Los Deseos De Adelin

15.

🎵Stiches

𝑴𝒊𝒍𝒆𝒔

𝑴𝒊𝒍𝒆𝒔.

Los ojos de Paul dan contra los míos mientras el músculo de mi mandíbula se flexiona. Enderezo la espalda para ver a la castaña.

Los ojos dan a conocer su determinación, que no está jugando con las palabras que suelta y que probablemente si tiene argumentos con los cuales culparlos. Breeana es así, no muestra quién verdaderamente es, pero ¿por qué?

Reconozco esa expresión de odio hacía alguien y mentiría si digo, que en este momento no quiero que ella terminé lo que comenzó. Conozco a Paul desde que éramos niños, se cómo trabaja, sé cómo disimula la manipulación con oraciones básicas que ponen a las chicas a sus pies. Porque ellas necesitan sentirse importantes, y él lo sabe.

La piel me arde, siento que la sangre me burbujea en el cuerpo volviéndome lava. Adelín es una persona poco madura, puede que pelee con Astrid defendiéndose, pero le cuesta alejarse de quienes le hacen daño. Y para las personas como ella, las migajas se pueden sentir como amor. Pero no lo son.

El hecho de que Paul la estuviera manipulando todo este tiempo, me hace querer rajarle el cuello. Él si es capaz de hacer lo que Breeana dice, pero debo estar seguro antes de dar un paso en falso.

—¿Tienes pruebas?

«Venga, se lista»

—Mucho cuidado con lo que dirás—musito—sabes con quién tratas si no prendes tu cerebro.

Alterna los ojos entre Paul y yo y niega. Respiro hondo, metiéndome las manos en los bolsillos.

—Vi por accidente las fotos de Adelín...

—¿Por qué vienes acá para ponernos unos contra otros, entonces?

—Si no me quieres creer está bien— me dice Breeana dando un paso atrás y todos miramos a Paul—. En caso de que dudes de mi palabra, Paul, quizá mañana un auto rojo pase mientras tu madre sale del trabajo.

Los ojos del chico destellan ira y ella se suelta del agarre de Axel.

—Creí que tenías algo bueno— me dice—pensé que eras lo que Adelín, necesitaría cuando las hienas están cerca, ahora veo que solo eres como el resto. Un niño, cristal vacío.

—Te advertiré una cosa, niña—me acerco, tomándola por los cordones del saco, haciendo que choque conmigo, sé que no podría llegar a gustarle, haga lo que haga, no es blanda y eso es lo que la hace peligrosa—. No soy lo que crees en este momento, jamás lo he sido.

Me acerco a su oído.

—¿O piensas que yo no tengo máscaras para actuar?

Se suelta de mi agarre, empujándome hacía atrás.

—Púdrete—escupe, guardándose algo dentro de su saco deportivo.

Busco el móvil con disimulo en mi bolsillo trasero y no lo encuentro «hija de puta lista» Ya entiendo porque tiene a Axel así. Se endereza dándome una última mirada.

—Espero que todos ustedes se vayan al infierno.

Se va mientras respiro, tranquilizando el instinto asesino que me carcome cuando veo el abuso disfrazado de amistad. Me giro hacía Paul y le paso, por un lado.

—¿Es cierto?

Calla por unos minutos y esa es mi respuesta.

—Sí.

—Si tiene pruebas de ello, las destruiré, haré lo que debo hacer—le prometo—. Juré proteger a los míos.

Él suelta un suspiro. —Gracias, hermano.

—A pelear— les mando, señalando el ring de boxeo—. No más sandeces, hoy es viernes.

🤎🍁🤎

Me pase toda la noche pensando como actuar. Paul es astuto, pero lo que no sabe es que yo puedo usar las cartas con las que él manipuló a Adelín.

El reloj suena. 5:00 am. Me levanto, hago las flexiones de pecho y algunas abdominales para despertarme. Prendo la ducha helada y me baño, para luego vestirme. Tengo dos horas para averiguar lo que necesito.

Bebo el café y busco la dirección de Breeana en el mensaje de Axel. No tomo la moto al salir, busco efectivo y mi gorra de beisbol para tomar un bus que me lleva directo a la sección de casas a cuarenta minutos de la mía.

Según Axel, sale a las seis y media a trotar, así que espero, muy pacientemente, recostado en un árbol. Miro mi reloj y a esa hora la veo acomodarse los audífonos en los oídos mientras el vapor le sale de la boca. La dejo pasar, está distraída y aprovecho eso para seguirla.

Troto tras ella cuando se mete por los pasadizos que conducen a un parque mucho más grande. Al llegar la adelanto, observando que no hay nadie más y me giro mandándola contra la malla haciendo que reaccione al instante intentando patearme las bolas.

Sostengo su rodilla apretándola con fuerza.

—Solo tengo mi maldito móvil— gruñe y luego me mira la cara, el miedo se postra en sus ojos— Miles.

—Si corres te persigo y te tiro al suelo, usa tu cerebro.

Levanta ambas manos y me aparto.

—¿Dónde tienes las evidencias?

—En un lugar seguro— se quita la capota gris del saco—Si me llega a pasar algo, sabrán que fue Paul.

—¿Hasta allá lo odias? —enarco una ceja.

—Sí. No mentí ayer— cierra la boca, ladeando un poco su rostro, analizándome— ¿por qué estás aquí?

Mi boca se arquea en una sonrisa ladeada.

—Por lo mismo por lo que tu fuiste ayer.

—¿Y fue?

—Buscarme— doy otro paso hacia atrás—. No me importas tú, me importa ella. Compartimos intereses.

Un destello en su rostro dice que lo entiende.

—Hice muchas copias, no me iba a arriesgar.

—¿Por qué no le dijiste nada a Adelín? —cuestiono.

—Por lo mismo por lo que tu no le has dicho nada— devuelve y respiro profundo—. La información está en manos seguras.



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En el texto hay: romance, friendstolovers

Editado: 28.03.2024

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