“Casa” no era el planeta Tierra, sino un mundo localizado en el quinto escaque de la dimensión Deita, En ese lugar se encontraba una enorme Fortaleza con paredes de dammantino, uno de los materiales más resistentes del universo. Largos pasillos llenos de obras de arte, jardines con hermosas estatuas y en la parte central, una construcción que tenía las piezas de ajedrez como pilares y en cuyo interior ocupaban las personas que conformaban las ocho Piezas Mayores y los ocho adolescentes Peones, los dieciséis Guerreros.
Cuando los pies de los Guerreros tocaron el suelo, se dirigieron hacia la Fortaleza, aunque algunos se quedaron en el camino para platicar con los pueblerinos del Imperio Blanco.
Rita y Bynner eran los más populares; relataban cada día como si fuera la aventura más grande que hubieran tenido. A la gente les encantaba escucharlos y siempre aprovechaban al verlos para preguntarles de sus últimas hazañas o que les contaran aventuras de antes. Era innegable que ambos también disfrutaban de coquetear con aquellas personas que estaban eufóricas de recibir sus atenciones.
Algunos pueblerinos también detenían a los Peones, deseos de conocerlos, les hacían preguntas o los invitaban a eventos como celebraciones de cumpleaños o ceremonias de matrimonio.
Nadie se acercaba a Ronnman o Alexandria. En cuanto a los Reyes, también les intimidaban y temían faltarles el respeto, pero estos últimos sí intentaban acercarse al pueblo, les aseguraban que eran de confianza y que no tenían nada que temer.
Había varias formas de llegar a la Fortaleza. Kháli siempre optaba por el camino más largo ya que tenía más obras de arte para contemplar, pero con el rostro y el cuerpo lleno de tierra, esta vez optó por ir por uno de los caminos menos poblados para evitar hablar con cualquiera que la detuviera. Tres años habían sido casi suficientes para que ella explorara cada pasillo y examinara cada pintura, estatua y reliquia. Casi. Por lo que en esos momentos podía caminar de prisa casi sin distraerse. Llegó a la parte de la Fortaleza que tenía sus habitaciones y agradeció la oportunidad de poder darse un baño.
Tres años, pensó con un poco de melancolía; ya habían transcurrido tres años desde que descubrió junto con sus amigos que era uno de los ocho Peones; tres años desde que había aterrizado frente a los pies de Alexandria después de haber sido “atacada” por Rita; tres años desde que había conocido a su madre; tres años desde que había muerto Fausto quien por su culpa se había eliminado a los Peones anteriores e intentado hacer lo mismo con los actuales. Ahora, a sus dieciséis años, todos se habían convertido en jóvenes entrenados conforme a lo que el Árbol Blanco había escogido.
-¿Crees que los baños estén preparados? - preguntó alguien que rápidamente había llegado a su lado. Era Cai.
Ella sonrió. - Conoces a Lyonel, apuesto a que está terminando justo ahora para que el agua esté tibia.
-No dejes que los Reyes escuchen, no les gusta tratarlo como sirviente.
-Eso no impide que les guste que también prepare su baño.
El rió por lo bajo, - ¿y cómo lo sabrías tú? - En vano intentó ella ocultar su sonrisa traviesa. - ¡¿Entraste a su baño?! ¡¿Cuándo?!
Ella estalló de la risa con el recuerdo. - Hace unos meses. Alexandria había salido, así que estaba aburrida y decidí intentarlo.
Cai frunció el ceño. - ¡¿No te encontraron?!
Ella asintió, - como a los tres minutos después de que entraron.
-¡¿Cómo es que nadie más lo sabe?!
-Creo que estaban demasiado avergonzados. Si no lo digo yo, no lo dirán ellos.
Cai seguía sonriendo.
-¡Oigan, espérenme! - era Diana quien se acercaba corriendo. Él se detuvo de inmediato para esperarla.
En lugar de ver a Diana, los ojos de Kháli se dirigieron a su amigo. También se detuvo y suspiró. - ¿Podrías ser más obvio? - le preguntó con las manos en la cintura y de manera que solo él escuchara.
Él seguía viendo a Diana. - Cállate. ¿De qué estás hablando?
Ella lo miró con los ojos entrecerrados. -¿Si no sabes de qué estoy hablando, para qué pides que me calle?
Él la miró. -¿Se te olvida que hoy te protegí a ti?
-¡De Ronnman y eso fue solo porque él iba directo hacia mí!
Dejaron de hablar cuando Diana se había acercado. Kháli la contempló; hubiera sido mentira afirmar que Diana se había vuelto fuerte en esos tres años, pero lo cierto era que sí había cambiado mucho. Cuando la conocieron, se rehusaba a hablar y cuando lo hacía era de una forma que solo su hermano, Reff, comprendía. Ahora ya hablaba con todos sus compañeros y aunque estaba lejos de ser una verdadera lideresa, como debía serlo pues era Peón de la Reina, a los pueblerinos les inspiraba confianza y ternura.
-Gracias, - dijo con su tono dulce.
Cai le sonrió y Kháli siguió caminando de manera que no notaran que rodaba los ojos.
La parte central de la Fortaleza era enorme, seguía habiendo murales y vitrinas, pero el acceso estaba restringido a únicamente los Guerreros Blancos. Nadie más podía ingresar ahí a excepción de Lyonel y un aliado especial del Imperio Blanco: Julian.
Editado: 08.06.2024