Con todo lo que había sucedido dentro del store del centro comercial, Aurora quedó realmente preocupada pues los guardias del lugar se habían llevado a su hermana Isabella al centro de detenciones al igual que a la otra joven con la cual había protagonizado el incidente. Por ello su primera acción fue llamar a su hermana Gina Alicia para contarle lo que había sucedido.
— Hallo! Hermanita…
— ¿Aurorita? ¿Todo está bien con mi destellito consentido?
— Nada está bien, hermanita Gina Alicia. ¡Tengo malas noticias!
— ¡Auroraaa! —exclamó Karîm intentando vanamente arrebatarle el teléfono—
— Me asustas, cariño. ¿Qué sucede?
— Estamos en la cárcel.
— Wie? ¿En la cárcel?
— ¿Qué haces Aurora? Deja que yo hable con ella —irrumpió arrebatándole finalmente el teléfono celular—
— Hallo, Gina!
— ¿Karîm, que es eso que acaba de decirme Aurora? Dime dónde se encuentran para ir ahora mismo a buscarlos.
— Tranquila, por favor que Aurorita y yo no estamos en la cárcel. Lo que sucedió fue que nos encontrábamos dentro de una tienda de ropas en el centro comercial y allí llegaron tres chicas y una de ellas comenzó a discutir con Isabella hasta que se agarraron a golpes, allí mismo. Por esa razón nos encontramos ahora en el centro de detenciones de la policía de Essen.
— Mein Gott! (Dios mío) Dime cuál de todas para ir allá de inmediato, Karîm.
— Te enviaré la dirección en unos segundos.
— Por favor hazlo. Y tú no te apartes de Aurorita ni un solo instante. ¿De acuerdo?
— No te preocupes por ella que la tendré pegada a mí —dijo el joven—
Cuando Karîm colgó la llamada, Aurorita lo abrazó con todas sus fuerzas y lo observó.
— ¿Qué haces?
— Le dijiste a mi hermana que me tendrías pegada a ti.
Pese a la seriedad del momento, el joven no pudo evitar reír.
— Mejor vamos a sentarnos a algún banquillo para esperar a tu hermana Gina.
— Vamos.
— ¿Por qué le dijiste a tu hermana que estábamos en la cárcel, Aurorita? Seguramente casi la matas de un susto.
— Si un policía detiene a una persona, lo lleva a la cárcel.
— Este lugar es solo un centro de detenciones, y nosotros no estamos detenidos. Vinimos hasta aquí para acompañar a Isabella. No es lo mismo este lugar que una cárcel.
— Aaahhh… Perdón por mi grave error, chico genio.
— Eres muy dramática y asustarías a cualquier persona por eso.
— No voy a ponerme a discutir contigo ahora por tonterías aquí en la cárcel.
— Que no estamos en la cárcel.
Aurorita decidió permanecer en silencio al lado del joven aguardando la llegada de su hermana Gina Alicia quien se había tardado un poco más de lo previsto.
Antes de que al lugar llegara la misma, quién apareció en el centro de detenciones fue el joven policía Louis Wieber. En parte, Aurora sintió algo de alivio pues quizás él podría hacer alguna cosa para sacar a su hermanita de prisión, no obstante, por otra parte, sintió pánico pues allí se encontraba Karîm y tenía bien claro que Louis Wieber por alguna razón no lograba tolerar su presencia.
— ¿Puedo saber tú que haces aquí, imbécil? —le preguntó acercándose al joven Karîm—
— El único imbécil aquí eres tú. ¿A Isabella la tienen metida allí dentro y a ti te importa más saber que hago yo aquí?
— Louis, tú sabes que Karîm me acompaña a todas partes —dijo la jovencita interponiéndome vanamente entre ambos—
— No me gusta que estés cerca de Isabella. No me gusta que la rondes y mucho menos que respires siquiera su mismo aire, por lo tanto, mantente alejado si no quiere acabar mal ¿Me has entendido?
— ¿Me estás amenazando?
— ¿Tú qué crees? ¿Irás inmediatamente a contarle a tu papito para que te defienda?
— Yo no necesito que mi padre me defienda —le dijo Karîm empujando al policía—
— ¡Karîm! —exclamó Aurorita— Cálmate por favor. ¿Este policía no me escuchó acaso? —pensó luego— ¿Por qué mejor no vas a ver a mi hermanita Isabella, Louis?
— Mmm… ¿Así que resultaste tener agallas?
— ¿Pensaste en verdad que yo te tengo miedo, policía?
— No puedo creer que Karîm esté desafiando a Louis —se dijo la jovencita — Es la primera vez que lo veo de esta manera.
— Al menos estás aprendiendo a defenderte. Es buena señal para ti.
— ¡Escúchame, agente! No hables de mí como si me conocieras. Tú no sabes nada.
— ¿Qué fue lo que me dijiste?
— ¡Karîm!
— Oíste perfectamente lo que dije.
— Repítelo —vociferó— Quiero que te atrevas a repetirlo.
— Eres un maldito agente encubierto que se hace pasar por simple policía engañando a todos los que te rodean —acusó el joven Karim apartando las manos que Louis le había puesto encima—
— ¿De dónde sacaste eso? —preguntó empujándolo— Yo juro que voy a acabar contigo si lo vuelves a decir.
— Eres un maldito agente —volvió a repetir Karîm Hafez—
— Aaahhh… No peleen por favor. ¡Basta! —Vociferó desesperada la pequeña Aurora—
Sus súplicas no tuvieron sentido para ambos jóvenes y acabaron agarrándose a golpes. Entre los gritos de desesperación, Aurorita suplicó ayuda por el horrible temor de que el policía Louis convirtiera en plastilina deforme el bello rostro de su guardia Hafez, sin embargo, aquello no fue así.
Ambos se enredaron a los puños y se repartieron golpes de manera proporcionada hasta que fueron separados finalmente por dos oficiales del mismo centro de detenciones que los llevó a los dos dentro de un calabozo.
— ¿Hermanita, porque no llegas? ¿Dónde estás?
— Estoy en camino, Aurorita. Voy llegando.
— Louis y Karîm se agarraron a golpes y ahora también están en la cárcel.
— ¿Qué dices, Aurora, por Dios?
— El policía demente comenzó la pelea. Él odia mucho a Karîm.
— Aurorita, mi amor, quédate ahí mismo donde estas que ya llego. ¿De acuerdo?