Los Dieciséis Guerreros (libro 2)

Capítulo 16

El último día del festival había concluido y Kháli añoró la tranquilidad que había sentido en aquellos momentos pues en las siguientes semanas solo sintió frustración y desesperación. Debían reanudar su lucha contra los Terrorianos. El problema de los desparecidos continuaba y por más que investigaban no llegaban a ninguna conclusión. Los ciudadanos hacían constantes protestas en las cuales exigían al gobernador encontrar a los Mayalles faltantes o renunciar para que alguien más tomara su puesto.

Las Peones se preguntaban por qué los Terrorianos no atacaban a los Mayalles como lo habían hecho con los Guerreros en la Fortaleza o en la escuela. Ronnman explicó que probablemente se debía a que los sentimientos de los Guerreros les brindaban mucho más poder que un grupo de Mayalles o humanos, por lo que no tenían las agallas de enfrentarlos directamente.

A pesar de las palabras que le había dicho a Kháli, el gobernador no podía hacer nada en cuanto a la actitud de su hijo; Rik estaba empeñado en acompañar a Kháli cuando se le designaba las investigaciones y cuando era su turno de quedarse en casa protegiendo a Rupert. De esa manera, los dos fueron uniéndose cada vez más conforme pasaba el tiempo. A Kháli le agobiaba la crisis por el que el escaque estaba pasando, pero debía admitir que el tener a Rik a su lado la relajaba de gran manera pues él tenía una habilidad de hacer parecer que todo lo malo tenía solución y que tarde o temprano podrían resolverlo; con él, el tiempo pasaba mucho más rápido, y aunque ella se sentía culpable de admitirlo, pasaba muchos ratos divertidos. El problema de la diferencia de envejecimiento resultaba fácil de olvidar y poco a poco sintió sus sentimientos hacia él incrementar.

Kháli también sentía una inclinación afable hacia Rupert; a pesar de la advertencia del gobernador y su constante desaprobación ante la actitud de los jóvenes, ella no podía sentir desagrado hacia él. No se parecía a los políticos de la Tierra, no sonreía ni intentaba ser encantador; no perdía el tiempo en chistes malos y hablaba poco. Cuando recibía visitas de negocios siempre iba al grano aunque jamás pareció grosero, siempre era cortés con cualquiera que entrara a la estancia; empatizaba con la situación de la gente, pero sus expresiones y gestos nunca eran exagerados. Se centraba en el problema, analizaba soluciones y jamás se quejaba. 

Ronnman parecía ser paciente, para sorpresa de Kháli. Todos los días cumplía su trabajo ya fuera buscar a alguien o proteger al gobernador; siempre alerta ante cualquier peligro aunque no habían recibido amenaza directa. Geratyne atendía a los Guerreros e intentaba ayudar en lo que fuera; lucía nerviosa cada vez que estaba en la misma habitación que Ronnman y aunque no podía sonrojarse, Kháli la veía desviar su mirada de la Torre. 

Por su lado, Gertrude solo seguía órdenes, comía y dormía; no hacía sugerencias ni proponía teorías. 

En cuanto a los desaparecidos, los Guerreros seguían sin hallar un patrón que los uniera y los secuestros se daban en lugares diferentes también. Kháli sugirió buscar en los barrios bajos pero el Gobernador le explicó que no existían tales lugares en la ciudad, no había calles con mala reputación ni sitios peligrosos.

Las personas secuestradas variaban entre estudiantes de diversas carreras; profesores, médicos, veterinarios, agricultores, etc. y la última vez que había sido visto cada uno de ellos se alternaba entre mañana, tarde y noche.

-Lo único que parece similar son las edades, – observaba Kháli un día tras muchas semanas de investigación. Rik y ella estaban en la antigua habitación de él y tenían muchas hojas de cartón esparcidas en la cama, era la información de las víctimas. – Aunque ustedes envejecen muy lento, no hay récord de niños secuestrados ni de ancianos.

-¿Y eso qué significa? – preguntó él con un tono aburrido mientras rotaba de colores.

-Que tal vez los quieren para un trabajo específico. Probablemente físico.

-Pero no podemos sentir dolor…

-No importa, – interrumpió ella; – aunque no pueda sentir dolor, no es probable que un niño pueda hacer el mismo trabajo que un adulto… en cuanto a los ancianos, a pesar de que sí puedan trabajar…no duran tanto con vida como un joven…

-¿Pero qué clase de trabajo? Si los secuestraran para trabajar, estoy seguro de que ya hubiéramos escuchado algo por aquí.

Kháli palideció - …A menos que… el trabajo no sea aquí.

-Daría igual, si se los llevaran a otras ciudades también lo sabríamos.

-...Me refiero a que se los están llevando a otro escaque.

Esto captó la atención de Rik que se levantó en su cama de un salto. - ¡¿Qué?! ¿Crees que los están extrayendo de aquí?

Kháli asintió tristemente.

-…Pero si es así… - continuó Rik – quiere decir que ya no podremos encontrarlos. Son 30 escaques en los que podrían estar. ¿Por qué alguien haría eso? ¿Y quién? ¡Kháli! ¡No podremos encontrarlos!

Kháli no respondió. Quería asegurarle que los podrían salvar, pero Rik tenía razón, si su teoría era correcta, ya no era posible salvarlos.

-Escucha, – dijo finalmente, – desde que vine, los secuestros no se han detenido así que aún tenemos la posibilidad de encontrar al responsable y evitar que siga sucediendo. 

-Pero… los familiares de los secuestrados…



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En el texto hay: peleas, romance, guerreras

Editado: 08.06.2024

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