Los Destellos De Aurora

PROFUNDA HERIDA

Los días habían pasado y en vista de que Karîm a la mansión de Byfang no se había asomado y tampoco al teléfono móvil no contestaba ningún llamado, la pequeña Aurora se comunicó con Violette. La amiga del chico. Igualmente extrañada, la joven le expresó su preocupación por los mismos motivos. En días Karîm no había dado señales de vida y según compañeros suyos de la universidad, no se había aparecido en clases en ese mismo lapso de tiempo.

Según lo que Aurora había oído tras las paredes de la mansión, Karîm se encontraba en su apartamento, sin embargo, todo aquel que a buscarlo allí había ido, por el chico, no fue recibido.

— A mí sí me recibirá. Yo necesito saber que le sucede a Karîm. Violette, por favor, acompáñame.

— Por supuesto que voy a acompañarte, Aurorita. También estoy muy preocupada por Karim y deseo saber que le sucede.

De ese modo, Aurora quedó en encontrarse con Violette frente al apartamento de Karîm en horas de la tarde luego de sus clases de ballet. Violette, presa de la preocupación, se había adelantado en subir para intentar que el chico le abriera la puerta, no obstante no obtuvo buen resultado, por lo que imperiosamente tomó la decisión de llamar a un cerrajero que forzara la puerta. Por imprevistos de sus clases de ballet, Aurorita llegó como 20 minutos más tarde.

— ¿Karîm, que sucedió aquí? ¿Qué es todo este tiradero? ¡Dios mío, Karim! ¿Qué tienes? ¿Por qué te encuentras en este estado?

— ¡Quiero morir, Violette! Todo lo que deseo es morir. Morir, morir, morir —repitió una y otra vez dándose golpes en la cabeza con las manos—

— ¿Qué dices? ¡Vamos, levántate del suelo! Déjame ayudarte.

— Suéltame… No quiero levantarme. ¡Quiero que me dejes solo! Vete, Violette. No quiero ver a nadie. No quiero hablar con nadie. Lárgate.

— No voy a dejarte solo y menos en el estado en que te encuentras.

— ya aallah khidhni min hadha alealami! ¡Me quiero morir! ¡Quiero morir!

— Cuéntame por qué estas así. ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Por qué todo tu apartamento está boca para abajo y tú te encuentras en este estado? ¡Dime algo por favor! No te quedes callado.

— ¡Te estoy pidiendo que te vayas, Violette!

— No me iré a ningún lado. Échame si eso quieres, pero yo no me iré por mis propios pies. Sabes que soy tu amiga, Karîm y que puedes contar conmigo en todo, siempre. ¡Déjame ayudarte! ¡Vamos, levántate del suelo!

— Nadie puede ayudarme… Nadie puede ayudar a una persona que nunca existió.

— ¿De qué hablas?

— ¿Cómo pudieron hacerme todo eso? Ellos me borraron de sus vidas. Me ocultaron durante todos estos años. Me engañaron. Me apartaron de mi verdadera madre. ¿Cómo pudieron todos fingir durante tantos años? ¿Cómo? —se lamentó el joven abogado en un mar de llanto y visiblemente perdido en un abismo sin salida—

Aurora finalmente había llegado y al acercarse oyó gritos y alborotos como si alguien estuviese derribando todo a su alrededor. Aquello alarmó a la pequeña y su corazón comenzó a estremecerse del susto. La puerta del apartamento de Karîm yacía dañada y se encontraba entreabierta. Sin nada que pensar ingresó raudamente.

Sin anunciarse, observó todo su alrededor y comprobó con sus propios ojos que realmente todo estaba derribado, como si un torbellino malicioso hubiese hecho su recorrido dentro de aquel apartamento. Unos pasos más adelante encontró a Karîm echado en un rincón. Acurrucado y cubierto del rostro y la cabeza entre sus rodilleras y sus brazos.

— ¿Karîm? —fue todo lo que nació de sus labios con la voz quebradiza—

Junto a él y sentada en el suelo, intentando vanamente de convencerlo para que se pusiera de pie, se encontraba Violette.

El corazón parecía haberse congelado en el pecho de Karîm, al igual que el alma y el propio cuerpo, pues todo en él yacía paralizado. Sus ojos nada observaban y su respiración siquiera un soplo de vida en él delataba.

— ¿Karîm, qué sucedió aquí? ¿Por qué todo está revuelto aquí? ¿Por qué estás llorando?

Vanamente, la pequeña preguntó pues el chico, ninguna de sus preguntas contestó.

Ni siquiera el abrazo de Aurorita causó el mínimo efecto en Karîm. Nada de lo que hacía lograba traerlo de aquella lejanía. Aferrada a su espalda, ella yacía hasta que el chico finalmente leves movimientos, advertía. Karîm sintió la suavidad de las manos de su pequeña princesa y nuevamente en sí mismo se echó a llorar. De lágrimas se había inundado su rostro e intentando arrancarse del pecho, el corazón se apartó de Aurorita bruscamente y sin contemplación.

De espaldas a la pequeña se puso de pie y segundos más tarde desplomado al suelo volvió a caer. Karîm había sufrido una descompensación y Aurorita despavorida con ayuda de Violette lo socorrió.

Entre ambas lograron llevarla hasta su cama, donde quedó tendido, y por parte de las jóvenes, a la espera de que Karîm los ojos abriera.

— ¿Qué fue lo que sucedió, Violette? ¿Por qué Karîm está así? —preguntó la pequeña entre llantos. ¿Por qué revolvió todas las cosas de su apartamento y ni siquiera me habla?

— Ojalá supiera lo que le sucede, Aurorita. Insistí bastante para que me dejara pasar y en vista de que no tuve respuesta, tuve que forzar la puerta. Cuando le pregunté cosas solo me contestó con incoherencias. Me siento tan extrañada y despavorida igual que tú.




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