La sensación de peligro crecía a cada segundo. El ambiente se volvía más pesado con cada respiración, y las sombras en las paredes del laboratorio parecían moverse por su cuenta. Logan ajustó la empuñadura de su pistola, pero el sudor recorría su frente mientras observaba el espacio oscuro detrás de ellos. Algo no estaba bien.
Irene, que se había acercado a la mesa de control, movió los cables de un lado a otro, intentando desconectar las máquinas. Pero las pantallas parpadeaban con más intensidad, mostrando imágenes distorsionadas que se reflejaban en los ojos de Logan. Eran gráficos incompletos, datos irrelevantes, pero algo en ellos le dio un escalofrío en la espina dorsal.
“¿Qué está pasando aquí?” murmuró Logan, sin apartar la vista del extraño aparato que emitía luz a su alrededor.
Irene no respondió de inmediato, completamente concentrada en la tarea de intentar desactivar todo lo que pudiera ser un peligro. Pero entonces, algo cambió. Un sonido bajo, como un zumbido metálico, empezó a llenar el aire. Los cables conectados al hombre en el centro del laboratorio comenzaron a vibrar, y las máquinas emitieron un pitido sordo. Algo estaba tomando control.
De repente, el hombre en el centro de la habitación se movió.
El movimiento fue casi imperceptible, una ligera agitación en su pecho, como si su cuerpo se estuviera despertando de un largo letargo. Los tubos que lo conectaban a las máquinas se tensaron, y el sonido de los sistemas comenzó a intensificarse. Irene dio un paso atrás, dejando de manipular los controles.
“¡Logan, aléjate de ahí!” gritó, señalando al hombre.
Antes de que pudiera reaccionar, el hombre abrió los ojos. Pero no eran ojos humanos. Eran rojos, inyectados en sangre, y brillaban con una intensidad aterradora. Sus labios se movieron, pero no emitió palabra alguna. Sin embargo, el zumbido de las máquinas lo hacía parecer casi... vivo.
Logan retrocedió, pero el hombre en el centro de la habitación no lo perdía de vista. Sus movimientos eran lentos, como si estuviera luchando contra una energía interna, como si el cuerpo no estuviera preparado para lo que la tecnología le había hecho.
“¿Qué diablos es esto?” preguntó Logan, sintiendo una oleada de terror al ver la imagen de esa figura descompuesta, conectada a esos cables, como si fuera una máquina más.
Irene lo miró, sus ojos fríos como siempre, pero ahora con una chispa de desesperación. “Este no es un hombre, Logan. Es un experimento. Un intento de crear algo más allá de lo humano. Algo que pueda sobrevivir a lo que nosotros no podemos.”
Las palabras de Irene se clavaron en la mente de Logan como dagas. Un experimento... El virus. La conexión entre esos sujetos y la infección que los había arrasado, ¿era este hombre el producto de todo? ¿Era esto lo que había pasado cuando los científicos creyeron que podían jugar con la naturaleza?
El hombre dejó de moverse, y el aire se volvió espeso. En un instante, todo en la sala pareció detenerse. Pero los cables siguieron vibrando.
Fue entonces cuando Logan notó algo más. En una de las pantallas, algo cambió. Un mensaje apareció en letras grandes, parpadeando con intensidad:
"PROGRAMA COMPLETADO. FASE DOS INICIADA."
El corazón de Logan dio un vuelco. Fase dos. Eso no sonaba nada bien.
De repente, un grito desgarrador salió de la garganta del hombre en el centro de la habitación. Era un grito humano, pero distorsionado, casi inhumano, lleno de dolor y desesperación. El sonido reverberó en las paredes del laboratorio, y Logan sintió cómo el aire se volvía irrespirable, como si la atmósfera misma se estuviera alterando.
“¡Vamos!” ordenó Irene, tomando a Logan del brazo y tirando de él hacia la salida. Pero antes de que pudieran moverse, las luces comenzaron a parpadear con más fuerza, y el hombre —o lo que quedaba de él— comenzó a convulsionar violentamente.
Los cables conectados a su cuerpo se tensaron con un ruido sordo, y una energía oscura y sucia empezó a emanar de su figura. Los tubos comenzaron a emitir un vapor blanco y espeso, cubriendo todo el laboratorio en un instante.
El hombre se levantó con un movimiento brusco, deshaciéndose de los cables que lo mantenían atado, y en un parpadeo, estuvo frente a ellos. Su rostro ya no era humano, no lo había sido desde el principio, pero ahora estaba deformado por una mezcla de tecnología y carne corrupta.
“¡No podemos quedarnos aquí!” gritó Irene, empujando a Logan hacia la salida mientras el monstruo se acercaba a ellos, con una velocidad inhumana.
Logan intentó retroceder, pero el hombre—si aún podía llamarse así—los rodeó con una rapidez brutal. Los cables que se habían soltado de su cuerpo ahora flotaban a su alrededor como serpientes, listas para atacar. La presencia de esa cosa era aterradora, y la sensación de muerte se cernía sobre ellos como una sombra.
Justo cuando Logan pensó que ya no había salida, el hombre levantó un brazo, apuntando hacia ellos. Una chispa de electricidad recorrió el aire, iluminando brevemente la sala, y Logan vio cómo una corriente de energía pura comenzaba a formarse en sus dedos.
El hombre estaba listo para lanzar un ataque mortal.
“¡Ahora!” Irene gritó, y sin pensarlo dos veces, Logan disparó.
Editado: 02.04.2025