Los Dieciséis Guerreros (libro 2)

Capítulo 8

Cai detestaba que los Guerreros se dividieran; sobre todo estar lejos de sus compañeros Peones lo ponía nervioso. Los otros dos grupos tenían una Torre y sabía que cualquier Torre era mejor protección que él, pero no podía evitar desear estar con ellos y asegurarse todo el tiempo de que se encontraban bien. Sin embargo, para esta clase de misiones, no había otra opción más que separarse para trabajar más rápido. Lo aliviaba saber que al menos estaría con Diana pues la consideraba como la más vulnerable de todos ya que aún no daba señas de poder utilizar la Ayuda.

Viajar entre escaques era como viajar en cualquier otro medio de transporte en cuestión de horarios. Debían esperar cierta hora para poder llegar al lugar deseado. A veces, también debían hacer varias paradas en diversos escaques y al finalmente llegar, no siempre aterrizaban frente a la puerta del individuo que buscaban, así que el primer grupo en irse fue el de Alexandria, los demás debían esperar a la hora adecuada.

Era el grupo más grande. El lugar en el que aterrizaron estaba tranquilo, pero no se permitieron bajar la guardia. Lo primero que vieron los Guerreros fue un panorama blanco. Diana empezó a toser inmediatamente. Una nieve fina caía lentamente del cielo cubriendo los árboles alrededor, el pasto y sus ropas aunque no había nada de frío. La niebla en torno a ellos no los humedecía, tampoco se les dificultaba caminar ya que era escaso el polvo blanco y lo sacudían mientras se encaminaban a su destino. 

Los Peones no habían viajado mucho aún y a pesar de que se les había instruido un poco de los diferentes seres que habitaban los escaques, todavía no conocían lo suficiente. La gran cantidad de obras de arte resguardadas en la Fortaleza mostraban en su mayoría a los Guerreros Blancos y Negros de la historia. Muy pocos eran de otras criaturas, así que los ocho Peones estaban ansiosos por conocer a los diversos individuos y se preguntaban qué tanta diferencia existía entre ellos y los humanos, diferencias que no podrían lo suficientemente bien descritas en tan solo libros de texto.

-¿Así que…. Cómo son los zoomorfos? – preguntó Jim. Él y Bynner iban montados en sus caballos que andaban lentamente para no adelantarse. A la izquierda de los Caballeros iban Diana y Cai y a la derecha, Alexandria y Julian.

Cai rodó los ojos. -¿No estudiamos eso ya?.

-Ya sé qué son. Me refiero a cómo son.

-Es un linaje muy interesante, – dijo Bynner.

Diana sonrió y miró al Caballero. -Eso no nos dice nada. Los Caballeros consideran a todas las especies “interesantes”. 

Bynner rió entre dientes. – Eso es cierto, pero los zoomorfos son especiales.

-También dices eso de todos, – observó Cai.

-Bueno, creo que es por la afición que tenemos los Caballeros con los animales. Supongo que por eso Alexandria creyó que era una buena idea que Julian, Jim y yo viniéramos. 

Los Peones sabían que los zoomorfos eran seres con características animales y humanas. Que podían comunicarse y que tienen inteligencia humana. Físicamente se parecían a diferentes animales; algunos tenían pelo; otros, plumas y otros, escamas. No sabían nada más allá de eso. Nunca habían visto uno en persona.

Cai miró a Bynner. – ¿Cómo es el comportamiento de los zoomorfos?

-¡Oh, no vuelvas a decir esa palabra aquí! – advirtió Bynner - “Comportamiento”. ¡No les gusta! Son criaturas que cuidan mucho del lenguaje…aunque ahora que lo pienso también les disgusta la palabra “criatura”…Sí, cuidan mucho de las palabras que utilizan y tienen desconfianza de todo y todos, incluso de los Guerreros…

-¿Y cómo es su jefe?

-¡No digas “jefe”! Los zoomorfos están conformados por grupos, no precisamente por especies…aunque no digan “especies”, no les gusta… pero todos respetan a uno en especial, supongo que podría considerarse el líder, es el más viejo de todos, sin embargo han tenido problemas con él desde antes de que los Terrorianos hubieran sido liberados; él no ha querido seguir liderándolos y después de muchas disputas fue mandado a prisión…

-¿Era amigo tuyo? – preguntó Diana.

-Me hubiera gustado creer que sí, pero Zador no es realmente amigo de muchos, conforme el paso del tiempo, se fue aislando de todos. Intenté ayudarlo, aunque no podía visitarlo muy a menudo así que perdimos todo contacto hace ya mucho tiempo.

-¿A qué animal se parecía él? 

-Zador es…

En ese momento, Diana sufrió un ataque de tos. Los demás se detuvieron hasta que se recuperara. Cai, preocupado, colocó una mano en la espalda de ella y mientras sentía los temblores de su compañera, Bynner exclamó mirando hacia arriba:

-¡Me llevan todos los diablos con este clima! 

Jim asintió. -¡Qué nieve más rara!

-No es nieve,- Alexandria se acercó a las hojas de una planta que tenía cerca. Deslizó su pulgar en una de ellas, esparciendo el polvo blanco y dejando ver el verde oscuro. – Es ceniza, – dijo finalmente mirando hacia arriba.

Los demás observaron el polvo blanco con más detenimiento.  Efectivamente, era mucho más fino y molesto que la nieve. Cai alzó el cuello del uniforme de Diana hasta cubrir la nariz, para evitar que ella inhalara la ceniza que tanto daño le estaba causando.



#3337 en Fantasía
#4066 en Otros
#441 en Aventura

En el texto hay: peleas, romance, guerreras

Editado: 08.06.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.