La ciudad estaba muerta, pero las sombras de sus antiguos habitantes seguían acechando. Cada rincón de Valgrís parecía esconder secretos oscuros, murmullos del pasado que se negaban a ser olvidados. Logan caminaba entre las ruinas con una sensación creciente de que el tiempo se les escapaba, que había algo que se les estaba escapando entre los dedos, algo que debía ser descubierto antes de que fuera demasiado tarde.
Irene caminaba detrás de él, sus pasos sonaban extraños, descoordinados. Logan no podía evitar sentirse incómodo, como si la distancia entre ambos se hubiera ampliado desde su encuentro con Adrien. Había algo en su comportamiento que le hacía dudar, pero no era el momento de hablar sobre eso. El mundo ya estaba roto, y la lucha por la supervivencia lo mantenía en un estado de alerta constante.
"Logan, necesitamos hablar", dijo Irene, su voz temblorosa.
Logan no se detuvo. No le respondió, pero pudo sentir la urgencia en sus palabras. Sabía que algo estaba pasando, algo que la hacía cambiar. Sin embargo, no tenía tiempo para lidiar con dilemas personales ahora. No con lo que sabían, no con lo que estaba por venir.
El grupo había partido de la vieja estación de trenes, con la esperanza de encontrar algo que les diera una ventaja. Tal vez algún refugio seguro, alguna pista que los llevara a una respuesta. Pero todo lo que encontraban eran más cadáveres, más víctimas de la plaga, más edificios caídos que parecían hacer eco del silencio que invadía la ciudad.
"¿Qué pasa con Adrien?", preguntó Irene, rompiendo el silencio después de un rato. "¿Es cierto lo que dijo? ¿Acerca del experimento, de las corporaciones?"
Logan la miró, su rostro imperturbable. No quería admitirlo, pero una parte de él también tenía miedo de lo que Adrien había revelado. Si aquello era cierto, significaba que no solo la plaga era un problema. Era la punta del iceberg, la parte visible de algo mucho más grande, más peligroso.
"No lo sé", dijo Logan finalmente. "Pero si tiene razón, si todo esto es parte de algo más grande... tenemos que estar preparados. No podemos quedarnos aquí. Valgrís es un cementerio, y las respuestas no están entre los muertos."
Irene asintió lentamente, pero Logan pudo ver que las dudas seguían carcomiéndola. Era comprensible. Estar en un lugar tan devastado, donde los muertos caminan entre los vivos, donde cada esquina puede esconder una trampa, era suficiente para que cualquiera perdiera la cordura. Pero Irene no era cualquiera. Había sido dura, una luchadora. Y Logan había confiado en ella. Ahora más que nunca, su lealtad sería puesta a prueba.
"¿Y qué vamos a hacer?", preguntó ella con una sombra de desesperación en la voz.
Logan dejó escapar un suspiro. No tenía todas las respuestas, pero sí una misión: encontrar lo que causó esto. Descubrir el origen de la plaga. Descubrir por qué los humanos se habían convertido en monstruos y qué papel jugaban las corporaciones, el gobierno, o cualquier otra entidad que pudiera estar detrás de la catástrofe.
"Vamos a seguir el rastro. A donde sea que nos lleve", dijo él, con determinación. "Y no habrá vuelta atrás."
Irene lo miró fijamente, como si pudiera ver más allá de su exterior endurecido. Por un momento, Logan dudó, sintió que algo se rompía entre ellos. Tal vez era la desesperación o el miedo. O tal vez, algo mucho más profundo. Pero no podía parar. No podía permitirse ser débil. No ahora.
El camino que seguían no tenía nombre. Eran sombras sobre un paisaje devastado, marchando hacia lo desconocido, hacia una verdad que, cuando fuera revelada, podría ser su perdición. Pero había algo en ese vacío, en la oscuridad que los rodeaba, que les mantenía en pie. Si no avanzaban, se quedarían atrás. Si no luchaban, serían devorados.
"Logan", dijo Irene en voz baja, como si temiera lo que estaba a punto de decir. "Creo que te estoy ocultando algo."
Logan la miró por encima del hombro, su expresión fría. Había algo en su voz, algo que le decía que había llegado el momento de las revelaciones. "¿Qué pasa?"
Irene tragó saliva, luego dio un paso adelante, más cerca de él. "No te lo he contado, pero... antes de que todo esto empezara, antes de que Valgrís cayera, yo... trabajaba para una de las corporaciones. Para una de las que estaba investigando el virus."
Logan se detuvo en seco, el corazón le dio un vuelco. La traición no venía de afuera. Venía de adentro.
"¿Qué estás diciendo?" Su voz era baja, peligrosa.
"Yo... sabía que algo se venía. Sabía que lo que estaba pasando no era un accidente. Pero no podía hacer nada. Nadie podía. Y ahora..." Irene vaciló, su voz quebrándose. "Y ahora, estoy atrapada aquí con ellos. Con los muertos y los sobrevivientes. He mentido, Logan. He mentido todo el tiempo."
Logan no podía creer lo que oía. La había confiado en la oscuridad, en las ruinas, en medio de la muerte. Pero ahora, las piezas comenzaban a encajar. La duda que había sentido desde el principio se hacía carne, y con ella, el miedo. El miedo de que los enemigos no solo estaban fuera de ellos, sino también dentro.
"¿Por qué no me lo dijiste antes?", preguntó, sus ojos ardiendo con furia contenida.
"Porque no había oportunidad", respondió ella, su voz rota. "Y no sabía en quién confiar. No sé si aún puedo confiar en mí misma."
Logan apretó los dientes, intentando procesar lo que acababa de escuchar. Pero en ese momento, algo cambió en él. El camino que había tomado con Irene ya no era solo una cuestión de supervivencia. Era una cuestión de justicia. Y si su compañera estaba involucrada en lo que había causado este infierno, no importaba cuánto le costara, él descubriría la verdad.
"Vamos", dijo finalmente, su tono más firme que nunca. "Pero si hay algo más que me ocultas, lo sabré. Y no habrá perdón."
Juntos, siguieron adelante, sin saber que cada paso los acercaba más a la verdad… y a una nueva pesadilla.
Editado: 02.04.2025