que ésta, pero no creo que allá sea el paraíso que piensan, les recuerdo que un montón de gente egoísta fue a ese lugar, debe ser el mismo infierno solo que menos expuesto al caos como aquí, no tenemos razones para ir, ni mucho menos aspiraciones a hacerlo, jamás.

 

Después de haber avanzado mucho llegamos a una pequeña estación de auto servicio, o lo que queda de ella, tiene todos los vidrios rotos, y desde afuera se ve que no queda nada.

—Hay que ir a revisar, si no hay comida al menos quizá nos sirva de refugio para esta noche—dice Ted, así que nos acercamos.

Hay dos estaciones de gasolina, pero están vacías, entramos al lugar, está destruido por dentro, polvoriento y hay un olor pútrido. Revisamos por todos lados pero no encontramos nada útil para beber o comer, solo ratas muertas.

—Mira aquí—me llama Ted.

Al llegar a donde esta nos encontramos una puerta cerrada que dice “bodega”.

—Aquí adentro debe haber algo—Ted intenta abrirla.

—Quizá no deberemos hacer eso—le dije.

— ¿Por qué no?—dice mientras sigue intentando abrirla.

— ¿No te parece extraño que esta “bodega” este cerrada cuando todo lo demás ha sido robado?—bien puede ser una trampa.

—Tal vez nadie ha podido abrirla, además no hay nadie aquí y ya casi no tenemos comida, hay que arriesgarse un poquito—dice. Y al ver que no puede abrirla decide dar dos disparos a la chapa de la puerta, el sonido inunda el lugar.

—Estas llamando la atención alguien pudo haber oído eso—le reclamo, pero él me ignora y logra abrir la puerta, se queda parado en el umbral observando el interior, hay muchas cajas de cartón con un contenido desconocido, y frente a nosotros sobre una caja hay varias botellas de agua y latas de sopa.

— ¿Crees que nadie haya podido hacer lo mismo que tú y haberse llevado estas cosas desde hace mucho tiempo?—a mí me sigue pareciendo muy extraño.



#4002 en Ciencia ficción
#25464 en Otros
#3692 en Acción

En el texto hay: aventura peligro y accion

Editado: 29.06.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.