Los Destellos De Aurora

UNA LARGA HISTORIA (parte 1)

FRANKFURT (DOMINGO POR LA MAÑANA DURANTE EL ALMUERZO)

— Ahora vas a tener que contarme todo lo que sucedió, Aurorita, ¡Habla!

— No hay nada que contar, Amalie.

— Mientes, y con mucho descaro. Vamos, te escucho.

— Él me hizo muchas promesas. Y me las cumplirá todas cuando seamos novios —dijo finalmente aurorita con los ojos brillosos y lanzando un suspiro— Me ama y lo hará todo por mí.

— ¿Te lo dijo así tal cual?

— Sí.

— Pues cuéntame más, y con lujo de detalles.

— Me dijo que un día viviremos en un verano donde el sol brillará eternamente y la tierra se una con el cielo entre las nubes.

Oyendo a su prima, Amalie frunció el ceño de inmediato.

— Estoy preguntándote, en serio y me sales con tonterías.

— No son tonterías. Karîm y yo nos casaremos y viviremos en un lugar mágico con castillo y nubes de algodones de azúcar

— Si no supiera cómo es ese chico, ermitaño y raro, diría que te tomó el pelo, tonta y que se burló luego a tus espaldas riéndose a carcajadas. ¿Aurora, acaso Karîm te recitó algún poema o algo así?

— No.

— Pues así parece. ¿Ustedes ni siquiera son novios y él ya te hablo sobre las cursilerías del matrimonio?

— Seremos novios dentro de un par de años y nos iremos a vivir juntos.

— ¿Y mientras tanto qué?

— Seguiremos como hasta ahora.

— ¿Sabes que es lo que pienso, Aurorita?

— ¡A ver experta en todo! ¿Qué es lo que piensas?

— Pienso que Karîm te tiene algo así como su prometida. La chica que él tomará un día pura y casta, y mientras tanto se cerrará con la libertad de hacer lo que se le venga en gana con la Alina esa o con cualquier otra. Supongo que no debo recordarte que ese chico proviene de una familia con costumbres muy raras.

— Karîm me dijo que no siente absolutamente nada por aquella garrapata succionadora. Y me prometió que estará a mi lado siempre.

— ¿Y le crees?

— Sí.

— Piensa un poco, primita. Karîm es un hombre y los hombres tienen sus necesidades.

— ¿Necesidades?

— Necesidades de las que tú y yo ya hablamos en París. ¿Recuerdas? Necesidades que no permitirá que tú las cubras. Las cubrirá cualquier otra chica hasta que finalmente considere que ya estés lista para casarte con él.

— Suficiente, Amalie —dijo poniéndose de pie— Ya te he dicho que nada de eso sucederá.

— Pues yo creo que sí, y no deberías ver como algo malo que tenga a la bicha Alina para eso.

— La próxima vez ya no te contaré absolutamente.

Molesta, Aurora dio media vuelta y se alejó de su prima. En esos instantes prefería concentrarse ya en la primera presentación y en el último ensayo de las tres coreografías que habían escogido, por lo que no volvió a tocar con Amalie ningún tema relacionado con Karîm. Luego del almuerzo, todo el elenco de la Helen Kneist Akademie se dirigiría al Ballettschule Studio, donde habían sido cordialmente invitados por la directiva de dicha Academia para que pudieran ensayar en una de sus instalaciones.

Allí los maestros y alumnos los recibieron con mucha algarabía, por sobre todo a la pequeña Aurora, pues se mostraron bastante entusiasmados de tener a la ganadora de la CIBCC 2019 de París en su Academia compartiendo con todos ellos y ensayando en uno de los salones principales de esa magnífica escuela.

La Reina de París se sintió realmente emocionada y feliz por el recibimiento especial y por los halagos de todas las alumnas y alumnos del Ballettschule Studio, como una verdadera estrella de Hollywood cuando la rodearon. Por sobre todo las niñas más pequeñas para pedirle fotos y autógrafos.

Desde luego Karîm la había acompañado como debía ser. Incluso mientras Aurora y sus compañeros ensayaban en uno de los salones donde él permaneció sentado, no muy lejos en uno de los asientos de los pasillos invadidos por alumnos deseosos de poder observar un poco de los ensayos a través del ventanal con persianas.

En cuanto al joven Ihsân, que tenía permiso para permanecer en Frankfurt solo hasta el martes, prefirió apartarse para poder realizas sus propias actividades. Cosas de su interés como pasear a centros comerciales para hacer compras sin dejar de alardear sobre su pequeña fortuna.

— Aprovecharé este pequeño momento de que la señorita está ensayando, para comer en santa paz. ¿Tú no comerás nada, Karîm? Deberías aprovechar también —le dijo uno de los guardias de Amalie.

— Ya comí, Stanko.

— Pues tienes suerte, muchacho. A final de cuentas tu tarea no es tan complicada porque tienes dos guardias extras que te cubren.

— ¿Dos guardias? Pensé que solo era Friedrich.

— ¿No lo sabías acaso? —preguntó extrañado el guardia— Nilsen también vino, y fue por expresa orden de la señora Majewski.




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