Los Días del Hambre

Capítulo 6: En el Corazón del Abismo

La puerta metálica se cerró con un resonante clic, sumiendo a Logan y a Irene en la penumbra. El aire estaba viciado, denso como si el tiempo se hubiera detenido en ese lugar. Los muros de concreto, cubiertos por capas de moho y hongos, parecían haber sido abandonados hacía años, pero Irene avanzaba como si conociera cada rincón, guiando a Logan a través del oscuro pasaje.

El eco de sus pasos resonaba a través de los pasillos vacíos, creando una atmósfera de opresión que envolvía todo. Ningún sonido más rompía el silencio: no había el crujido de los infectados, ni las llamadas de los cazadores. Solo el suave zumbido de cables rotos y luces parpadeantes que colgaban del techo, como si el edificio aún intentara respirar, resistiéndose a la muerte que lo había invadido.

Logan apretó su cuchillo con fuerza, aunque sabía que el miedo era la peor de las armas en ese mundo. Cada sombra podía ser una amenaza, cada esquina podría esconder lo peor que la humanidad había creado, y por encima de todo, la incertidumbre lo carcomía. El virus había devastado a la humanidad, pero el verdadero peligro era lo que quedaba detrás de él: aquellos que se habían aprovechado del caos para poner en marcha sus propios experimentos.

“¿Por qué nos hemos metido aquí?” preguntó Logan en voz baja, rompiendo el silencio entre ellos. Su mente todavía se aferraba a la idea de que podría haber otra forma de supervivencia, que podrían encontrar algo que les diera esperanza. Pero este lugar... este lugar era solo una extensión del abismo en el que el mundo se había convertido.

Irene no respondió de inmediato. Caminaba con la mirada fija en el oscuro pasillo que se extendía ante ellos. Su rostro era una máscara de concentración, pero Logan vio cómo sus ojos brillaban con una mezcla de determinación y algo más, algo que no quería entender del todo.

“Porque aquí es donde comienza todo. Este es el origen. El laboratorio. El centro de donde se desató todo lo que conocemos ahora como el fin del mundo.”

Logan se detuvo un momento, sus pasos quedándose atrás. El corazón le dio un vuelco. Todo lo que había sucedido, todo lo que había perdido, había comenzado en este lugar. El laboratorio. El lugar donde la humanidad había jugado a ser dios, creando algo que no podía controlar, algo que había arrasado con ellos. Y tal vez, solo tal vez, aquí encontraría respuestas. Pero, ¿a qué costo?

“No puedo decirte todo lo que sé. Pero te prometí que la verdad está aquí. Y si no encontramos la información que necesitamos, entonces, no hay esperanza.”

La respuesta de Irene no lo tranquilizó, pero algo en su voz, algo en su mirada, lo convenció de que ella estaba dispuesta a arriesgarlo todo. Y eso le dio algo más en qué aferrarse: la promesa de que, al menos, no estaría solo en este viaje al infierno.

Avanzaron por el pasillo, que parecía interminable, hasta que llegaron a una puerta pesada, blindada, con una cerradura electrónica que parpadeaba débilmente. Irene se acercó a ella con la misma seguridad con la que había manejado la llave antes. “Este es el acceso principal,” murmuró. “Aquí es donde los experimentos se realizaron.”

Logan observó cómo Irene manipulaba el panel de control junto a la puerta, tecleando algo en la pantalla, y vio cómo las luces de la cerradura cambiaban de rojo a verde. Un chasquido metálico resonó en el aire, y la puerta se abrió lentamente, revelando una sala de observación. Lo primero que notó fue el frío. El aire estaba helado, como si alguien hubiera dejado el clima acondicionado en su máxima potencia. Y luego, la luz. Una luz blanca, que iluminaba todo en el interior, creando sombras alargadas en las paredes.

Dentro, las paredes estaban cubiertas por pantallas y dispositivos de monitoreo. Archivos esparcidos por mesas, papeles arrugados, y monitores de computadora desconectados daban la sensación de un laboratorio abandonado a la prisa. Pero no era un abandono natural, sino el tipo de caos que dejaba atrás algo mucho más grande que una simple evacuación: se había ido demasiado lejos en la investigación. La humanidad había cruzado un límite, y lo que se encontraba allí ya no podía regresar.

“Este es el corazón del laboratorio,” dijo Irene, con una expresión sombría. “Y este es el lugar donde todo comenzó. Aquí están los registros de los primeros experimentos, los informes, las pruebas... Aquí nos enteramos de lo que realmente sucedió.”

Logan observó los monitores y los archivos desordenados con una sensación de creciente ansiedad. Cada uno de esos papeles, cada uno de esos registros, podía tener las respuestas que tanto había buscado. Pero también podía ser la puerta hacia algo mucho más oscuro.

Se acercó a una mesa cubierta de papeles arrugados. Tomó uno entre sus manos, con cuidado, como si temiera que se desintegrara en sus dedos. En la parte superior, estaba marcado con una palabra: Proyecto Omega.

“¿Proyecto Omega?” murmuró Logan, pasando los ojos por el documento. La letra pequeña le daba escalofríos, pero algo en su interior le decía que esa era la clave. Esa palabra resonaba en su cabeza. Proyecto Omega. ¿Era el nombre de un virus? ¿De un experimento? ¿O algo peor?

Irene no dijo nada, pero la tensión en su rostro lo dijo todo. Ella también había visto el nombre. El Proyecto Omega no era solo un experimento más; era la causa de todo lo que había sucedido.

Y, por un momento, Logan tuvo la sensación de que habían entrado en una trampa de la que no habría salida. Este lugar no solo albergaba los secretos del virus, sino también los secretos de la caída de la humanidad.



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En el texto hay: zombies, thriller, supervivencia

Editado: 02.04.2025

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