Los Días del Hambre

Capítulo 9: En las Profundidades

El túnel se extendía ante ellos como una herida en el suelo de la ciudad, un pasaje oscuro y silencioso que parecía tragarse cualquier atisbo de esperanza. El eco de sus pasos resonaba en las paredes de concreto, amplificando el peso de la desesperación que se cernía sobre ellos. Cada respiración era un recordatorio de que, aunque lograron escapar momentáneamente, el peligro nunca los dejaba.

Logan miró a su alrededor, pero la oscuridad lo envolvía todo. Solo la luz débil de su linterna quebraba la negrura, proyectando sombras largas y distorsionadas en las paredes. Irene iba al frente, manteniendo el paso rápido y firme, como si no hubiera un solo instante de duda en su mente.

“¿De dónde crees que viene este túnel?” preguntó Logan, su voz apenas un susurro, consciente de que el ruido podía atraer la atención indeseada. “¿Y por qué está tan bien oculto?”

Irene no se detuvo, pero su mirada se deslizó por encima de su hombro, cruzándose con la de él. Sus ojos, fríos y calculadores, apenas se inmutaron ante la pregunta.

“Probablemente lo construyeron los mismos que hicieron el virus”, respondió, sin titubeos. “Una ruta secreta, para que los que tenían el control pudieran moverse sin ser detectados. Es posible que fuera una de las formas de transporte para los materiales de investigación, para mover a los infectados o cualquier otra cosa que no querían que se supiera.”

Logan frunció el ceño, reflexionando sobre sus palabras. Era aterrador pensar que, mientras él y el resto del mundo luchaban por sobrevivir, había quienes se aprovechaban del caos, manipulando todo desde las sombras. No era la primera vez que Irene hablaba de conspiraciones o de personas que aún controlaban el destino de los demás, pero cada vez que lo hacía, la inquietud se apoderaba de él.

“¿Y qué haremos cuando lleguemos al final?” preguntó Logan, aunque sabía que la respuesta era tan incierta como su futuro.

“No lo sé”, admitió Irene, su voz mucho más suave ahora, pero cargada con una tensión palpable. “Pero tenemos que llegar hasta el final. Tenemos que entender qué fue lo que realmente pasó. Si el virus fue creado... entonces hay alguien a quien enfrentarnos.”

Un escalofrío recorrió la espina de Logan. Aunque quería creer que era posible encontrar una salida, algo dentro de él sabía que el final de este camino podría ser mucho más oscuro de lo que estaba dispuesto a enfrentar. El mundo se había ido al infierno demasiado rápido como para imaginar que hubiera alguna solución sencilla. Pero no había vuelta atrás. Ya estaban demasiado cerca.

El sonido de sus pasos los acompañó por varios metros más, hasta que llegaron a una bifurcación en el túnel. A la izquierda, un pasillo más estrecho se adentraba aún más en la oscuridad. A la derecha, las paredes parecían más deterioradas, como si el tiempo y el abandono hubieran hecho su trabajo. Pero algo en la derecha llamó la atención de Logan: un tenue resplandor que parpadeaba de forma irregular, como una luz de emergencia que aún luchaba por mantenerse encendida.

“¿Qué es eso?” preguntó, señalando la luz.

Irene se detuvo y también observó en silencio. La luz parpadeó otra vez, y por un momento, Logan pensó que podría ser una señal, un indicio de que alguien más estaba cerca. Pero Irene, al igual que él, no se atrevió a moverse de inmediato. Habían aprendido a ser cautelosos, a no fiarse de ninguna fuente de luz en este mundo devastado.

“Vamos a investigar”, dijo finalmente Irene, su voz decidida. “Pero mantén los ojos bien abiertos. No estamos solos.”

Logan asintió, con la mano firmemente aferrada a su pistola. Juntos, caminaron hacia el resplandor, avanzando con cautela, la tensión palpable en el aire. A medida que se acercaban, la luz parpadeaba con más fuerza, pero algo no encajaba. El resplandor parecía artificial, como si estuviera alimentado por alguna fuente eléctrica, algo que no era común en las ruinas que los rodeaban.

Cuando llegaron a la entrada del cuarto iluminado, Irene hizo un gesto con la mano, pidiendo silencio. Logan contuvo la respiración, observando cómo ella echaba un vistazo al interior. En ese momento, el brillo de la luz lo cegó por un instante, pero su visión se fue aclimatando rápidamente. El lugar era un laboratorio improvisado, lleno de equipos viejos y maltratados, cables que colgaban del techo y máquinas que emitían ruidos extraños.

Y lo peor de todo, en el centro de la sala, había una figura.

Era un hombre, o al menos lo parecía. Su rostro estaba marcado por la descomposición, y su cuerpo, aunque humano, estaba rodeado de tubos y cables que lo conectaban a las máquinas. La luz venía de una pantalla cerca de él, que parpadeaba con datos incomprensibles.

Logan dio un paso atrás, el horror pintándose en su rostro. “¿Qué diablos es esto?”

Irene frunció el ceño. “Alguien ha estado experimentando aquí… y no solo con los infectados.”

El hombre en el centro de la sala no parecía moverse, pero su respiración era claramente audible, arrastrada y profunda, como si estuviera luchando por mantenerse vivo. La escena era desconcertante, pero no podían permitirse perder tiempo. Cada segundo en ese lugar podría significar una oportunidad perdida, o algo peor.

“Tenemos que destruir todo esto”, dijo Irene, con una determinación fría. “Si estos son los restos de lo que empezó todo, no podemos dejar que quede nada.”

Logan asintió, pero el peligro seguía rondando. Mientras Irene se acercaba a la mesa de control para intentar apagar las máquinas, Logan observó los alrededores, cada sombra, cada rincón. En este mundo, incluso lo que parecía muerto podía estar esperando a atacar.

De pronto, un ruido sordo resonó detrás de ellos. Logan giró rápidamente, apuntando con la pistola, pero no había nadie. La respiración de Irene se detuvo por un instante mientras ambos compartían una mirada de preocupación.

El silencio se rompió solo por el sonido de las máquinas, que parecían cobrar vida propia.



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En el texto hay: zombies, thriller, supervivencia

Editado: 02.04.2025

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