Los Dieciséis Guerreros (libro 2)

Capítulo 14

-Pobre Alan, - pensó Kháli en voz alta. Estaba esperando que fuera hora de que su grupo partiera, así que había aprovechado en gozar los últimos minutos de paz que le quedaban en el espacio de césped que estaba cerca de la fortaleza. 

-¿Por qué? - preguntó una voz haciéndola sobresaltar. - Eres Guerrero, no deberían de tomarte por sorpresa, - añadió Reff con su gentil sonrisa y sentándose a su lado.

-También eres Guerrero, - se quejó ella. - Eres sigiloso.

La sonrisa de él se expandió. - ¿Por qué le tienes lástima a Alan? Ha estado encerrado, pero está actuando como discípulo de Rey, si me lo preguntas a mí.

-Sí, - concordó Kháli aunque eso no era lo que estaba pensando cuando Reff había llegado. Él lo notó y preguntó:

-¿Es sobre mi hermana?

Kháli se removió incómoda. - Creo que Alan es el único que no se ha dado cuenta que Diana tiene cero interés en él, - dijo tratando de escoger muy bien sus palabras, pero Reff sabía a lo que se refería. Él miró hacia el frente cuando mencionó:

-Honestamente,cuando los conocí, pensé que Cai y tú llegarían a ser algo. No él y mi hermana. Ustedes se ven mejor juntos.

Kháli agrandó los ojos. No esperaba esos comentarios de él. - ¿Cai y yo? - preguntó con tono de sorpresa fingida. - ¿Cómo crees? ¡Solo somos amigos! Es evidente que él y Diana se quieren, - añadió cuando Reff la miró poco convencido.

La mirada de él cambió. - Tengo miedo, Kháli. No sé muy bien cómo funciona la relación entre los Reyes, pero veo a Diana y Alan y tengo la sensación de que no debería de ser así. Tengo miedo… a que le coloquen las marcas de la traición.

-¡Reff, eso no sucederá! - aseguró ella poniéndose de pie y mirándolo desde arriba. - Yo tampoco entiendo muy bien cómo funciona, pero sé que jamás le pondrían las marcas de traición a alguien como Diana, ni a Cai, ni a ninguno de nosotros. Te lo prometo. Diana sería la última persona en que el Imperio Blanco vería como enemigo.

Después de un momento, la sonrisa de Reff volvió a sus labios y también se puso de pie. - Te creo. Kháli, si me dijeras que venceremos a los Terrorianos y al Imperio Negro cuando la Guerra se acerque, te creería. Gracias. 

Se abrazaron y Kháli dijo: - No sé de los Terrorianos ni de la Guerra, pero sé de tu hermana, Reff. Nunca será marcada, ninguno de nosotros dejaríamos que algo así sucediera, - ocultó el sentimiento de congoja que le dió el hecho de que Cai estaba enamorado de alguien más.

-Gracias, - repitió Reff. Se separaron. - Será mejor que te reúnas con Gertrude y Ronnman. No tardarán en partir.

Ella asintió y comenzó a alejarse. -Deséame suerte. ¡Y tú también, ve con cuidado! - profirió cuando se despidieron.

 

Gertrude bostezó largamente.

-Es la sexta vez que bostezas, – se quejó Kháli, – ya cállate.

-Seis veces que te quejas tú, – fue la respuesta de Gertrude, – cállate tú.

-Cállense las dos, – ordenó a su vez Ronnman.

Gertrude sonreía. Tomaba las palabras de los otros dos como simples bromas. Su lengua siempre se movía afuera mientras esperaba y se maravillaba por sus alrededores, sus pequeños ojos inspeccionando todo.

Los tres se encontraban en el sexto escaque de la dimensión Geilia. La tierra de los Mayalles. Sin embargo, no habían aterrizado cerca del pueblo central así que en ese momento estaban dentro de una estación esperando la llegada del tren que los llevaría al lugar en que se encontraba el gobernador Rupert, el gobernador de los Mayalles.

Kháli, al menos, había estado emocionada de poder conocer a los Mayalles; sin embargo, al llegar al escaque se llevó una gran decepción pues parecían idénticos a los humanos, absolutamente todos tenían la tez morena.

-¿Cuáles son las diferencias? – le había preguntado a Ronnman, insatisfecha de su observación.

-Descúbrelas tú misma.

Entonces Kháli no tuvo más remedio que quedarse sentada, esperando a que el tren llegara, mirando a los transeúntes pasar e intentando identificar algún rasgo especial. Fue en vano. 

Finalmente llegó el tren frente a ellos; era bastante moderno, con el color plateado predominando. Sin embargo, Kháli había notado, los rieles parecían estar cubiertos de terciopelo gris y ahora que el tren había llegado, vio que las ruedas estaban envueltas con el mismo material.

Se pusieron de pie a la señal de Ronnman y se dirigieron a una de las puertas del tren; un hombre encorvado y con gesto aburrido los recibió frente a la puerta.

-¿Es esta su primera vez abordando el tren o lo han abordado previamente? – preguntó con un tono de completa desgana y sin siquiera mirarlos.

-Es la primera vez, – indicó Kháli.

El hombre le entregó un folleto. – Lean el manual de ingreso y sigan todas las precauciones indicadas adentro del tren. No hablen, no griten, no rían. Utilicen los cinturones de seguridad en los momentos indicados. ¿Vienen por el festival

-No, señor…

-El pasaje sería dos mil chocas.

-Somos Guerreros, – dijo Ronnman como si esperara que eso les libraría de pagar.



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En el texto hay: peleas, romance, guerreras

Editado: 08.06.2024

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