Los Días del Hambre

Capítulo 3: La Sombra de la Verdad

Logan caminó con el mapa en la mano, como si cada marca, cada trazo, fuera un pedazo del rompecabezas que, hasta ese momento, le había sido imposible resolver. El peso de la mochila lo empujaba hacia adelante, pero la sensación de que algo mucho más grande estaba en juego lo mantenía centrado. El mapa no era solo un objeto. Era una promesa. Una clave. Y aunque la incertidumbre lo roía, no podía dejarlo ir.

La ciudad estaba muerta. Lo que quedaba de ella solo era una sombra de lo que alguna vez fue. La descomposición no solo afectaba a los edificios y las calles; el virus había devorado cada rincón de la humanidad. Sin embargo, las marcas en el mapa lo llamaban. En un mundo donde la vida era solo una moneda de cambio, este mapa representaba la única oportunidad de encontrar respuestas. Respuestas a la oscuridad que ahora lo envolvía.

Los infectados ya no eran solo criaturas que atacaban por hambre. Había algo más en ellos, algo que Logan no había comprendido hasta ahora. El virus no solo los había convertido en monstruos. Los había usado. Manipulado. Pero la verdadera pregunta era: ¿quién o qué estaba detrás de todo esto?

El aire estaba cargado de humedad, la niebla comenzaba a arrastrarse por las calles desiertas. Logan no se detuvo, avanzó con determinación, sabiendo que cada minuto que pasaba aumentaba la probabilidad de que lo atraparan. Los infectados nunca dormían. Y los hombres… los hombres siempre estaban ahí, al acecho. Los sobrevivientes que, como él, aún se mantenían en pie eran los más peligrosos.

Mientras caminaba, sus pensamientos volvían una y otra vez al hombre que había matado en la calle. La sensación de frialdad había sido rápida, casi automática. No había duda: el instinto de supervivencia era todo lo que quedaba. Sin embargo, algo en él le decía que ese encuentro no había sido una simple coincidencia. El mapa, las marcas… quizás había algo más de lo que pensaba.

Al llegar a un antiguo edificio de oficinas, Logan notó algo inusual. Una puerta entreabierta, una rendija que dejaba escapar una débil luz. Un resplandor tenue que no encajaba con la oscuridad que lo rodeaba. Su cuerpo reaccionó al instante. La mochila cayó de su espalda, se deslizó por el suelo y se desvió detrás de una columna de concreto, mientras él avanzaba con cautela.

La puerta se cerró con un crujido bajo, un sonido casi imperceptible, pero suficiente para que Logan lo notara. Con el mapa en la mano, avanzó unos pasos más hasta quedar justo fuera de la entrada. Desde allí, podía ver a través de la rendija, una figura moviéndose lentamente en la penumbra. ¿Quién o qué era?

Sus dedos se cerraron alrededor de la empuñadura de su cuchilla, y sus ojos no dejaban de observar, esperando el momento adecuado. El silencio en el edificio era absoluto, pero la atmósfera estaba cargada de una tensión insoportable.

Finalmente, una voz baja y rasposa rompió la quietud.

“Sé que estás ahí, Logan.”

El tono era frío, pero había algo familiar en esa voz. Algo que hizo que una punzada de incomodidad recorriera su espina dorsal. Logan dio un paso atrás, su corazón latía con fuerza. ¿Quién más sabía su nombre? ¿Quién más podía estar tan seguro de su presencia?

“Sal de las sombras, Logan. No tienes por qué temerme.”

La voz continuó, pero ahora había un retazo de algo más: una seguridad que solo podía provenir de alguien que sabía más de lo que aparentaba. No era uno de los infectados. No era un sobreviviente común. Era alguien que, por alguna razón, lo estaba esperando.

Logan no podía permitirse perder el control. Sabía que la desconfianza era su mejor aliada, y por más que su curiosidad le quemara por dentro, no iba a dejarse engañar. Decidió enfrentarse a la figura en la oscuridad.

Con un rápido movimiento, empujó la puerta, desenvainó su cuchilla y se adentró en la habitación. El aire estaba denso y pesado. La figura estaba en una esquina, de espaldas, y no giró hacia él. Pero Logan no bajó la guardia.

La figura habló nuevamente, sin moverse: “Has llegado hasta aquí, y ahora solo queda una cosa que necesitas saber: la verdad. El origen del virus no es lo que crees. Y tú eres clave para detenerlo.”

Logan frunció el ceño, la palabra “origen” flotando en su mente. “¿Quién eres?”

La figura se dio vuelta lentamente, y a medida que lo hacía, Logan sintió una mezcla de sorpresa y horror. Delante de él estaba una mujer, pero no como las que había conocido antes. Su rostro era marcado por cicatrices y cicatrices recientes, como si hubiera vivido tantas vidas como él. Pero lo que más le impactó fueron sus ojos: fríos, calculadores, pero con una chispa de humanidad. Y, sin embargo, su mirada estaba vacía. Como si no perteneciera a este mundo.

“Mi nombre es Irene,” dijo, “y te he estado esperando.”



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En el texto hay: zombies, thriller, supervivencia

Editado: 02.04.2025

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