— Voy a contarte las cosas que yo recuerdo de mi padrino. Él fue para mí tan importante como toda mi familia. Debo decir que no lo veía muy seguido, pero las veces que tenía tiempo de viajar a Líbano, siempre nos visitaba en la casa y planeaba actividades que pudiéramos compartir juntos. Cuando llegaba de visita me llevaba a todos los lugares donde él iba.
— ¿Líbano? Ese lugar queda lejos. Con razón nunca antes te había visto en mi vida guardia Hafez.
— Mi madre, mi hermana y yo vivíamos allá. Mi padre pasaba lejos de nosotros la mayor parte del tiempo. Él estaba aquí atendiendo los negocios de mi padrino, y volvía a casa un par de veces al mes. Todo fue siempre así desde que tengo memoria.
— ¿Y porque vivían tan lejos? ¿Porque nunca se mudaron antes aquí Alemania?
— Por cuestiones familiares. Los pensamientos de las personas en Oriente son muy distintos a los que poseen aquí las personas. La gente vive de otra manera, posee reglas y costumbres que deben ser seguidas. Mi padre no es exactamente de esas personas exigentes con las reglas y las costumbres, quizás en algunas cosas sí lo sea, pero no es un hombre capaz de restringir a nadie con sus pensamientos y costumbres. Quién sí se comportaba como una persona muy exigente y y estricta era mi abuelo. El padre de mi padre. Cuando mi padre decidió trabajar con el tuyo, el abuelo Hafez fue tajante en su decisión de no permitir que ninguno de sus nietos iría a vivir lejos de su tierra y de sus costumbres, y fue exactamente eso es lo que sucedió. Mi abuelo se hizo cargo de mi hermana y de mí, y se encargó de hacer que mi madre fuera apenas una figura secundaria en cuanto a las decisiones sobre nosotros.
— ¡Qué hombre cruel era tu abuelo!
— Mmm… tuvo que pasar mucho tiempo si tuvieron que pasar muchas cosas antes de que mi familia y yo pudiéramos venir aquí.
— Cuéntame.
— Mi intención es contarte cosas solo sobre tu padre.
— Pero dices que compartiste con mi padre muchas cosas por lo tanto tendré que saber más sobre ti. Anda… puedes seguir.
— Cuando quién es y la vida no fue muy fácil para mí. A los pocos meses de haber nacido los doctores me diagnosticaron una enfermedad.
— ¿Qué enfermedad?
— Anomalía de Ebstein. Era una rara afección cardíaca muy compleja. Durante mis primeros años la misma pudo ser controlada, sin embargo cuando fui creciendo y ya podía ir a la escuela la situación fue complicándose. Sí bien que no era una persona muy sociable, tenía ganas de jugar con los demás niños. Correr y hacer todo lo que ellos hacían, pero mi condición lo prohibía. Nada que pudiera hacerme sentir fatiga era bueno para mi salud. Un día desobedecí y a la salida de la escuela fui a correr detrás de unas cometas qué otros niños intentaban hacer volar. Me gustaban mucho. Tanto que corrí y corrí intentando alcanzarlas y allí sufrir un ataque severo. No podía respirar y el poco tiempo quedé completamente morado de pies a cabeza. Mi padre en aquel momento no se encontraba con nosotros, y entonces mi abuelo prefirió que nadie le contara lo sucedido. Mi madre no estaba de acuerdo con tal cosa, y tomando el riesgo buscó la manera de comunicarse con él para contarle lo que me había sucedido. Ni bien se enteró de todo, mi padre retornó de inmediato a Líbano. Aquella no fue la primera vez que me daban ese tipo de ataques. Se habían arrepentido con frecuencia en anteriores ocasiones, sin embargo aquel último fue el peor de todos y acabó entiendo mi estado de salud. Tanto que tuvieron que someterme a una muy costosa cirugía que mis padres no podrían solventar.
— ¡Ay no! ¿Y qué te sucedió?
— Si bien mi padre hizo todo lo posible para conseguir el dinero que se necesitaba, no lo logró, y fue mi abuelo quién acabó pagando con su dinero todos tus gastos de mi cirugía. Debido a la desesperación mis padres no pudieron negarse a recibir la ayuda de mi abuelo porque yo necesitaba con urgencia esa operación, porque de lo contrario no sobreviviría mucho tiempo. Fue así como ellos se vieron obligados en esos momentos aceptar las condiciones impuestas por mi abuelo a cambio de pagar la costosa cirugía.
— ¿Cuáles condiciones fueron esas?
— A cambio del dinero para la costosa cirugía mi abuelo le pidió mi padre que le firmara mi custodia definitiva. Con todos los documentos legales que le otorgaran ese derecho.
— ¿Y tu padre lo hizo?
— No le quedó de otra en esos momentos. Tuvo que firmar esos documentos para que yo pudiera vivir gracias a esa cirugía que pudo llevarse a cabo finalmente. Luego de la cirugía y recuperándome lentamente pero en aquellos tiempos me quedé sin mis padres y si mi hermana. Durante toda mi recuperación no los tuve conmigo. No pudieron estar cerca de mí porque mi abuelo no lo permitía.
— ¡Qué triste! Ir a un hombre realmente terrible.
— Me sentí muy triste en verdad pues yo nunca me había separado tanto tiempo de mi familia por sobre todo de mi madre. Durante varios meses mi padre intentó por todos los medios posibles persuadir a mi abuelo y revocar aquellos documentos firmados sin embargo no lo logró. Yo moría de miedo de no poder volver a verlos jamás. Le rogué mucho a Allah para que me trajera a mi familia de regreso hasta que un día finalmente pudo oírme. Allah envío a la persona que me regresaría de nuevo con mis padres y mi hermana.
— ¿Quién apareció para rescatarte de tu malvado abuelo?
— ¡Mi padrino!
— ¡Mi papito Said! —exclamó la pequeña Aurora con los ojos iluminados—
— Así es.
TEKRIT - LÍBANO (2008)
— Dhûl Fagâr Hafez! Assalamu alaikum! ¿Me invitas a pasar?
— ¿Qué haces aquí, Hasnan? ¿Qué quieres?
— Yo imagino que sabes muy bien lo que quiero y porque estoy aquí. Por lo tanto podemos hacer las cosas con rapidez si tú me entregas al pequeño.
— Tú en verdad estás loco. ¿Piensas que soy estúpido y que voy entregarte a mi nieto cuando su propio padre me lo entrego? Karîm ahora me pertenece y seré yo quien lo crie como corresponde.