La ciudad de Valgrís parecía más una tumba que una metrópolis. La opresión de su abandono se cernía sobre los pocos que quedaban, atrapados en un laberinto de escombros y sombras. Cada rincón que Logan e Irene atravesaban estaba marcado por la desesperación, como si la ciudad misma se hubiera rendido a la inevitable destrucción. Lo que alguna vez fue un símbolo de poder y progreso ahora era solo un ecosistema en descomposición, donde la ley de los hombres ya no tenía cabida.
Con el mensaje de la conspiración grabado en su mente, Logan no podía dejar de pensar en lo que había descubierto. Cada pedazo de información sobre el plan de la corporación y el experimento global lo empujaba más allá de la razón. ¿Cómo había llegado todo a este punto? La humanidad, convertida en un terreno de pruebas para algo más grande y más aterrador que cualquier monstruo infectado, ¿qué quedaba por salvar?
Irene, caminando junto a él, parecía tan sumida en sus pensamientos como él. A veces la miraba y se preguntaba cuánto de la persona que había sido seguía existiendo en ella. Estaba rota, como todos los demás. Pero a diferencia de muchos, ella tenía la voluntad de seguir adelante, de encontrar una manera de detener todo esto.
"Tenemos que encontrar la base central", dijo Irene, su voz grave. "Si vamos a detener esto, necesitamos llegar allí. Si lo que vimos es cierto, esa es nuestra única oportunidad."
Logan la observó con el ceño fruncido, inseguro de si sus palabras realmente tenían sentido. "Y una vez lleguemos allí, ¿qué? ¿Cómo detendremos todo esto?"
"Con lo que tenemos", respondió Irene. "Con lo que sabemos. Y con la gente que aún puede ser salvada. No todos están perdidos."
Logan dudó, mirando hacia el horizonte, donde los edificios desmoronados se erguían como huesos rotos. La ciudad era su laberinto, su prisión, y lo que quedaba de la humanidad estaba diseminado en la oscuridad. Había pocos sobrevivientes y muchos enemigos, pero la esperanza parecía estar atrapada en un rincón lejano de su corazón.
"¿Y qué pasa si no podemos salvar a nadie?" Logan preguntó, su voz cargada de desesperación. "¿Y si la ciudad ya está condenada?"
Irene lo miró fijamente, sus ojos reflejando una determinación que Logan no había visto antes. "No podemos rendirnos. Aunque todo esté perdido, aún hay algo por lo que luchar. Si no lo hacemos, entonces todo habrá sido en vano."
Antes de que Logan pudiera responder, un sonido bajo y distante rompió el silencio. Un crujido de metal, seguido de pasos pesados. Algo se estaba acercando. Los dos se detuvieron de inmediato, sus instintos de supervivencia saltando al primer signo de peligro.
"¿Qué diablos...?" murmuró Logan, tensándose, preparado para cualquier cosa.
Irene no dijo nada. En su lugar, tomó la iniciativa, señalando hacia un pasillo lateral. "Por aquí. Rápido."
Ambos se deslizaron entre las sombras, manteniéndose al margen del peligro inminente. Los pasos seguían resonando, más cercanos ahora, y con cada segundo que pasaba, la tensión aumentaba. Algo estaba siguiendo su rastro, y no era un simple infectado. Era algo más calculado, más organizado.
Logan sintió el sudor en su frente. A lo lejos, en la oscuridad del pasillo, una figura apareció, al principio solo una sombra que se movía rápidamente hacia ellos. Luego, más sombras se unieron, como si todo el infierno se hubiera desatado de golpe.
"No podemos pelear", dijo Irene con urgencia, su respiración entrecortada. "No tenemos tiempo. Tenemos que llegar al bastión."
"¿Qué bastión?" preguntó Logan, mientras sus ojos se ajustaban a la oscuridad. "¿De qué hablas?"
"Es el último refugio de los sobrevivientes", respondió Irene, sin dejar de moverse. "Un lugar donde los pocos que quedan pueden resistir. Es la única esperanza que nos queda. La base central está ahí."
Logan asintió, ahora entendiendo el propósito de su carrera. Si había algo que valiera la pena salvar, era esa base. No importaba cuánto costara, no importaba cuántos tuvieran que caer. Tenían que llegar.
A medida que avanzaban, los pasos de los enemigos se hicieron más audibles, y las sombras se alzaban sobre ellos. Los infectados no tardaron en descubrir su ubicación. Logan apretó los dientes, decidido a no sucumbir a la desesperación. Irían al bastión, a pesar de todo, a pesar del caos que les rodeaba. La lucha no había terminado, y no lo haría hasta que Valgrís dejara de ser una ciudad muerta.
"Vamos", murmuró Logan, empujando a Irene hacia adelante. "No hay vuelta atrás."
Avanzaron por los pasillos, despojados de miedo, con la única misión en mente: encontrar el último refugio. La ciudad había caído, pero no se rendirían. No hasta el último de ellos.
Logan no sabía si realmente había esperanza, pero mientras seguía adelante, la única certeza que tenía era que mientras respirara, seguiría luchando.
Editado: 02.04.2025