El sol ya no se veía en Valgrís. La oscuridad era densa, como si la misma ciudad hubiera sido tragada por las sombras, incapaz de escapar. El aire estaba impregnado de un olor metálico y a quemado, que se aferraba a la piel, al cabello, como si la ciudad hubiera decidido quedarse con todo lo que alguna vez fue humano. Cada paso que daban Logan e Irene resonaba en las calles vacías, la constante sensación de que algo les observaba, acechando, se volvía insoportable.
Había algo en el aire esa noche, algo que no podían explicar. El silencio de la ciudad era opresivo, pero también cargado de expectativas. Sabían que el centro de la conspiración estaba cerca, y con cada metro que avanzaban, el peso de la verdad se hacía más pesado, más mortal.
El edificio que se alzaba ante ellos era imponente, una estructura de concreto que parecía haberse resistido al paso del tiempo. La fachada, aunque dañada por el paso de los años y el caos, aún mantenía el carácter que una vez tuvo, un símbolo del poder que ahora se había desvanecido en la oscuridad.
"Irene, ¿estás segura de que este es el lugar?" La voz de Logan era baja, casi inaudible, pero con una firmeza que solo él podía transmitir.
Irene asintió, su mirada fija en el edificio. "Este es el corazón de todo, Logan. Aquí es donde todo comenzó. Y si vamos a detener esto, tenemos que entrar."
Logan observó los alrededores, asegurándose de que no hubiese sorpresas, de que no fueran observados. Pero el ambiente seguía en calma, tan tensa que parecía que el propio aire les estaba jugando una broma macabra. Sabía que no podían confiar en la calma. Era demasiado perfecta, demasiado silenciosa.
"Vamos", dijo finalmente, decidiendo que era mejor avanzar que quedarse a esperar lo inevitable. La puerta del edificio estaba entreabierta, como si estuviera invitándolos a entrar, como si la oscuridad misma les estuviera esperando.
Al cruzar el umbral, fueron recibidos por un frío inesperado, uno que calaba hasta los huesos. La sala principal estaba en completo desorden, como si hubiera sido abandonada apresuradamente. Papeles esparcidos por el suelo, equipos de tecnología rotos, y cables colgando del techo. Nada en el lugar daba la sensación de que alguien aún tuviera control sobre lo que quedaba.
"Esto no tiene sentido", murmuró Logan, mientras avanzaba por la sala, inspeccionando cada rincón con cautela. "Si todo esto es verdad, ¿por qué dejarían esto atrás?"
Irene lo miró, un destello de duda en sus ojos. "No dejaron nada atrás, Logan. Ellos siguen aquí, observándonos, pero han ocultado la verdad."
Fue entonces cuando lo vio. En una mesa, rodeado de papeles y más tecnología destruida, había una pantalla encendida, que parpadeaba con un mensaje críptico. "¿Lo estás viendo?" preguntó Logan, señalando la pantalla.
Irene se acercó rápidamente, sus manos temblorosas al tratar de leer lo que estaba en la pantalla. A medida que sus ojos recorrían las palabras, su rostro palideció. "Esto... esto es... imposible."
Logan se acercó, mirando la pantalla con atención. "¿Qué dice?"
Irene respiró hondo antes de hablar. "Es un protocolo de emergencia. Un mensaje codificado. Es de los altos mandos del gobierno, de la corporación..."
"¿Qué están diciendo?"
"Dicen que todo lo que hemos visto hasta ahora, todo lo que hemos vivido, ha sido planeado. El virus, la infección, la destrucción. No era un accidente, Logan. Era parte de un experimento controlado, diseñado para testear la resistencia humana bajo condiciones extremas. Lo que empezó como un virus, ahora es solo la primera fase."
Logan sintió que el suelo bajo sus pies vacilaba. "¿Todo esto ha sido... manipulado?"
Irene asintió con gravedad. "No solo manipulado. Ellos están creando una nueva clase de humanos, una especie mejorada, algo más allá de lo que somos ahora. Los infectados, los supervivientes... todos son parte de un experimento global. Y lo peor de todo... el fin no es solo la extinción. Quieren algo más. Quieren a los supervivientes como su nuevo ejército."
Logan sintió una oleada de ira y desesperación recorrerle. "¿Y eso es todo? ¿Nosotros, los pocos que quedamos, somos solo cobayas?"
"No, no solo eso", respondió Irene, su voz temblando. "Ellos creen que el caos es la clave. Un mundo sin leyes, sin control, donde ellos puedan... reconstruirlo a su imagen. Los sobrevivientes no tienen lugar en ese nuevo orden. Y por eso, nos están eliminando. Lo que queda de la humanidad, los que no se han transformado... deben desaparecer."
"¿Y tú?" Logan la miró con dureza. "¿A qué jugabas en todo esto?"
Irene se apartó de la pantalla, su rostro marcado por la culpa. "No elegí esto, Logan. Ellos me hicieron parte de su plan, sin preguntarme. Pero ahora, después de todo lo que ha pasado... lo único que quiero es detenerlos. Destruir lo que crearon."
El peso de sus palabras cayó sobre Logan como una losa. ¿Realmente podía confiar en ella? ¿O era solo otra pieza en el juego que estaba a punto de perderse en la oscuridad? Mientras pensaba en eso, un sonido suave, pero inconfundible, interrumpió sus pensamientos. Un crujido. Un movimiento. Alguien, o algo, estaba acercándose.
"Tenemos que irnos", dijo Irene, su voz urgente.
Logan asintió, su mirada fija en la puerta por donde había entrado. El peligro estaba cerca, y la revelación sobre la conspiración global los había puesto en una posición aún más vulnerable. Ya no podían confiar en nadie. Ni siquiera en ellos mismos.
La huida había comenzado, pero ahora, sabían que la batalla era mucho más grande de lo que habían imaginado. No solo estaban luchando por sobrevivir. Estaban luchando por detener el fin definitivo.
Editado: 02.04.2025