— ¿Por qué todos callan? ¿Alguien acaso piensa contestarme?
El agente de la DBP, Louis Wieber dio un paso al frente dispuesto a contestar.
— Pues seré yo mismo quien lo haga.
— Habla entonces.
— Bozidar y su hijo Luděk Kocourek están muertos y como han sido siempre los cabecillas de la organización Šarlat Moře, la misma está desintegrada ahora. En estos momentos otra parte del equipo operativo de la DBP está encargándose de todo bajo el mando de agentes de delitos económicos y antinarcóticos porque estas personas al parecer no solo se dedicaban al contrabando de armas.
— El clan Kocourek manejaba una extensa red de tráfico de drogas y se dedicaban al lavado de dinero —Añadió el oficial Rob—
— Todo apunta a que Khaleb Hafez fue quién mató a Bozidar y a su hijo Luděk. Él se encargó personalmente de esas personas —Prosiguió Louis Wieber—
— ¿Mi padre? ¿Dices que mi padre se encargó de matar a esas personas?
— Tal y como lo oyes.
— ¿Y luego qué sucedió? ¿Por qué todo salió tan mal, Louis?
— Hafez sabía dónde localizarlos. Me llamó muy temprano en la mañana para darme información al respecto, pero en vista de que nosotros no podíamos abandonar el plan inicial, pedimos refuerzos a otros miembros de la DBP en coordinación con agentes de delitos económicos y agentes antinarcóticos. Los refuerzos fueron hasta Belm, un municipio en las afueras de Osnabrück donde la familia Kocourek poseía una residencia particular en una zona no muy poblada, y allí fueron hallados todos muertos. En horas de la tarde Hafez volvió a contactar conmigo y me pidió las coordenadas del sitio donde nos encontrábamos, diciéndome que deseaba unirse a nuestro operativo. Disposición que no me pareció del todo descabellado luego de haber oído sus conjeturas. Al unirse a nosotros fue él quien se encargó de retirar tu coche del supuesto parking. Se supone que todo sería rápido según lo planificado para que nadie notara que no eras tú en realidad. Deseábamos sacar el coche de las afueras de aquel parking pese a que éramos conscientes de que probablemente no lograríamos eso tan fácil, y más aún cuando notamos que habían aparecido en la zona dos personas sospechosas que fungían a simple vista de empleados de un lavadero de vehículos de la zona y con las que no contábamos que estuviesen rondando por ahí. En esos momentos no podíamos tomarnos la libertad de averiguarlo pues cualquier mínimo movimiento implicaría arriesgarlo todo. Lo único que queríamos era que el coche fuera emboscado un poco antes de la salida.
— ¿Y sucedió?
— Sucedió… Dos coches le cerraron el paso a Hafez y de uno de ellos descendieron armadas un par de personas en compañía de Katja Gartmann. Desde luego creyendo que eras tú quién se encontraba dentro del coche. Esas personas pidieron que bajaras, pero al notar que tú no estabas allí y que aquello se trataba de una trampa, tuvieron intención inmediata de huir, únicamente que Hafez reaccionó con rapidez al ver a Katja Gartmann y la aprisionó. La redujo a punta de su arma y pidió la cabeza de Hajjâj El-Hashem a cambio de la vida de su nieta. Se suponía que todo debía salir bien. Teníamos ya capturada a Katja Gartmann, y a Hajjâj El-Hashem lo teníamos en nuestras narices, pero no contamos con buena fortuna.
— ¿No contaron con buena fortuna? —Cuestionó con ironía—
— Así fue… para nuestra mala suerte uno de aquellos hombres que se hacía pasar por empleado del lavadero de vehículos del lugar, resultó ser uno de ellos. Se apareció de la nada y disparó contra tu padre dejándolo herido. Como consecuencia desde luego, soltó a Katja y esta escapó. El coche dónde sospechamos que se encontraba Hajjâj El-Hashem arrancó y no detuvo la marcha mientras aquel sospechoso que hirió a tu padre tomó a Katja Gartmann y abordó tu coche junto con ella. Fue así cómo inició la persecución y no nos detuvimos. Íbamos a seguirlos hasta dónde fuera necesario sin embargo en un momento dado, repentinamente perdimos la señal del rastreador que habíamos instalado dentro de tu teléfono móvil y que se encontraba dentro de tu coche.
— Debieron haber sospechado quizás que estaban siendo rastreados por medio de aquel teléfono móvil y decidieron apagarlo —Prosiguió el guardia Rob— Katja habrá reconocido que aquel teléfono móvil te pertenecía y por esa razón decidió volverlo a encender posteriormente para indagar el mismo y descubrir alguna cosa que les pudiera servir. Fue así como de alguna manera lograron llegar hasta el lugar donde se encontraban tú y Aurorita.
— ¡El GPS! —Recordó repentinamente el chico—
El curioso agente Louis Wieber preguntó de inmediato.
— ¿Cuál GPS?
— Aquel teléfono móvil tenía un GPS conectado al móvil de Aurorita. Lo utilizábamos siempre para localizarnos de manera más fácil y rápidamente cuando ella tenía varias actividades durante el día y yo debía llevarla de un lado a otro en medio de mis ocupaciones por la universidad.
Si el chico Karîm podía acabar hundiéndose aún más de culpa, pena y dolor, recordar aquello, parecía haberlo lanzado al abismo de una hoguera que lo consumiría cuál un condenado al mismísimo infierno.
— ¿Entonces fue así cómo supieron sobre la ubicación de la fiesta? —Comentó Lenard otro de los agentes que había fungido de guardia—
— Y fue por esa razón que la niña, al notar por medio de aquel GPS que el coche de Karîm había llegado, se acercó pensando que él se encontraba dentro del mismo —Prosiguió Rob—
Luego de aquel inesperado descubrimiento que dejó enmudecido a todos los miembros del operativo que se encontraban allí, el joven Karîm salió corriendo del sitio en el medio de una tormenta que no cesaba. Y ahogado en su propio llanto, el alma de un pequeño sufría en la antesala del cielo cada una de sus lágrimas.
— Karîm, muchacho… no es conveniente que te alejes demasiado —Advirtió el señor Stewart, siguiendo sus pasos— Estamos en una zona muy peligrosa.