Los Días del Hambre

Capítulo 28: La Frontera Final

El aire era denso, cargado de electricidad y desesperación. El rostro de Logan estaba tenso, la mandíbula apretada, mientras observaba al hombre que una vez fue su aliado, y ahora se convertía en su mayor amenaza. El líder de la resistencia, su propio hermano de armas, había regresado de las sombras con la amenaza de un nuevo ciclo de destrucción. El hambre, esa constante presencia que había arrasado el mundo, estaba por renacer de nuevo.

“Lo sabías,” dijo Irene, la voz baja, pero con un tono de incredulidad. “Lo sabías todo el tiempo, ¿verdad?”

El líder, con su rostro impasible, asintió lentamente. “Todo, Irene. Sabía que la red era solo un inicio, que el virus solo era una herramienta. Lo que realmente importa es lo que viene después. No estábamos luchando contra una máquina, estábamos luchando contra la naturaleza misma.”

Logan dio un paso al frente, la furia creciendo en su pecho. “¿Qué estás buscando? ¿Destruirlo todo?”

El líder dejó escapar una risa fría, casi vacía. “No, Logan. No busco la destrucción, sino la restauración. El hambre, la desesperación… son fuerzas primarias. Fuerzas que nos definen. Lo que he hecho, lo que haré, es liberar a la humanidad de su falsa ilusión de control. No hay futuro sin caos. Sin el hambre, ¿quién seríamos?”

Las palabras resonaron en la mente de Logan como una campana, un eco retumbante que parecía desafiar todo lo que había luchado por proteger. ¿Acaso el hombre que tenía frente a él no era más que una sombra del monstruo que había ayudado a crear? ¿Qué le quedaba a la humanidad si todo lo que habían conocido hasta ahora era una ilusión de orden?

“Eso es una locura,” dijo Logan, avanzando con pasos firmes. “No hay restauración en el caos. Lo que has hecho es condenar al mundo a una existencia sin esperanza.”

El líder lo miró fijamente, sin inmutarse. “¿De qué sirve una vida sin propósito, Logan? El propósito es la lucha. El hambre es lo que da sentido a todo lo que hacemos. Cuando la gente empieza a conformarse, es cuando comienza su verdadera caída.”

Irene tomó un paso atrás, el frío de la situación envolviendo su corazón. La visión que ella había tenido sobre la humanidad era diferente. Había creído en la posibilidad de reconstruir, de encontrar una forma de coexistir, pero las palabras del líder estaban destruyendo sus esperanzas una por una. Si este hombre tenía razón, si realmente el virus había sido solo el inicio, ¿qué podían hacer? ¿Cómo detener algo que estaba más allá de todo entendimiento humano?

Logan, sin embargo, no se detuvo. Su mirada se endureció, el dolor y la ira surgiendo con fuerza. “Si lo que dices es cierto, entonces tal vez este mundo no merece ser salvado.”

“Eso es lo que no entiendes,” replicó el líder, su voz grave, casi como si estuviera pronunciando una sentencia. “El mundo ya ha sido salvado, Logan. Solo queda ver quién va a sobrevivir al final.”

De repente, las luces de la fortaleza comenzaron a parpadear nuevamente, y un rugido de energía recorrió los pasillos. La máquina madre, el núcleo que pensaban destruido, se reactivó con una furia imparable. Las pantallas volvieron a encenderse, mostrando imágenes distorsionadas de infectados, de caos, de destrucción. Pero ahora, algo era diferente. La red de control ya no solo parecía un refugio para la locura; había una fuerza mucho más grande tomando forma.

El líder levantó la mano, señalando el enorme holograma que emergía frente a ellos. “Bienvenidos al siguiente nivel, amigos. La máquina ya no está a cargo. Lo que ha comenzado es algo que no pueden detener.”

Logan, con el corazón palpitando con fuerza, comprendió la magnitud de lo que estaba sucediendo. La humanidad no solo luchaba contra un virus, contra el hambre, contra los infectados. Luchaba contra su propia naturaleza. Y en ese momento, se dio cuenta de que el verdadero enemigo no era el virus ni el caos. El verdadero enemigo era la misma humanidad, la misma arrogancia que había creído que podían controlar el destino.

“Nos enfrentamos a algo que no podemos controlar,” dijo Logan, mirando al líder con los ojos llenos de comprensión. “Y ahora, estamos condenados a ser parte de este ciclo eterno.”

Irene se acercó a Logan, tomándole el brazo, pero su expresión era de resignación. “Entonces, ¿qué vamos a hacer? ¿Rendirnos?”

“No,” respondió Logan con firmeza, “no vamos a rendirnos. Vamos a luchar hasta el final. Si esta es la última oportunidad, no la desperdiciaremos.”

En ese instante, el líder sonrió de forma macabra, su rostro una máscara de triunfalismo. “Eso es lo que quería oír.”

Y, sin previo aviso, un estruendo atravesó la sala. Un rugido profundo, como si la misma tierra estuviera a punto de quebrarse. Las puertas de la sala de control se cerraron de golpe, aislando a Logan, Irene y el líder de cualquier salida. El último vestigio de libertad se desvaneció, y el futuro que se abría ante ellos parecía aún más oscuro y aterrador.

Lo que quedaba por hacer era claro: no podían esperar más. El reloj estaba corriendo. Solo quedaba una opción: enfrentarse a la última batalla. La batalla por la supervivencia, por el alma misma de la humanidad.



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En el texto hay: zombies, thriller, supervivencia

Editado: 02.04.2025

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