Dejo este capítulo por aquí y me marcho lentamente.
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𝑨𝒅𝒆𝒍𝒊𝒏.
—Te ves genial.
Mi amiga se arregla el top negro, intentando bajarlo y le tomo las muñecas. No está acostumbrada a mostrar piel y quiero que empiece a trabajar en ello.
—No lo creo... — ladea un poco la cara—no debí venir a esto, ya me arrepentí.
—¿No te sientes cómoda? —me rio de su expresión.
La presioné para que viniera conmigo, no soportaba la blusa ajustada que tenía y mentí diciéndole que Tessa tenía otra, más larga. Le di un top negro de mallas, chaqueta corta roja, falda de jean oscura y unos botines que pegan a juego. Intenta fingir su incomodidad cerrándose el zipper de la chaqueta que también muestra su abdomen y toma una respiración larga.
—Iré a buscar a Luke, para cambiarme.
Blanqueo los ojos. Típico.
—Espera— me interpongo— no irás sola arriba ¿o sí?
—Voy a buscarlo, quizá tenga una camiseta, así podré estar con falda y más tranquila.
Abro la boca mirando sobre su hombro por accidente y las palabras se me atoran en la garganta.
—¿Qué? —Breeana me chasquea los dedos en la cara— tierra llamando a Adelín.
Miles se mantiene al otro lado, en el sofá, con una camiseta blanca, pantalones negros y una chaqueta de cuero. Lo veo tomar un vaso, mis ojos se postran en los dedos que ahora llevan anillos, subo un poco más y siento que mi cuerpo se tensiona al verlo mirándome; levanta la comisura de sus labios y aprieto mi agarre en Breeana.
La muy tonta se tuerce el cuello mirando hacía donde mis pupilas se han quedado pasmadas.
—¡No seas indiscreta! —le reprendo.
—Ah. Bueno, ahora estarás más segura— me devuelve la burla.
—Breeana...
—No me tardo— me interrumpe— iré a pedirle algo abrigado a Luke, en un momento vengo, y cambia esa cara, no te dejaría sola si supiera que es caníbal.
—No eres graciosa.
—No estaba contándote un chiste.
Me da la espalda empujando a los que tiene al frente y trato de no desmayarme. En la cocina intento arduamente no mirarlo, logro escabullirme y tomo un vaso rojo con alcohol, me lo pongo en la boca y busco con disimulo a Wallace. Que ya no está en el sofá.
Respiro terminándome la bebida, lo bueno es que no me ha pillado intentando verlo. Tengo la intención de girarme para buscar el baño del segundo piso, medio giro sobre mis talones y luego me detengo.
—Lindo atuendo, Adi— su voz me congela el cuerpo— ¿Qué tal?
Paso saliva terminando de voltearme y alzo la cara para verlo. Entrecierra los ojos dándome una de esas malditas sonrisas derrite corazones que me acelera el pecho.
—Es bastante simple— murmuro.
—Bueno, sea simple o no, te luce— me repara de pies a cabeza.
La falda de cuero ya la he usado en varias ocasiones, con medias veladas y un top blanco. Acompañe el atuendo con el cabello liso, delineado en los ojos y un labial de cereza.
—No pongas esa cara— ladea el rostro acercándose a mí— parece que estas con un asesino.
—Con que no seas caníbal me conformo...
Se ríe y luego deja el vaso sobre el mesón. Mete sus manos dentro de los bolsillos y me mira por segundos que paralizan el lugar.
—Con que hay humor allí dentro— se pasa la lengua por los labios y tomo una bocanada más fuerte de lo que debería.
—Siempre.
—Entonces, ¿has venido sola?
—No, con Breeana, pero no se a dónde ha ido— respondo— ¿y tú?
Enarca una ceja. —¿Yo? Con mi motocicleta.
—Gracioso.
—Ya sé. ¿Irás a buscarla?
—Supongo que sí.
—¿Te acompaño?
—¿A buscar a Breeana?
Asiente y dudo antes de darle un ademán a modo de respuesta.
—¿Conoces la casa? —pregunta detrás de mí y niego. —Debe estar en el segundo.
—¿Cómo sabes?
—Ya lo verás.
Me conduce al segundo piso, subimos las escaleras en caracol y noto algunas personas, me tropiezo con Astrid y sus amigas. Se callan dejando de sonreír al ver a Miles detrás de mí. Si perras, me está acompañando.
—¿Qué tal Wallace? —la escucho preguntar.
—Lo normal— coloca su mano en mi espalda cuando me quedo parada por un momento y me indica con la barbilla que siga por todo el pasillo.
Miles abre las puertas, una por una, ayudándome a buscar a mi amiga, que no aparece por ningún lado.
—Seguro esta abajo buscando— busco mi móvil y le marco.
—Nos falta una puerta— señala el fondo con el índice.
—Bueno, ahí parece que hay personas— nos acercamos— no creo que este allí.
—¡No seas idiota! —escucho la voz de Breeana y Miles abre la puerta girando la perilla.
Mis cejas se arrugan al ver a mi amiga trepada a la espalda de Axel que no lleva camisa y sostiene el celular estirando el brazo.
Están de espaldas, ella parece intentar tumbarlo al piso.
—¡Dame el puto móvil que me llaman!
—No creo que tu amiga quiera verte sobre mí como un mono en celo.
—¡Asqueroso! —se baja de un salto— Hombre no es gente, malditos experimentos sociales que...
Se voltea y aprieto los labios al verle la cara sin maquillaje.
—¿Adelín?
La reparo de arriba abajo. Tiene una camisa de un equipo de futbol, una pantaloneta y los pies descalzos.
—Nosotros no estábamos haciendo eso— suelta.
Miles silba detrás de mí.
—Bien hecho campeón, la dejaste destrozada.