Los Destellos De Aurora

EL HOMBRE DESCONOCIDO

MANSION DE BYFANG

— ¿Gina, porque no me has avisado que ya llegaste de tu gira? Te supliqué que lo hicieras

— Acabo de llegar. ¡Lo siento! ¿Por qué te ves tan alterado? ¿Qué sucedió está vez?

— Karîm ya sabe toda la verdad.

— ¿Qué dices? —preguntó Gina Alicia completamente palidecida— ¿Ya le contaste todo?

— No fui yo, y no tengo idea de quién pudo haber hablado con él. Como sea esto iba a suceder en algún momento si tú y yo no lo hacíamos. Si Najib ya está al tanto de todo al igual que Elwira, e incluso tu tía Judith, cualquiera de los tres pudo haber hablado con él.

— ¿Y ahora qué sucederá? Si Karîm ya sabe toda la verdad ¿Qué podría decirle yo?

Cayendo en un repentino abismo de pánico, Gina tomó asiento ante la flaqueza de sus piernas.

— Desconozco la actitud que tendrá Karîm desde ahora, y peor aun cuando de un tiempo para este dejó de respetarme por completo. Él ya no me escucha, Gina y esto pudimos haberlo evitado, antes de tu viaje. Ahora ya poco o nada podríamos decirle de modo a que comprendiera todo razonablemente.

 

El 20 de marzo por la tarde habiendo dejado en Frankfurt del Meno otra maravillosa experiencia y los recuerdos increíbles dentro de la competencia, el elenco de la Helen Kneist Akademie volvió cargado de elogios para todos y cada uno de sus miembros por el logro adquirido en la Competencia Regional de Ballet Contemporáneo. Maestra y alumnos fueron recibidos con honores levantando el trofeo de campeones que reluciente pasaría a la gran vitrina de exhibiciones de la Academia.

DOMINGO 21 DE MARZO (INICIO DE PRIMAVERA Y APERTURA OFICIAL DE LAS EXPOSICIONES FOTOGRÁFICAS EN MAWAL GALLERIES)

Eran casi las 10 de la mañana. Aurora se levantó de la cama y comenzó a alistarse para asistir a la apertura de las exposiciones fotográficas de primavera en Mawal Galleries. De inicio sintió algo de pereza pues todo lo que deseaba era seguir echada sobre su cama para continuar durmiendo. Sin embargo, Copito de nieve despabiló sus ánimos con su típica algarabía hasta notar el rumor de un magnífico día golpeando en su ventana. Golpes muy insistentes que llamaron su atención.

Se oían como piedrillas azotándose contra los cristales, y entonces presa de la curiosidad fue a ver de qué o mejor dicho de quien se trataba. De par en par abrió las ventanas y observó hacia abajo desde su balcón. Extrañamente, no había nadie, sin embargo, alrededor de sus pies había encontrado incontables granos de nueces.

— ¿Nueces? —se preguntó volviendo a observar hacia abajo—

— ¿Quién está allí?

— ¡Ha hablado ahora! ¡Habla otra vez, oh, mi hermoso ángel!

— ¿Romeo? ¿Eres tú mi Romeo? ¿O eres acaso el enemigo que asecha a mi ventana?

— Mi resplandeciente sol de oriente, soy yo, tu Romeo y quizás también tu enemigo, pero llámame tu amante si lo prefieres y créeme que me habré bautizado de nuevo.

— ¿Cómo has llegado hasta aquí y para qué? Las paredes de esta mansión son muy altas y difíciles de escalar, y aquí podrías tropezar con la muerte.

— Las paredes salté con las alas que me dio el amor ante quién no resisten aún los muros de roca.

— Si te encuentran, te matarán.

— Más homicidas son tus ojos de cielo diosa mía que las espadas de veinte guardias tuyos.

— Yo daría un mundo porque no te descubrieran.

— De ellos me defienden los destellos que reflejan tu alma. Más quiero morir a sus manos amándome tú que esquivarlos y salvarme de ellos cuando me falte tu amor.

— ¡Oh, mi amado Romeo! Melodías armoniosas son tus palabras a mis oídos, más no me has dicho que te trajo hasta aquí.

— He venido a coronarte Reina de mi primavera, y honradas se sentirían estas humildes florecillas en decorarse en tu pelo cuál si fueran parte de una preciosa joya.

— La primera promesa cumplida proveniente de tus prodigiosas manos. ¿Cuántas más han de venir, mi Romeo? Contadme para aguardarlas con ansias.

— Juro por el sol que ilumina nuestros días, amada mía, que he de cumplirte en esta vida incierta o en otra, todas las promesas que te hice.

— No jures por el sol que sus rayos a veces se ven amenazados por nubes tenebrosas.

— ¿Pues por qué juraré?

— No hagas ningún juramento. Si acaso, jura por ti mismo, por tu persona que es el Dios que adoro y en quien he de creer.

— Tu fe por la mía será suficiente entonces.

— ¡Adiós amado mío!

— El adiós sabe a lejana despedida. ¡Hasta pronto amada mía!

CASA DE LA FAMILIA HAFEZ (BREVE TIEMPO DESDPUÉS)

— ¡Karîm, hijo mío! Finalmente apareces mi amor.

— ¿En qué momento desaparecí, madre? Sabes que estaba trabajando.

— ¡Estoy tan feliz de verte aquí! Alhamd lilhi!

— ¡Karîm, hijo! —exclamó Khaleb Hafez al ver a Karîm—




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