Los Días del Hambre

Capítulo 15: El Precio de la Verdad

Logan caminaba a paso firme, con Irene en brazos. La ciudad en ruinas se desplegaba ante él, un mar de escombros y sombras que parecían querer tragarlos. La oscuridad ya se había asentado por completo, y las estrellas, ocultas por la niebla densa y el humo que salía de los edificios colapsados, apenas se asomaban entre las nubes. La atmósfera estaba cargada, como si todo el peso del mundo apretara sobre sus hombros.

A cada paso, el cansancio lo consumía un poco más, pero el miedo a perderla lo mantenía despierto. Irene seguía inconsciente en sus brazos, y aunque su respiración era regular, su cuerpo estaba frío, como si hubiera quedado atrapada en un estado entre la vida y la muerte.

Al llegar a lo que quedaba de un pequeño refugio improvisado, Logan la depositó cuidadosamente sobre el suelo. Sus manos temblaban mientras la cubría con lo poco que quedaba de una manta rota. Se detuvo un momento, observándola, sin saber si debía sentir alivio o temor. Había detenido la destrucción del laboratorio, pero algo le decía que la batalla real aún estaba por comenzar.

La noche era inquietante, los ecos de los infectados resonaban en la distancia, y el sonido de pasos metálicos aún retumbaba en su mente. Sabía que el hombre-robot no los había dejado atrás; estaba esperando, acechando, listo para lo que fuera necesario para acabar con ellos.

Logan se dejó caer al suelo, agotado, su cuerpo clamando por descanso. Pero no podía permitírselo. No mientras Irene estuviera en ese estado. Su mirada recorrió el refugio, buscando algo que pudiera ayudar. En las sombras, sus ojos se detuvieron en una caja metálica que había sido destrozada por el paso del tiempo, pero parecía que aún contenía suministros.

Sin pensarlo, se levantó nuevamente y se dirigió hacia la caja. Dentro, encontró lo que necesitaba: una pequeña botella de agua, algunas pastillas que no podía identificar, y un par de vendas. No era mucho, pero suficiente para darle a Irene algo de lo que su cuerpo necesitaba para resistir.

Cuando volvió a su lado, se sentó junto a ella, mirando cómo su respiración se estabilizaba. Había algo perturbador en ese momento. Aunque Irene estaba viva, algo más en ella parecía estar apagado, como si no fuera completamente ella misma. Los ojos de Logan se entrecerraron, buscando una respuesta que no tenía. El origen del virus, la máquina cibernética, todo lo que había sucedido... ¿Qué conexión tenían?

Era evidente que la historia no era lo que parecía. El laboratorio había sido solo el principio. Había algo más, algo mucho más profundo que nadie había anticipado. Logan no era un experto en virus o en genética, pero sabía que había algo más en esa sala de experimentos. Algo que no solo había desatado la plaga, sino que lo había cambiado todo. Algo que podía ser la clave para comprender no solo la causa del apocalipsis, sino también para acabar con él.

Logan tomó un sorbo de agua, el frío lo despertó un poco, y por un breve instante, se permitió pensar en lo que vendría después. La ciudad estaba llena de peligros, pero esa máquina, ese hombre-robot, seguía siendo su mayor amenaza. No podía permitirse pensar que habían ganado; todo seguía pendiente.

Irene despertó, su cuerpo moviéndose lentamente como si estuviera saliendo de un sueño profundo. Sus ojos se abrieron con dificultad, y por un momento, solo la oscuridad la rodeó. Pero cuando vio a Logan, un destello de claridad pasó por su mirada, y ella levantó una mano hacia él.

"¿Logan... qué... qué ha pasado?", murmuró, su voz débil pero firme.

Logan suspiró aliviado, pero no se atrevió a bajar la guardia. "Estás a salvo por ahora. El laboratorio... la máquina... la destrucción. Pero el hombre-robot... no se ha ido. Está esperando. Y si no encontramos una forma de detenerlo, estaremos atrapados."

Irene intentó incorporarse, pero el dolor la detuvo. Sus ojos pasaron rápidamente por el entorno, notando las ruinas, el caos que se extendía más allá. "Esto... todo esto no fue un accidente, ¿verdad? Ellos... sabían lo que estaban haciendo. No solo crearon al virus, lo sembraron."

Logan la miró, y por un momento, comprendió. Irene tenía razón. El virus no había sido algo que simplemente se desató por azar. Había sido una creación, una herramienta. Y si algo lo había originado, era probable que estuviera relacionado con lo que encontraron en el laboratorio.

"Lo que vimos allí... no era solo ciencia, Irene", dijo Logan, su voz grave. "Era un experimento. Un experimento que salió mal. Y eso... es lo que desencadenó todo esto."

Irene asintió lentamente, como si las piezas comenzaran a encajar en su mente. "El hombre-robot... no es solo una máquina. Él es... el primer paso hacia lo que planeaban."

"Sí", dijo Logan con firmeza. "Él es parte de lo que iniciaron. Pero no va a detenerse, Irene. Si queremos sobrevivir, tenemos que destruir lo que queda de su trabajo. Y debemos hacerlo antes de que él lo haga primero."

Una sombra de duda cruzó los ojos de Irene. "Y si no podemos detenerlo, Logan... ¿qué nos queda?"

Logan respiró profundamente. La verdad era clara, pero también aterradora: "Si no podemos detenerlo, todo estará perdido. La humanidad, el futuro, todo. Solo queda una opción: detenerlo a él."

Por un momento, todo se quedó en silencio, como si el mundo mismo estuviera esperando su decisión. Y, aunque el miedo y la incertidumbre se cernían sobre ellos, había algo más en sus ojos: una chispa de esperanza, tan débil como una vela a punto de extinguirse, pero lo suficientemente fuerte como para seguir adelante.

La cuenta atrás había comenzado nuevamente, pero ahora, sabían lo que tenían que hacer.



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En el texto hay: zombies, thriller, supervivencia

Editado: 02.04.2025

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