El sonido de la guitarra llenó la habitación, suave, melancólico, como un susurro que acariciaba el alma.
Adriana se detuvo en la entrada, sus dedos apretando el expediente contra su pecho mientras observaba a Liam con el instrumento en sus manos.
No lo había visto tocar en días.
Desde que su salud comenzó a decaer más rápido de lo esperado, la música parecía haber quedado en un segundo plano. Pero ahora, con la luz tenue filtrándose por la ventana y el reflejo de la luna iluminando su piel pálida, él parecía volver a ser el mismo.
Liam levantó la mirada y sonrió al verla.
—Llegaste justo a tiempo.
Adriana frunció el ceño con suavidad.
—¿Tiempo para qué?
Él no respondió de inmediato. En su lugar, deslizó sus dedos sobre las cuerdas con delicadeza, arrancando una melodía que erizó la piel de Adriana.
Era lenta, dulce y a la vez trágica.
Cada acorde tenía una carga de emoción que hizo que su pecho se contrajera.
Y luego, Liam comenzó a cantar.
"Si cierro los ojos, te veo a mi lado,
aunque el tiempo nos juegue en contra.
Si el destino es cruel y nos roba los días,
al menos, amor, recuérdame así…"
Adriana sintió que sus piernas flaqueaban.
Cada palabra se clavaba en su pecho, llenándola de un sentimiento que no sabía cómo describir.
Dolor.
Amor.
Miedo.
Liam no apartó la mirada de ella mientras cantaba, como si con cada verso estuviera entregándole una parte de sí mismo. Como si estuviera dejando una huella en su corazón antes de que fuera demasiado tarde.
Cuando la última nota se desvaneció en el aire, el silencio cayó sobre ellos como una cortina pesada.
Adriana parpadeó, sintiendo sus ojos arder.
—Liam…
Él dejó la guitarra a un lado y sonrió con suavidad.
—Te escribí esta canción.
Su voz era tranquila, pero en sus ojos había algo más profundo, algo que no necesitaba ser dicho.
Adriana se obligó a tragar el nudo en su garganta.
—¿Por qué?
Liam inclinó la cabeza y dejó escapar una risa suave.
—Porque a veces, cuando las palabras no son suficientes, la música puede decir lo que el corazón no se atreve.
Su corazón latió con fuerza.
Sabía lo que él quería decir.
Sabía lo que estaba sintiendo.
Y, sin embargo, no podía permitirlo.
No podía enamorarse de alguien que estaba destinado a irse.
Pero ya era demasiado tarde.
Ella ya lo amaba.
Y ese amor la destruiría.
Editado: 21.04.2025