Un magnífico día amaneció para Aurora, y como siempre deseaba que fuera grandioso, sin embargo por alguna extraña razón, las confesiones de Amalie e Ihsân eran atormentantes. La pequeña no podía evitar pensar en que la familia Majewski ocultaba historias de un pasado que ella no lograba dimensionar, y se juró a sí misma que en algún momento, tarde o temprano las iba a averiguar.
Se puso a pensar en los momentos difíciles por los cuales tuvieron que haber atravesado sus primos, cuando aún eran pequeños y se preguntó
— ¿Dónde estaba yo en ese momento? Quizás mi padre Said se había encargado de que nada ni nadie nos perturbara a mi hermana Isabella y a mí. Esa sería la única manera de explicar la razón del por qué no recordamos ningún hecho desagradable en nuestras respectivas vidas. Como sea, acabaré sabiéndolo en algún momento. Sin embargo mientras eso suceda yo disfrutaré de estos tiempos maravillosos que están por venir para mí.
— Luego de la escuela mis primos y yo iremos al mercadillo de navidad —comentó Aurora en la mesa mientras acababan el desayuno—
— ¡Yo también quiero ir! —exclamó el pequeño Ezra—
— Mi pequeño príncipe, tu papá y yo te llevaremos al mercadillo uno de estos días. ¿De acuerdo?
— ¿Y por qué no puedo llevarlo conmigo ahora, Gina? Siempre vamos juntos al mercadillo de navidad.
— Quiero ir con mi hermanita. Quiero ir… Quiero ir —repitió una y otra vez—
En esos instantes de berrinche del pequeño Ezra, por alguna razón Michael se echó unas risas que no pudo contener—
— ¿Por qué te estás riendo, Michael? —Le susurré—
— Es que me vino a la mente los berrinches que hacía Gina para conseguir lo que quería. Ezra heredó todas las mañas de su madre —comentó volviendo a reír—
— ¡Michael! No empieces con esas historias de nuestra niñez ahora.
— ¿Hacías berrinches cuando eras pequeña, hermanita? —preguntó Aurora, riendo— ¿Por qué a mí no se me ocurrió nunca hacer lo mismo?
— Nein! Bitte nicht, Aurora! (No, por favor no, Aurora)
— ¿Entonces sí puedo ir al mercadillo?
— ¡Suficiente! Ya te dije, hijo que tu papá y yo te llevaremos en otra ocasión por lo tanto puedes tirarte al suelo si lo deseas, pero no conseguirás nada, y tú Aurora, apresúrate que tu chofer ya está aquí —ordenó levantándose de la mesa—
— ¿Qué mal humor es ese? —se dijo Aurora bastante extrañada— Soy yo quién debe estar en esas condiciones en lugar de ella, pero es que tampoco valdría la pena.
La pequeña Aurora simplemente respiró profundo y fue a buscar sus pertenencias.
— No te pongas triste mi pequeñito. Si estos días Gina y papá no te llevan al mercadillo, yo te llevaré. ¿De acuerdo?
— ¿Me lo prometes?
— Obvio que sí te lo prometo —le aseguro con un fuerte abrazo— Me impusieron un chofer y para algo bueno debe servir —recalcó observando a Michael—
— ¿Princesa, acaso tú sigues molesta conmigo por ese asunto?
— Sigo y seguiré hasta que así lo crea conveniente. Tschüss!
— Auroraaa…
Aurora abandonó la mansión ignorando a su padre, sin embargo se venía para ella un desafío mucho más grande que eso.
— ¿Cómo podré ignorar yo aquello tan precioso que tengo ante mis ojos?
— ¡Señorita! —exclamó su nuevo chofer abriendo la puerta trasera del coche—
— Iré adelante porque tú y yo tenemos que hablar.
— De ninguna manera irás adelante. Ahora sube, por favor que se nos hace tarde.
— Dije que iré adelante —reiteró entregándole su mochila al joven antes de abordar adelante—
Visiblemente molesto, el chofer colocó la mochila, de muy mala gana en el asiento de atrás y luego abordó el coche.
— Ponte el cinturón.
— Ok.
— Y la próxima vez, irás atrás con tus pertenencias. ¿Te quedó claro?
— No me quedó claro ¿Cómo te atreves a hablarme de esa manera?
El joven respiró profundo, y mientras Aurora aguardaba a que se calmara, sacó celular del bolsillo para encenderlo. La coreografía que había subido a su cuenta de Instagram, cada día iba adquiriendo más visitas. A la audiencia le había gustado mucho y se le ocurrió entonces perfeccionarlo aún más y de ese modo postularse con ella a la gran Competencia Internacional de Ballet Clásico y Contemporáneo que se llevaría a cabo dentro de un par de meses en París.
— ¡Bien! Ahora sí, conversemos.
— No me gusta que me hablen mientras estoy conduciendo por lo tanto guarda silencio, por favor.
— ¿Por qué me asignaron un guardaespaldas, Karîm Hafez? ¿Acaso alguien quiere secuestrarme? ¿Quieren llevarme lejos de mí familia? O peor aún ¿Alguien quiere matarme?
— ¿Qué dices, Aurora?
— No me contestes con otra pregunta. Por favor no me mientas —suplicó Aurora comenzando a llorar— Nadie posee un guardaespaldas sin ninguna razón.
— Por supuesto que no.
— ¿Entonces lo admites? ¿Alguien quiere hacerme daño?
— No estoy admitiendo nada de eso, y por favor deja de llorar.
— No quiero que me separen de mi familia… No quiero morir.
— Auroraaa... ya deja de repetir eso.
— ¿Sabes? Lo que no termino de entender es porque me han puesto a un chico como tú para mi guardaespaldas ¿De qué manera podrías tú cuidar de mi vida? ¿Cuántos años tienes? ¿17, 18?
— Tengo 19, a punto de cumplir 20 y no deberías subestimarme de esa manera.
¿19? —pensó comenzando a hacer cuentas mentales— Eso es mucho para mí y duele en el corazón. Nein!... Espera un momento Aurora.. ¿Por qué debería dolerte el corazón? No seas tonta.
— Pues eres muy joven para ser mi guardaespaldas. Me resulta impensable que tú pudieras cuidar de mi vida —dijo sin que él volviera a expresar alguna palabra— ¿Te gusta mi hermana Isabella?
— ¿Qué?
— Si es así no deberías siquiera hacerte ilusiones con ella. Mi hermana es buena y hermosa, pero un poco hueca, bastante ambiciosa y con delirios de Top Model. Solo rompería tu corazón porque únicamente sale con chicos famosos, de esos que pueden tenerla constantemente en primera plana de revistas de farándulas ¿Y te cuento un secreto?