Luego de aquella fiesta de bienvenida que habían organizado para Aurora, surgieron incontables consecuencias y situaciones ni uno ni el otro deseaban saberlas. Si algún secreto existente perturbaba la vida de sus parientes, no estaba en Karîm y Aurora saberlas.
Para los dos la vida transcurrió de manera normal, sin sospechar siquiera que un cielo de nubes grises amenazaban con una gran tempestad en sus destinos.
CASA DE LA FAMILIA MAJEWSKI
— ¿Jennifer, que estás haciendo aquí? ¿Por qué te pones a de este modo entre mis cosas?
— ¿Qué significa todo esto, Najib? ¿Cómo puede ser posible.
— Tú no tenías ningún derecho a revisar este archivo sin mi consentimiento.
— ¿Era esto lo que te urgía tanto contarle a Gina? En las últimas semanas, te la has pasado de un lado a otro con este archivo en la mano. No has hecho otra cosa que mirarlo una y otra vez y te la has pasado dando vueltas y vueltas en la cama por las noches, sin poder dormir. ¿Cómo es posible qué no te hayas atrevido a hablar conmigo y ahora me dices que no tenía derecho de revisar este archivo?
— Son asuntos muy delicados, Jennifer y no quería a nadie porque nadie lo ha estado jamás. Esto para mí no ha sido nada fácil y hasta el día de hoy no logro comprender lo que sucedió realmente, por lo tanto, no te atrevas a pedirme explicaciones porque no tengo nada que decir al respecto más que las pruebas que contiene este archivo.
La maestra Jennifer, esposa de Najib hundida en sus pensamientos, calló por unos momentos.
— ¿Y pudiste mostrárselo a Gina finalmente?
— No pude, sin embargo, ahora ya no tiene mucho sentido, pues ya está al tanto de todo. Khaleb Hafez finalmente se llenó de agallas para contarle toda la verdad. Sí, tuve que contárselo a mi madre. Ella tenía derecho a saberlo y yo en verdad necesitaba desatar el nudo que se me había hecho en la garganta.
— Mein Gott! ¿Y Elwira, de qué modo tomó todo esto?
— ¿Quién podría tomar algo así de buena manera? Se sintió devastada. Incluso se descompensó y tuve que llevarla al hospital de urgencia.
— ¡Najib! —exclamó su esposa abrazándolo— Siento mucho pesar de que esto esté sucediendo de nuevo. Y que nuestras familias lleguen a verse afectadas. Dios quiera que esta tempestad no traiga consecuencias catastróficas en nuestras vidas.
— Esto en sí es la consecuencia de algo muy catastrófico, Jennifer, pero no tengo idea de nada. Y eso es lo que más me angustia porque pienso en mis sobrinas y en nuestros hijos. En todo lo que podría suceder a partir de ahora. Yo no puedo mantenerme al margen de toda esta situación, sabiendo que podríamos vernos afectados todos a raíz de esto —dijo el hombre y Jennifer, palidecida, se llevó las manos al corazón—
— ¿Qué sucederá a partir de ahora, Najib?
— No tengo idea. Probablemente, Gina también se vio muy afectada por la noticia, y desconozco si llegará a tomar alguna acción inmediata. Esa templanza que posee y ese aire de frialdad no es más que una fachada. Por mucho que haya heredado todo el carácter de su padre, no sé si logré sobrellevar esa noticia de manera inmediata.
ESCUELA SECUNDARIA WINFRIED (ESSEN)
— ¡Karîm! —le dijo Aurora a través del teléfono móvil— Estoy acabada.
El chico en esos instantes iba casi de salida de la Universidad.
— ¿Aurorita, qué dices? ¿Qué te sucede? ¿Por qué estás llorando?
— Ven por mí ahora.
— Estás asustándome. Ya salgo. Llegaré en unos minutos.
— Me encuentro atrapada en el aula de Ciencias Sociales.
— ¿Atrapada? —preguntó observando su reloj GPS— Cálmate. Voy de inmediato.
Para fortuna de la jovencita, la Universidad a la cual asistía Karîm Hafez no quedaba tan alejada de la escuela a la que iba ella, por lo que tardó apenas 10 minutos en venir por ella.
— ¿Qué fue lo que te sucedió, Aurorita? —preguntó el angustiado chico ingresando al aula de ciencias sociales—
Aurora, quién se encontraba sentada sumida en su pesar, se puso de pie y fue a abrazarlo.
— La maestra Sonja no me dejará salir si no acabo mis lecciones acumuladas de Ciencias Sociales.
— ¿Qué?
— Me quedaré a vivir en esta sala de clases, Karîm —dijo sumida en llanto—
— Guten Tag! —saludó la maestra al ingresar a la sala de clases—
— Guten Tag, Lehrer!
— ¿Ya terminaste tus lecciones, Aurora?
Aurora, sin contestarle a la maestra aquella absurda pregunta que le parecía realmente absurda, se echó llorar con mayor intensidad. Mientras Karîm, en su intento por hacer alguna cosa al respecto, se acercó para revisar toda la tarea que debía terminar la jovencita si deseaba ir a casa.
— Pero si no has hecho absolutamente nada, Aurorita —le susurró— ¿Por qué?
— ¿Cómo por qué? Lo haría si entendiera alguna cosa.
— ¿Qué podrías no entender de una clase de ciencias sociales?