El silencio que seguía a la explosión era ensordecedor. Un sonido sordo, como el eco de la destrucción, resonaba en cada rincón del bastión, mientras los últimos vestigios de la red de control se desintegraban. Los sistemas caían uno a uno, los monitores parpadeaban, y el oscuro brillo de la máquina se extinguía poco a poco. El corazón de la fortaleza, esa máquina imparable que había mantenido a la humanidad al borde de su extinción, había sido destruido.
Logan, con la respiración entrecortada, miró a su alrededor. El laberinto de pasillos y cámaras ahora parecía una ciudad muerta. Los ecos de la destrucción flotaban en el aire, y el frío de la derrota se apoderaba de sus huesos. Pero al menos, al menos por ahora, habían ganado una batalla.
"¿Lo conseguimos?" preguntó Irene, su voz quebrada por la tensión. Aunque la victoria parecía palpable, una sombra de duda seguía colándose entre sus palabras.
Logan asintió con la cabeza, aunque no estaba seguro de si se lo decía a ella o a sí mismo. "Sí, hemos destruido la red. Pero... ¿y ahora?"
La respuesta parecía sencilla, pero estaba cargada de incertidumbre. ¿Qué quedaba después de la caída del imperio del virus? ¿Qué quedaba después de la destrucción de todo lo que había sido construido para controlar a la humanidad?
Irene se acercó a una de las pantallas que aún parpadeaban con vida, mostrando imágenes dispersas de ciudades arrasadas, de la civilización en ruinas, y del último vestigio de control centralizado que quedaba en el planeta. Pero por primera vez en mucho tiempo, no mostraba a los infectados devorando el mundo. Ahora solo había un vacío.
“Ahora tenemos que reconstruir,” dijo Irene, mirando a Logan con una mezcla de tristeza y determinación. “Lo que hemos hecho no es solo detener el virus. Es la última oportunidad para empezar de nuevo. Pero si la gente no se une, si no luchamos juntos... todo esto habrá sido en vano.”
Logan asintió, entendiendo que el trabajo no había terminado. “No será fácil. Pero tenemos algo que los demás no tienen. Sabemos que la humanidad no está perdida. Podemos empezar de nuevo. Quizás no sea el mundo que esperábamos, pero al menos será nuestro.”
Irene lo miró fijamente, sus ojos cansados pero llenos de fuego. “Quizás, Logan. Quizás.”
Justo cuando pensaban que todo había terminado, un sonido distante, suave al principio, interrumpió su conversación. Un leve temblor en el suelo, un crujido en las paredes. Algo estaba ocurriendo en el interior de la fortaleza. Unos segundos más tarde, el sonido se intensificó, un rugido profundo que resonó en los pasillos como un grito de advertencia.
Logan corrió hacia la sala de control, con Irene siguiéndolo de cerca. En las pantallas, algo terrible comenzó a mostrarse: una red paralela, oculta y subterránea, había sobrevivido a la destrucción. Los rastros de la máquina madre seguían activos, como si estuvieran esperando su última jugada.
“El núcleo… No puede ser,” murmuró Logan, mirando la pantalla. “No lo hemos destruido todo.”
Irene frunció el ceño. “¿Qué significa esto?”
“No sé,” respondió Logan, “pero si esta red es lo que creo que es, esto no ha terminado. El virus no solo estaba controlado por una máquina. Había algo más, algo más grande que estaba operando a la sombra.”
Un sonido metálico interrumpió la conversación. Desde las profundidades de la fortaleza, emergió una figura, alta y enigmática, que caminaba sin prisa. Su presencia era imponente, y su rostro estaba oculto bajo una máscara.
“No han destruido nada, Logan Kane,” dijo la figura con voz grave. “Solo han acelerado el proceso. El control ha pasado a otro nivel.”
Irene levantó su pistola, apuntando directamente a la figura, pero Logan la detuvo con un gesto. “¿Quién eres?”
La figura levantó la mano, y en un parpadeo, las pantallas de la sala se iluminaron con datos incomprensibles. “Soy el último guardián. El último en pie. Y ustedes, Logan Kane, son solo peones en un juego que no entienden. Creyeron que la caída del sistema significaba el final, pero lo que realmente sucedió fue que el verdadero poder fue transferido a otro dominio. Bienvenidos al último capítulo de la humanidad.”
Logan dio un paso adelante, sus ojos fijos en la figura. “¿Qué quieres?”
“Todo lo que siempre quise,” respondió la figura, levantando lentamente la máscara para revelar un rostro familiar: el de alguien que creían muerto. “Lo que siempre estuvo esperando el mundo.”
Era el líder de la resistencia, el hombre que había sido uno de los más grandes enemigos de Logan, pero que había caído en la oscuridad. Un hombre que había sido una sombra en el pasado, pero que ahora estaba de pie ante ellos, más poderoso que nunca.
“¿Qué has hecho?” preguntó Logan, sintiendo la angustia apoderarse de él.
“He liberado al virus,” dijo con una sonrisa fría. “El ciclo está completo. El hambre... El hambre nunca se detiene.”
Logan y Irene se quedaron en silencio, observando la figura frente a ellos. Sabían que esto no había terminado. El último enemigo, el último juego, estaba por comenzar.
Editado: 02.04.2025