Los Días Hasta Enamorarte

40. Tu pesado

40.

Día 30

Diciembre 30

La mañana se sentía liviana, todo estaba calmado y nosotros a punto de volver a la ruidosa ciudad.

—¿No olvidan nada?—. Preguntó Josefine.

—¡No lo creo abuela!—. Gritó Jayce, quién hace rato llevaba las maletas al auto. Creo que extrañaría este lugar, también dormir acompañada por ambos chicos en las noches.

—¿Enserio tienen que irse hoy?—. Agregó con nostalgia.

—Si suegra. Nos trajimos a Enot, y su padre debe estar extrañándola—. Y era enserio, si hubiera señal, seguro mi papá ya me hubiera llamado un par de veces.

Ni tengo pruebas si quiera de que no lo haya intentado.

—Quisiera verte más seguido por aquí señorita—. Josefine se me acercó y me abrazó por la cintura, mientras sonreía. Ella era poco más baja que yo, y se sentía lindo.

Me agradaban los Adams, eran personas que talvez quería en mi vida. Sin duda me gustaría volver el siguiente año, también el siguiente, y ver las estrellas en el lago o fuera de la cabaña, sería estupendo escuchar otra historia de Gregory y volver a cocinar con Dennis y Josefine.

—¡¿Lista cuñada?!—. Preguntó con entusiasmo Claris quién aún guardaba sus cosas adentro hasta hace poco.

—Síguela llamando así, talvez un día de verdad sea parte de la familia—. Hablo con una dulce voz Josefine.

—¡Vámonos Dennis!—. Willian llegó junto a Gregory, ambos desde temprano habían desaparecido de nuestra vista.

—¡Voy cariño!

Y al parecer era hora de irnos, no sé si algún día podré volver a ver a los abuelos y eso me provoca un sentimiento que odio. También sé que venir aquí ha sido una experiencia que volvería a repetir sin lugar a duda.

—Es hora de irnos come libros.

—¡Adiós abuela!—. La pequeña, salto sobre su abuela y la abrazó con fuerza, Jayce hizo lo mismo con Gregory claro que con menos energías.

—¡Ven y dale un abrazo a la abuela, Enot!—. Y claro que no me negaría.

—¡Hey faltó yo!—. También me despedí de Gregory.

—Muchas gracias por recibirme.

—Vuelve el año que viene Enot.

Les sonreí antes de subir al auto, aunque tenía muchas ganas de responder que si volvería. Pero la verdad no tengo idea de qué va a pasar, lo único que sé, es que aún tengo un mes para saber qué es lo que en verdad estoy empezando a sentir por Jayce.

(...)

La carretera de regreso se sentía nostálgica y la canción de Heather del fondo no ayudaba mucho con este dolor, que seguro no sería más que temporal. Igual me imagino en un tipo de película mientras el auto avanzaba, Claris se quedó dormida cuando recién salimos por lo que solo quedamos Jayce y yo en el silencio de la melodía tras nuestros oídos.

—Me alegra que hayas venido Enot.

—Estoy feliz por haber venido Adams—. Le dedique una sonrisa.

—Si quieres... El año que viene también nos podrías acompañar.

—Talvez—. Quiero decir que sí, pero no sería lo correcto.

Tampoco quería decir que no.

—¿Estás bien?—. Mencionó de repente.

Pero no Jayce, resulta que ahora mismo no estoy bien. Porque no sé qué carajos estoy sintiendo, no sé qué diablos me estás haciendo sentir y esto da miedo.

—S-si solo algo cansada, después de todo anoche estuvimos hasta muy tarde.

—Entonces duerme come libros. Yo te despierto.

—Está bien—. Me acomodé en el asiento de copiloto, y aun cuando empezó otra canción más ruidosa, sentí como Jayce la cambiaba y la tranquilidad de solo una melodía suave y las llantas sobre el asfalto me hacían caer dormida.

—Creo que podrías gustarme—. Solté en mi estado tan inconsciente que dudaba que Jayce me hubiera escuchado.

—¡¿Qué?!—. Pero era muy tarde, yo me había quedado dormida. —Tú me gustas come libros.

Eso ya lo sé idiota.

Y a veces me pone nerviosa ser tan consiente de ello. Me asusta, la idea de has aguantado tantos años en espera y yo solo darte "Talvez" que generan más dudas que respuestas.

(...)

—¡Mi niña! ¿Cómo estás? ¿Te trataron bien? ¡Enot te he extrañado mucho! ¡No me dejes solo de nuevo!—. Papá a penas dejo que pasa por la puerta cuando se lanzó sobre mí.

—Estoy bien. Me la pasé de maravilla todo fue muy lindo—. Mencione al devolverle el abrazó.

—Perdonen, pasó con las maletas—. Jayce paso a nuestro lado y subió la maleta a mí habitación.

—Pasare por ti más tarde cuñada—. Claris estaba en el marco de la puerta e intento guiñarme un ojo.

—¡Ella es mía hoy!—. Hablo mi papá, supongo que tenía razón, lo había tenido un poco abandonado.

—¡No te preocupes Jon! Tu y yo saldremos esta tarde—. Jayce bajaba las escaleras con su sonrisa de siempre.

—Bueno. Pero al menos dime qué lo de mi cumpleaños sigue pendiente.

—¿Cumpleaños?—. Cuestionaron ambos hermanos.

—Si papá.

—Entonces acepto. Pero déjame abrazarte otro poco.

—Yo también quiero—. Claris abrazo a mí papá y Jayce de un brinco termino de bajar las escaleras y se aferró a mí.

—Moriré asfixiada si no me sueltan—. Me queje.

—Perdón cariño.

—Nos vemos por la tarde—. Se despidieron Claris y Jayce antes de salir por la puerta.

(...)

A penas me duche, mientras quién sabe cuántas canciones de Charlie Puth pasaron. Hasta la canción de la fiesta volvió a mis oídos recordando esa noche, en realidad fue muy divertido. Creo que volvería a ir, aunque esta vez sin alejarme de Jayce.

—¡Cuñada!—. Me vestí rápido y salí de mi habitación para asomarme a la ventana que estaba en el pasillo.

—¡¿Qué haces?!—. Al abrirla vi a Claris desde abajo dentro de un gran auto, jodidamente enorme y con las puertas de las que había visto en mi vida. También me pregunte donde diablos estaba la escalera.

—¡Vamos al spa!—. Dime que no habla enserio.

—¡Creo que estoy bien en mi casa!

—¡Ven Ya! ¡Además Jon y Jayce van a salir!




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.