Los Días Hasta Enamorarte

29. Nora Harris devuelta

29.

Día 20.

Diciembre 20.

Pasaba la tarde en mi casa. Esperaba a la chiquilla que alegraba mis fines de semana, o por lo menos lo hizo con el último, la cual se había tardado en llegar. No quise salir, además que la única persona con la que podría salir no estaba en la ciudad, Connor estaba fuera con su familia, según lo que dijo iría a ver a su hermano.

Y yo estaba sola, mi papá tenía una conferencia en las afueras de Ephymeral, y su día libre sería hasta mañana.

Cuando apagaba el televisor para ir a dormir un rato, ya que por la culpa de Adams no había tenido la madrugada más tranquila, pude escuchar la puerta, y me dediqué a ir hasta ella sin pensarlo mucho. La verdad ya me podría imaginar a Claris con su sonrisa y las películas que prometió traer para una noche de chicas.

Pero cuando la abrí no era ella, ni Jayce, ni nadie que pudiera imaginar, gritaba como loca en mi interior y mis ojos empezaron a arder como nunca.

—¡¡¡Nora!!!

La chica de cabello rubio oscuro me miró igual de conmocionada que yo, sus ojos verdes se veían tan rojos como supongo lo estaban los míos, aparto su pequeña maleta y se lanzó sobre mí.

—¡Como te extrañé Enot!—. Soltó cuando las dos caímos al suelo.

—Mierda, ¿Por qué no me llamaste?—. Dije molesta, pero eufórica mientras apretaba con fuerza a la chica.

—Me robaron el celular hace casi un mes.

—Pero ¿Cómo?

—Tengo todo el fin de semana para contarte de eso. ¡Ahora solo abrázame!—. Me aferró a mi mientras yo contenía las ganas de gritar, con enserio necesitaba a mi mejor amiga ahora.

(...)

Después de conversar con mi amiga de su llegada, al fin me decidí a contarle sobre lo del pesado. Ya que seguro Claris llegaría pronto y jamás sería capaz de ocultarle algo a Nora.

—Nora—. La llamé haciendo que de inmediato clavará sus ojos en mí.

—¿Si Enot?

—¿Recuerdas a Jayce Adams?—. Trate de sonar casual. Como si se tratase de un tema al azar.

—¿El idiota guapo?—. Giro completamente en el sofá para verme.

—Si él... Me propuso enamorarme—. Solté sin dar tantas vueltas en el asunto.

—¿Jayce Adams? Enserio ¿Jayce Adams?—. Asentí por talvez quinta vez. —Yo juraba que sería Alan—. Algo dio vueltas en mi estómago con solo escuchar su nombre, y sentí la necesitas de hablarle de aquello.

—Alan me beso—. Solté y Nora abrió los ojos a no poder más.

—¿Entonces sí lo hizo el idiota?—. Rio pícaramente y yo la mire confundida. —Dijo que lo haría, pero yo no le creí.

—No entiendo—. Fruncí el ceño a más no poder.

—A veces eres tan ciega Miller—. Río divertida. —Creo que eras la única que no se daba cuenta de lo loco que traías a Alan... Y si te soy sincera no me sorprende lo de Jayce... No por completo al menos.

—¡Solo éramos amigos y de repente me besa, y luego está Jayce...— Jale mi cabello con frustración. —... ¡Con esta estupidez de enamorarme! Y siento que todo esto es mucho para mí Nora.

—Tranquila. Sabes que aquí estoy, perdón por irme yo no sabía lo de Alan—. Me jalo a su cuerpo.

—Te extrañé tanto—. Yo me recosté en ella. —Y ¿Nora?

—Ummm.

—¿A qué te refieres con eso de que no te sorprende lo de Jayce?

—Buenoo...

—Nora Harris—. Cerro los ojos con la mención de su apellido.

—Digamos, solo digamos que escuche en los vestidores del instituto a un grupo de chicas. Hablaban de algo, o más bien de alguien.

—¿Ajá?

—Ese alguien eras tú Enot. Decían que el chico más bueno del instituto estaba pegado por ti. Y que además como prueba de ello, beso a una chica y luego la llamo por tu nombre, en una fiesta del hermano de Marcus...

—Cursie—. Termine por ella. Y el segundo día en la cocina llegó a mi mente.

—¿Lo conoces?—. Abandoné su pecho y asentí. —Miller tenemos mucho de qué hablar.

—Ya lo creo.

—Pero dime, aun no entiendo cómo funciona eso, ¿Cómo trata de enamorarte?—. Suspiré.

—La verdad es que tampoco lo entiendo mucho. Me lleva a lugares lindos, comparte su música conmigo, hasta me llevo a una biblioteca según yo está haciendo todo para que él me guste. Y ...

—¿Y qué?—. Dijo en una vocecita emocionada.

—Él me defendió de Esteban—. Dije su nombre muy bajo. —Tuve miedo Nora...

—Tranquila—. Se acercó y abrazo con fuerza.

—Creí que yo sería una de esas chicas que hemos visto en los pasillos de la preparatoria. Llorando por las cosas malas que les ha hecho—. Confesé temblando.

—Eso no iba a pasar. Le voy a deber un café a Jayce después de esto—. Bromeó ella.

A veces me sentía pequeña con Nora. Ella podía ser como la mamá de nuestro trío, como también la loca y carismática. La amaba con toda mi alma, porque al igual que mi papá y Alan, yo sabía que ella siempre estaría para mí. Sabía que ella nunca se iría.

Cuando me incorporé beso mi frente y quitó una lágrima de mi mejilla, yo solo podía ser débil antes ellos. Luego nadie más.

—Pero dime tú ¿Qué diablos paso con tu teléfono?—. Río un poco.

—Digamos que ahora trabajo Miller. Mis padres se molestaron por lo de mis notas y decidieron hacer algo—. Sabía que sus notas habían bajado hace unos meses, pero no que fuera tan grave.

—¿Trabajas como castigo? ¿Eso que tiene que ver con el hecho de que me abandonaras?

—Ha eso voy Enot. Pues mi trabajo es en una tienda de Café—. A mí mente vino Claris con su uniforme. —Y tuve que cubrir el turno de un compañero. El detalle es que tome el último tren, y me asaltaron.

—¿Pero no te paso nada?—. La preocupación asomo en mi rostro.

—Además de que me robarán todo lo que tenía no pasó nada. Pero si tuve la ayuda de alguien. Porque como asumes quedé hasta sin el pasaje.

—Lo siento Nora—. Seguro no se la había pasado nada bien.,

—Estoy bien. Además, mis padres se ablandaron y me dejaron venir a verte por tres días.




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