Los Destellos De Aurora

OTRA MAGNÍFICA ESCENA

Philipp Stenzel, hijo de Judith, al enterarse sobre el incidente ocasionado por su madre en la Mansión de Byfang, quedó muy entristecido, incluso avergonzado, y produjo un irreparable impacto no solo en él sino en toda la familia Majewski. El profundo amor de Judith hacia Gina Majewski no pudo quebrantarse de semejante manera con el paso de los años. Simple y sencillamente nadie lograba asimilarlo.
El joven también quedó bastante extrañado pues a excepción de su hermano Mateo, no había visto a su madre en la mañana, por lo tanto, no había manera de que la mujer se enterara sobre el percance sufrido y la carretera.
— No tienes idea de cuanto lamento lo sucedido, hermanita. Yo te juro que únicamente le comenté a Mateo que Timo, Bella y yo habíamos sufrido un percance en la carretera, pero que todo estaba bien. Él me prometió que no le diría nada a nuestra madre para no preocuparla, por lo tanto, no pudo haberlo hecho.
— Él no, Philipp, pero te recuerdo que Mateo duerme y despierta todos los días junto a una arpía venenosa que me detesta. Ve y oye todo lo que sucede a nuestro alrededor y por eso no dudo ni una fracción de segundo que Madeleine le contó todo lo acontecido a mamá Judith, y ya luego ella no tardó mucho en sacar sus propias conjeturas. Como sea, quisiera dejar pasar esto de alguna manera. Es mejor olvidar este asunto. No te atormentes que no fue culpa tuya.
— ¿Olvidar este asunto? Nuestra madre jamás te había tratado de esa manera, Gina ¿Cómo fue capaz de comportarse de un modo tan cruel?
Gina Majewski no halló respuestas para su hermano y simplemente presidio dejarlo pasar de modo a que no se generaran mayores altercados como consecuencia, no obstante pese a ese deseo suyo aquello no fue posible pues Elwira Majewski al enterarse del escándalo de Judith en la mansión, ingresó en un estado de ira mucho peor y fue a enfrentar a Judith su propia casa, sin que absolutamente nadie fuera capaz de detenerla.

— ¡Judith! —vociferó desafiante tras irrumpir en la casa de la familia Stenzel— Sal inmediatamente. Quiero oír que en mi presencia te atrevas a difamar la memoria de hijo. Sal ahora mismo maldita mujer sin alma y sin escrúpulos.
— ¡Abuela por favor, tú no puedes caer en lo mismo también! Vámonos…
— De ninguna manera me iré de aquí hasta que esta mujer me escuche. Ella no tiene derecho a pisotear la memoria de mi hijo. No volveré a permitir tal cosa jamás. ¡Jamás!
— ¿De qué memoria hablas? —Irrumpió saliendo finalmente la mujer a quién llamaba— ¿Qué memoria podría tener Intacta un asesino como lo fue tu hijo?
— ¡Cierra la boca, maldita!
La nula contención de Elwira Majewski estalló y entre sus gritos la abofeteó.
— Cierra la boca —replicó—
La intrépida Aurora había hecho uso de su gran habilidad para escurrirse, y se había metido al coche de su hermana Gina Alicia quien por las prisas de seguir a su abuela Elwira, no se percató de que había subido en la parte trasera de su coche ocultándose para que no la viera.
Desde allí la pequeña Aurora pudo observarlo absolutamente todo.
Norbert Stenzel, esposo de Judith se atravesó en medio del conflicto y detuvo a la señora Elwira intentando frenar más agresiones. Pudo lograrlo, no obstante no pudo impedir que la misma explaye todo lo que cargaba por dentro como un peso de dolor incurable.
— ¿Con qué derecho irrumpes la casa de tus sobrinas para escupirles tanto veneno? ¿Cómo piensas que se sentiría Paula ante todo lo que has hecho y dicho?
— No te atrevas a mencionar a Paula nuevamente.
— Tú no te atrevas a volver a mencionar el nombre de mi hijo y mucho menos para difamarlo alevosamente delante de sus hijas —advirtió la señora Elwira zafándose de Norbert Stenzel que la sostenía— Si pese a los años aún deseas ahogarte en tu odio y rencor culpando a alguien por todas nuestras desgracias, cúlpame a mí. Soy yo la única culpable de todo al no haber podido llevarme conmigo a mis dos hijos. Fui alejada de mis bebés y ellos fueron criados por un monstruo. Un padre ambicioso y cruel lleno de crueldad. Despiadado y sin una gota de sentimientos. Un hombre movido únicamente por el poder y la obsesión de enaltecer a su gran heredero varón. Said pudo salvar a su pequeño hermano de un terrible destino, pero él no logró hacerlo. Su padre siempre lo expuso a situaciones terribles desde muy pequeño. Creció bajo el dominio de un tirano y yo no pude hacer nada para salvarlo del infierno al cual se vio arrastrado hasta su último aliento de vida. ¡Escúchame muy bien Judith! —prosiguió jalándola bajo la atónita mirada del hijo medio de Judith, Mateo Stenzel y su esposa Madeleine quienes también se encontraban en la atropellada residencia—
— Mi hijo siempre amó y protegió a toda su familia, y estaba dispuesto a dar la vida por cada uno de sus miembros. Más aún por su adorada Paula, sin dudarlo un solo segundo.
— ¡Abuela! —exclamó Gina Majewski—
— La próxima vez que de tu boca salga el nombre de mi hijo, juro que voy a arrancarte la lengua con mis propias manos y si la mínima contemplación.
— ¿Y piensas acaso que yo le temo a tus amenazas? Mejor guárdalas Elwira Majewski porque pierdes el tiempo.
— ¡Basta, madre! Basta… esto es suficiente —intervino finalmente Mateo Stenzel—
— Quedas advertida, y estoy hablándote muy en serio.
LAMADA A AURORA MAJEWSKI (OCULTA DENTRO DEL COCHE DE SU HERMANA GINA)
— ¿Qué es lo que quiere es Toretto Hafez? ¡Hallo!
— ¿Dónde estás Aurora?
— ¿Por qué debo decirte siempre dónde estoy?
— Aurora, el GPS me indica que estás fuera de la Mansión. Oye… ¿Es impresión mía o estás llorando?
— ¿Qué dices, guardia Hafez?
— Contéstame, ¿Por qué no me avisaste que saldrías de la Mansión?
— Fue un imprevisto y estoy con mi hermana, por lo tanto, no es necesario que me persigas. Volveremos a casa ahora —le dijo la jovencita a su guardia—
Ella explicó brevemente que volverían a la mansión, pues luego de que la señora Elwira Majewski diera su última advertencia, abordó su coche y se retiró del lugar de inmediato.
Gina Majewski permaneció en el sitio un poco más de tiempo pues en ese lapso llegaron los otros dos hijos de Judith. Uno de ellos August Stenzel a quien desde hacía varios años mantenía desavenencias con su propia madre debido a que este trabajaba para una de las empresas navieras pertenecientes a Said Majewski.
— ¿Cómo pudiste ser capaz de tanto, madre? ¿Es que acaso nunca llegará el día en el que entres en razón? ¿Ya no te importa el resto de tu familia?
— ¿Y tú con qué derecho vienes para hablarme de ese modo? Precisamente tú, hijo traidor. En esta vida, yo no solo perdí a mi amada Paula por culpa de la maldita familia Majewski, también perdí a mi hijo mayor por haberse involucrado en negocios sucios y mal habidos ¿Te apareces aquí ahora únicamente para defenderlos? ¿Es así?
— ¡Judith! —advirtió el esposo de la mujer— Me tienes realmente harto con todas tus palabrerías y no tengo intenciones de seguir tolerándote. Es mi última advertencia para ti. ¡Estoy harto! ¡Cansado de todo esto!
— Tu hijo menor casi muere por culpa de esta gente, Norbert. ¿Estarías poniéndote de parte de esa maldita familia sí eso hubiese sucedido?
— Madre, solo tuve una herida en el brazo y me encuentro en perfectas condiciones. Estoy aquí. Aquella situación fue un desafortunado incidente en el cual cualquiera pudo haberse visto afectado. ¿Pero qué hay sobre ti, madre? Estás perdida en tu odio y en tu rencor. Ninguno de tus hijos logramos reconocerte ya. Dices constantemente que perdiste a la tía Paula al igual que a Gina. ¡Nuestra querida hermana del alma! Pero lo único cierto es que todos nosotros hemos perdido a nuestra madre.
— ¡En verdad la perdimos! —habló August Stenzel— Yo he venido hasta aquí con la esperanza de hallar un mejor ambiente en la familia luego de mucho tiempo. Traje a tus nietas para que tú y papá las vieran, madre, pero ya me di cuenta de que todo sigue igual. Incluso mucho peor que antes. ¡Padre! Mi familia y yo nos encontramos en el apartamento de siempre. Si tú deseas visitarnos, te aguardaremos con mucha alegría.
— Siento mucho toda esta situación, hijos. Yo ya no sé qué hacer con las actitudes de su madre. —prosiguió el hombre con inmensa tristeza mientras observaba es tu esposa Judith ingresando a la casa—
Gina Majewski quien para ese entonces ya se encontraba dentro del coche, al ver esa última escena de reacción de la señora Judith, no pudo evitar volver a llamar sus lágrimas de inmenso dolor. Arrancó su vehículo y retornó a la Mansión, escoltada por los coches de sus hermanos August y Philipp quienes iban rumbo a sus respectivos apartamentos.




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