La ciudad de Valgrís parecía haberse sumido en un silencio sepulcral, como si todo el aire se hubiera espeso con el peso de lo que estaba por venir. Los pasos de Logan y Irene resonaban con eco en las ruinas de lo que una vez fue una sociedad próspera, pero que ahora se reducía a un vestigio de caos. La oscuridad de los edificios derrumbados y los escombros se había convertido en su único refugio, mientras sus cuerpos se deslizaban con rapidez, casi como sombras, hacia el destino incierto.
El bastión no estaba lejos, pero el camino hacia él se sentía interminable. Mientras avanzaban por las calles desiertas, la sensación de que algo se acercaba crecía, una presión en el aire que les oprimía el pecho.
"Estamos cerca", dijo Irene, con la voz tensa pero decidida. "Ya casi llegamos."
Logan no respondió. Su mente estaba centrada en una sola cosa: la base central. Sabía que las respuestas estaban allí, todo lo que necesitaban saber, el plan que los había llevado a este punto de no retorno. La corporación que había desatado el virus y sus oscuros experimentos; todo lo que había conducido al mundo hacia su decadencia. Tenía que saberlo. Y tenía que asegurarse de que todo eso fuera detenido antes de que fuera demasiado tarde.
De repente, el sonido de pasos rápidos y algo metálico cortó el silencio. Logan levantó la mano, señalando a Irene que se detuviera. Ambos se apresuraron a ocultarse tras una estructura colapsada. En la oscuridad, pudieron ver una patrulla de soldados, armados hasta los dientes, avanzando con una precisión inquietante. Eran parte de la fuerza de seguridad privada de la corporación, los llamados "Guardianes del Orden", encargados de mantener el control sobre los pocos sobrevivientes que aún quedaban en pie.
"¿Qué están haciendo aquí?" susurró Logan, con el ceño fruncido. La presencia de esos soldados no era casual. Algo se cocinaba, algo más grande que los simples infectados.
Irene lo miró, sus ojos llenos de tensión. "No lo sé, pero debemos llegar antes que ellos. Si la corporación está detrás de todo esto, esa base es nuestra única oportunidad de detenerlos."
Los Guardianes se movían con una precisión que dejaba claro que sabían exactamente lo que estaban buscando. Unos pasos más y Logan y Irene serían detectados. Sin hacer ruido, ambos se retiraron, buscando un camino alternativo que les permitiera avanzar sin ser vistos.
La tensión en el aire aumentaba a medida que se acercaban a lo que parecía ser el centro de la ciudad. El bastión ya no era solo un refugio para los sobrevivientes. Ahora, parecía ser el punto de convergencia de una conspiración mucho más grande, algo que los había estado persiguiendo desde el principio.
"¿Sabías que la corporación no solo está detrás del virus?" preguntó Irene mientras avanzaban. "Lo que vimos... la experimentación, todo... no fue un accidente. Fue planeado. La humanidad nunca estuvo destinada a sobrevivir. Nos han estado observando todo el tiempo."
Logan la miró, el sudor frío recorriéndole la espalda. "Eso significa que ellos ya sabían lo que iba a pasar. Nos han estado manipulando desde el principio."
"Sí", respondió Irene, su voz grave. "Este virus... no solo nos convierte en monstruos. Nos está usando. Los infectados no son solo animales descontrolados. Están siendo controlados. Manipulados."
Logan se detuvo en seco, un pensamiento perturbador cruzó su mente. "¿Y nosotros? ¿Acaso también somos parte de su experimento?"
Irene asintió lentamente. "Lo que hemos visto en los laboratorios de la corporación... no solo son criaturas. Son sujetos de pruebas. Cada muerte, cada infección, cada paso hacia el abismo, está siendo registrado y controlado. Y el virus... no es solo una plaga. Es una herramienta."
El aire se volvió aún más pesado a medida que el horror de la realidad que los rodeaba se revelaba. La base, el último refugio de la humanidad, podría ser también el último intento de la corporación por completar su plan maestro. Y Logan e Irene, aunque lo desconocieran por completo, estaban a punto de ser parte de esa última jugada.
"Tenemos que llegar al bastión", dijo Logan, con una nueva determinación en su voz. "Ya no podemos esperar más. Si esto se detiene, tiene que ser ahora."
Se adentraron en las entrañas de la ciudad, con cada paso acercándolos más a lo que sabía sería la batalla final. Pero al mismo tiempo, el peso de la conspiración que se cernía sobre ellos comenzaba a aplastarles el ánimo. Sabían que la corporación no se detendría. Y que, si querían sobrevivir, tendrían que enfrentarse no solo a los infectados y soldados, sino también a los oscuros secretos de un mundo que nunca fue el suyo.
Y en medio de todo, la pregunta persistía: ¿quiénes eran realmente los que controlaban la oscuridad de este mundo? ¿Los que luchaban por sobrevivir... o los que los manipulaban como piezas de ajedrez?
Editado: 02.04.2025