MANSIÓN DE BYFANG (DÍA DOMINGO DE LA MAÑANA SIGUIETE)
— Levántate y sígueme que tú y yo tenemos cosas muy serias de que conversar.
— ¿Padre, que haces aquí tan temprano?
Khaleb Hafez sorpresivamente se había aparecido en la mansión, seguro de que allí encontraría a su hijo. Ingresó a la sala de juegos y lo despertó pidiéndole que lo acompañara fuera de ese lugar.
— ¿Qué significó todo eso?
— ¿Qué significó, que cosa?
— ¿Eso que acabo de ver en aquel salón?
— ¿Y qué fue lo que viste? Dime… ¿A caso te has vuelto loco?
— No me faltes al respeto de ese modo que ya te he tolerado suficiente.
— Tú estás faltándole al respeto a tu propio hijo con toda la porquería que cargas en la cabeza. Dime ahora que me tienen enfrente todo lo que debes decirme. Hazlo si tienes agallas.
— ¿Qué haces aquí un día domingo y durmiendo en el mismo lugar con las señoritas de la casa?
— Suéltame… Fue Gina quien me llamó para que me quedara con las niñas porque ella viajó a Leverkusen, y anoche nos quedamos viendo películas. Luego Bella se unió a nosotros. ¿Contento? Ahora vete y déjame en paz.
— Aurorita estaba abrazada a ti. ¿Qué demonios tienes en la cabeza para permitir cosas como esa?
— Aurorita siempre hace eso y no le veo nada de malo a excepción de ti.
— No lo vería de mala manera por parte tuya. Eres un chico educado y sin malicia alguna, pero eso no significa que debas permitir ningún tipo de conducta inadecuada que pudiera prestarse a malos entendidos en las chicas, por sobre todo en Aurorita. Ella está en una edad en la que se hace ilusión con todo y si sigues alimentando esas actitudes podrías generar sentimientos inadecuados en ella.
— ¿Eso es lo que te preocupa, padre? ¿Qué se supone que sucedería si las cosas fuesen de ese modo? —preguntó el chico dejando aún mucho más exaltado a su padre— ¿Qué sucedería si Aurorita me viera de un modo diferente y yo no pueda hacer mucho para evitar ponerle límites a esos sentimientos inadecuados que dices?
— Cierra la boca. No lo vuelvas a repetir.
— ¿Qué tan grave sería eso para ti? ¿Te preocuparía únicamente porque yo soy un empleado de esta casa o porque existe otra razón que yo desconozco, padre? —encaró Karîm a su padre—
El hombre quedó en silencio.
— Como siempre llegamos a un punto en el que no dices nada.
— Te dije que debemos hablar y es lo que vamos a hacer.
— Pues hoy no podré. Aurora tiene planes y yo voy a acompañarla.
— Estoy diciéndote que debemos hablar y no pasará de hoy. ¿Te quedó claro?
— Padre, puedo darte el gusto de abandonar mi trabajo. Alejarme de esta mansión donde tú me trajiste. Puedo alejarme de Aurorita, pero si hago eso, te juro que no sería por mucho tiempo. Iré a Marsella o a cualquier otro lugar lejos de todo y de todos, pero volveré y ni tú ni nadie podrá impedirme tal cosa.
— Karim, vuelve aquí… Karîm…
Los llamados de Khaleb Hafez fueron en vano. Su hijo pegó media vuelta y se alejó del lugar por unos de los bastos rincones de la mansión donde ya no lo pudo alcanzar.
En la sala de juegos cuando Aurora despertó, de inmediato se percató de que Karîm no se encontraba junto a ella. Solo vio a su hermana Isabella de un lado, del otro a Amalie, y sobre un sofá más alejado, a Ihsân. Todos dormidos pues aún era bastante temprano.
Presa por saber a dónde se había ido, se puso de pie y notó que Copito de nieve tampoco estaba. Abandonó la playroom sigilosamente y todo el pasillo estaba silencioso. Se dirigió a la cocina para ver si quizás encontraba allí a Susanne.
— Señorita, hoy es domingo y Susanne tiene el día libre —dijo una de las personas del servicio—
— ¡Es verdad! Lo olvidé por completo, Callie.
— Se levantó muy temprano un día domingo. ¿Necesita alguna cosa, señorita?
— ¿No has visto a Karîm salir de la sala de juegos?
— Lo vi... Su padre llegó preguntando por él y fue directo a la sala de juegos. Luego ambos salieron de allí y fueron hasta la otra sala —comentó ella—
— ¿Mi tío Khaleb tan temprano? —dijo Aurorita muy extrañada—
— Así es señorita, y al parecer discutieron —resaltó en voz muy baja—
— Ah… ah… ¿Y mi tío Khaleb se lo llevó?
— No… El joven se alejó de él. Intentó seguirlo, pero creo que se le perdió de vista porque luego se marchó.
— Gracias, Callie. Iré a ver si lo encuentro.
La jovencita abandonó la cocina y sin pensarlo demasiado se le ocurrió un solo lugar donde Karîm y Copito pudieran estar. Se dirigió rumbo al chalet mientras pensaba en la razón por la cual pudo haber discutido él con su padre. Mein Gott! Hace mucho frío —se decía caminando intentando vanamente darse un poco de calor frotándose con sus brazos hasta ingresar finalmente al chalet.