Los Destellos De Aurora

SITIADOS (Parte 1)

Ingresar no fue tarea sencilla y rápida, pero el agente Louis, al parecer, experto en destrabar cerrojos de puertas y ventanas, logró finalmente abrir el acceso de la cocina, y de ese modo pudieron ingresar todos los que habían invadido el predio.

Aquel lugar era una casa en verdad muy grande y bastante similar a la mansión de Byfang por lo que nuevamente debieron distribuirse en el interior en los mismos grupos que habían formado anteriormente para sitiar los principales accesos a la mansión.

— ¡Karîm! Déjame ir delante de ti —Pidió Louis Wieber—

— ¿Por qué? ¿A caso te sientes bien contigo mismo si no eres el líder?

— Me parece increíble en verdad que con todo esto te nazcan las ganas de decir estupideces. Nada de esto es cuestión de liderazgo o algo parecido, y créeme que aquí dentro tú serás mucho más importante que yo y que todas las personas que nos encontramos dentro del operativo. Lo más probable es que nos topemos con alguno de los guardias de la mansión, y si eso llega a suceder será favorable que tú te escondas hasta que sea preciso actuar. Estas personas ni siquiera dimensionan que tú estás aquí por lo tanto será una ventaja a nuestro favor que no te vean pues de ese modo podremos actuar con mayor agilidad en caso de que se nos compliquen las cosas.

— ¡Está bien! —Aceptó el chico—

Una vez ingresados a la mansión, abandonaron la cocina y comenzaron su recorrido por los pasillos de algunas habitaciones del segundo piso. En esas repentinamente quedaron alertados por los llantos de un bebé. Detuvieron la marcha por unos cuantos segundos y notaron que esos llantos se hacían cada vez más cercanos.

Aguardaron unos cuantos segundos y posteriormente decidieron seguir el sonido del mismo. A unos metros observaron a una mujer que salía de una de las habitaciones con un bebé entre sus brazos.

— ¿Quién será esa mujer? —Susurró Louis Wieber— ¡Sígueme, Karîm! Y ustedes dos se quedan aquí vigilando por si alguien se acerque —Ordenó a sus dos hombres—

El llanto de aquel bebé había alertado también a otros miembros del operativo, siguieron el sonido y se encontraron en el mismo punto. Louis les pidió con gesto de silencio que no se movieran de sus puestos y posteriormente fue el primero en ingresar a la habitación, y detrás de él ingresó Karîm.

— ¿Mi amor, eres tú? —Preguntó aquella mujer quien no recibió respuesta a su pregunta— Ya salgo. ¿Podrías cargar un momento al bebé, por favor?

— Karîm, toma al bebé —Ordenó el policía Louis en lo que el mismo se ocultó a un costado esperando a que la mujer saliera del baño—

Al cabo de unos minutos la mujer salió finalmente y quedó absolutamente sorprendida de hallar a dos hombres extraños dentro de la habitación.

— Ssshhh… no se te ocurra gritar —Advirtió Louis— Si guardas silencio, te prometo que todo estará bien.

— ¿Quiénes son ustedes?

— Te acabo de pedir que guardes silencio.

— ¡Por favor! No le hagas nada malo a mi bebé.

— ¿Quién eres tú? ¿Dime cuál es tu nombre?

— No dañen a mi bebé. ¡Se los suplico! —Repitió entre sollozos—

— Contesta a mi pregunta ahora —Reiteró el policía apuntándola con un arma—

— ¡Annika!

— ¿Anikka, que?

— Annika Eckenbach.

— ¿A quién estabas hablándole desde el baño? ¿Cuántas personas se encuentran en este lugar ahora mismo? Contéstame y sin engaños.

— Cuatro personas. Mi bebé y yo, luego mi esposo y su hija. Mi hijastra.

— Dime los nombres de tu esposo y de tu hijastra.

— Da…

Sonaron repentinamente todas las alarmas dentro de la mansión, dejando en alerta a todos pues muy probablemente algunos de los miembros del operativo habían sido descubiertos. Quizás para ese entonces todo aquel lugar había quedado ya absolutamente en alerta por lo que el policía Louis en medio de una arriesgada improvisación tomó a la mujer y la amordazó con la intención de tenerla como anzuelo a ella y también al bebé en caso de que fuera necesario.

— Ahora tú y yo saldremos de esta habitación y nos dirigiremos hasta dónde se encuentra la habitación de tu hijastra.

Aguardando la señal de los guardias que se encontraban vigilando en los pasillos de la habitación, Louis y Karîm esperaron unos cuantos segundos hasta que la tuvieron finalmente y pudieron salir. Con mucho sigilo caminaron por uno de los pasillos dirigidos por aquella mujer hasta llegar e ingresar a la habitación dónde se encontraba su hijastra.

— ¡Mira nada más a quién tenemos aquí, Karîm! —Exclamó mientras ingresaban y seguía apuntando con su arma a la mujer—

— ¡No te atrevas a gritar! No lo hagas porque acabaré contigo aquí mismo y ahora. —Advirtió el chico al notar de inmediato de quién se trataba—

— ¿Qué haces aquí? No puede ser... Se supone que tú deberías estar muerto también.

— Guarda silencio.

— Dijeron que había ocurrido un atentado en los predios de una fiesta escolar. Lo oí en las noticias. ¿Acaso solo le dieron a tu pequeña reina de París?




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