Sábado por la mañana del día siguiente, Aurorita quedó meditando sobre su cama, que tenía dos opciones. La primera era quedarse echada el día entero bajo las tibias cobijas, pues nada de obligación tenía para hacer lo contrario. La segunda era levantarse y mantener en pie todos los planes que había hecho con sus primos.
Luchando consigo misma acabó finalmente decidiendo la segunda opción sin sospechar tan solo un instante que aquella acabaría dando la mayor de las recompensas.
En compañía de su inseparable amigo Copito de nieve, Aurora bajó hasta la cocina para pedirle a Susanne que por favor le llevara el desayuno a la playroom, y posteriormente se dirigió hasta con intenciones de encender el televisor y echarse sobre el sofá. Al abrir la puerta, cuál resplandeciente sol iluminando días de primavera, el brillo y el calor volvieron a cobijarla en la intensidad de un crudo invierno.
— Ah… ah…
— ¡Buenos días! Pensé que la reina de París no tenía ganas de levantarse hoy.
— ¡Karîm!… —exclamó Aurorita corriendo hasta el chico para echarse sobre el sofá, abrazarlo y pellizcarlo una y otra vez—
— ¿Oye, qué haces, Aurorita?
— Debo corroborar sí eres solo un sueño o eres real —dijo volviéndolo a abrazar— ¡Eres real! ¡Viniste!
— Supongo que soy real. Me duele.
Tanta felicidad le invadió a Aurora en esos instantes que cómo por arte de magia pareció haber olvidado todas sus penas que la hostigaban.
Allí, junto a ambos, Copito de nieve también celebraba la dicha.
— ¿Karîm, me extrañaste mucho y decidiste venir temprano a hacerme compañía?
— De hecho ya no es temprano. Son las 9:15. Creo que a la reina se le subieron los humos y ya no considera levantarse temprano y salir de sus aposentos —dijo el chico dibujando una sonrisa en el rostro Aurorita—
— ¡Por supuesto! Soy la nueva María Antonia —dijo poniéndose de pie y dando unos pasos de un lado a otro—
Sonriente el chico la observaba, y Aurorita a su lado nuevamente se echaba.
— No me has dicho que me extrañabas.
— ¡Mucho, mi pequeño ángel! —dijo rondándola entre sus brazos— Detesto mucho, verte triste. Odio con toda mi alma verte llorar. ¿Me cuentas sobre tus planes para hoy?
— Ah… ah… ¿Cómo sabes sobre mis planes?
— Tu hermana Gina me llamó un poco después de que tú y tus primos se marcharon de los predios de la universidad, para comentarme que ella debía viajar a Leverkusen con Ezra para el partido de Michael —explicó el chico— Me pidió que por favor viniera temprano para poder acompañarte.
— Ah… ah… ¿Mi hermanita Gina hizo eso? —pensó Aurora— Si ella llamó a Karîm luego de que mis primos y yo abandonáramos los predios, la universidad, significa que acabó arruinando todas las intenciones de aquella resbalosa, ofrecida y garrapata succionadora de Alina de pasar en compañía de Karîm y hacer planes con él para el fin de semana. Mi hermanita Gina Alicia definitivamente es un genio ¡La amo mucho en verdad.
— ¿Puedo saber en qué estás pensando y de qué ríes? —le preguntó estrujando sus mejillas—
— ¿Yooo? No pienso en nada ni estoy riéndome, Karîm.
— Señorita, le traigo su desayuno.
— Que bueno Susanne porque ya muero de hambre.
— ¿Tú ya desayunaste, Karîm?
— Ya lo hice.
— Bueno… igual acompáñame a que desayunos otra vez —le dijo Aurorita y entonces ambos se acomodaron sobre el sofá junto a una mesita—
En la misma sala de juegos se encontraba Ihsân quien yacía aún profundamente dormido sobre otro sofá.
— Este chico ni dormido se desprende del control de la consola de juegos —dijo la jovencita observando a su primo—
— ¿En verdad se quedó dormido aquí por jugar hasta muy tarde?
— Sí…
Karîm también observó al chico y sonrió. Aurora encendió la TV y se dispuso a comer todo lo delicioso que Susanne le había traído para desayunar.
— Karîm, voy a contarte sobre mis planes. Nada que no puedas tolerar.
— ¡Te escucho!
— Al medio día iremos por pizzas y luego a la pista de hielo en Gelsenkirchen. ¿Alguna vez has ido a una pista de hielo, Karîm?
— Nunca.
— Pues ahora irás conmigo a una. Y no te preocupes que por hoy iremos solo allí. Luego volveremos aquí y escogeremos las mejores películas de Netflix para hacer una maratón —dijo con la boca atascada de pan tostado con mermelada— Ya le encargué a Susanne que nos prepare bocadillos y para cuando regresemos.
— Mmm…
— ¿No te gustan mis planes? ¿Te parece aburrido?
— Nada de lo que tú hagas podría parecer un aburrido, mi Reina sin glamour —mi hijo dándole un beso en la frente—
— ¡Oye! Sí tengo glamour.
— Glamour qué olvidas cuando tienes hambre.