Al haber recibido una carta negra, Kháli esperaba encontrarse con una crisis apocalíptica al llegar al escaque; fuego por todos los edificios, sonidos de explosiones, disparos y gritos; olor a muerte, pólvora y cosas podridas. Sin embargo, jamás esperó ver nada y eso fue exactamente con lo que se encontraron: nada.
No se veía nada más que un inmenso suelo de concreto que se perdía en el horizonte; no había árboles, edificios ni otra clase de estructura. El cielo carecía de nubes y estrellas, solo se veía un minúsculo sol anaranjado y opaco. El sonido parecía inexistente en ese lugar; cantos de pájaros, de agua, de vehículos o cualquier otro ruido estaban ausentes. Kháli incluso dudó por un instante el poder hablar hasta que Alexandria dijo: -No se vayan a mover.
-Mmm, jamás había estado aquí, - comentó Crishcas mirando a su alrededor; - ¿Será una trampa? – preguntó dando unos pasos al frente. De repente pareció ser golpeado por una pared invisible, se estrelló y cayó sobre el suelo, quejándose del dolor en su nariz.
Reff lo ayudó a levantarse. -Alexandria dijo que no nos moviéramos…
Kháli extendió su mano para comprobar si había una pared frente a ella. Su mano se movió libremente sin tocar objeto alguno.
-¿Qué hacemos aquí? – preguntó, - ¿Por qué no hay nada?
- Las cosas están a nuestro alrededor, pero nuestros ojos y oídos no son capaces de percibirlas.
Crishcas miró a su alrededor con la expresión de un niño. -Es magia...
-Es ciencia, - contradijo Reff.- Probablemente algunos animales serían capaces de verlo.
-Así es, - confirmó Alexandria; - los otros Guerreros necesitan de dispositivos especiales para poder ver aquí, pero nosotros solo necesitamos decir “oksal”.
Kháli así lo hizo y no pudo evitar la exclamación de asombro al ver como un mundo entero se formaba frente a sus propios ojos. Desde la base hasta la punta, enormes edificios de cristal parecieron construirse en segundos; diferentes calles se crearon a su alrededor y pudo ver todo tipo de luces, estatuas y letreros. Fascinada, giró sobre sus pies lentamente para absorber todo lo que su vista y oído le ofrecían; de repente, se quedó inmóvil pues tenía una gran multitud en frente observándola. Eran los Sfinxers que andaban sobre lo que parecían ser un tipo de caballos; todos estaban quietos contemplando a los recién llegados.
-Bienvenidos, Guerreros, - dijo el que estaba hasta adelante. Su voz era extremadamente suave y armoniosa.. – Yo soy Zinoxh, - se inclinó levemente y extendió su mano hacia Kháli.
Normalmente, ella hubiera vacilado o preguntado a Alexandria qué hacer, pero en ese momento sintió que si titubeaba sería una falta de respeto a ese ser así que rápidamente tomó la mano. Zinoxh tiró de ella suavemente y la levantó del suelo. Kháli sintió que se elevó como si fuera una pluma ligera hasta que se sentó detrás de Zinoxh. Otro hizo lo mismo con Reff, les dieron un “caballo” a Alexandria y Crishcas.
Kháli estudió a los Sfinxers mientras todos giraban y comenzaban a marchar; algunos no se movieron de lugar, sino que solo abrían el camino y contemplaban en silencio a los Guerreros pasar. Los Sfinxers era como Alexandria los había descrito; la piel de Zinoxh era azul oscuro; todos tenían una figura gruesa, Kháli creía que parecían estar rellenos de algodón, resistió los deseos de comprobarlo en su acompañante.
Sus ropas no diferían mucho a la de los humanos; estaban envueltos en abrigos de lana de colores oscuros. Sus rostros eran ovalados, sus narices eran como pelotas; Kháli no sabía si todos estaban serios por la situación o si las comisuras de sus labios estaban inclinadas hacia abajo de forma permanente. Los ojos le recordaban a hermosos y pequeños trozos de obsidiana. Las elegantes monturas parecían tener más bien un cuerpo metálico, pues este era de un celeste reluciente, caminaban con pasos lentos.
-Gracias por su pronta respuesta, – agradeció Zinoxh.
En otro ser, Kháli hubiera dudado si se trataba de sarcasmo ya que no habían llegado tan rápido como hubieran querido, pero la voz de Zinoxh, a pesar de ser grave, era muy gentil.
-Deseábamos llegar antes… - le aseguró Alexandria.
Zinoxh se mantuvo erguido. Su vista al frente. -Entendemos que los Terrorianos han causado muchos problemas en otros lugares.
-¿Saben de los Terrorianos? – preguntó Kháli.
-Sí. El General Waito vino a pedirle ayuda a nuestra dirigente cuando batalló con ellos, pero ella se negó y su lucha no nos afectó en aquel entonces. Creíamos que tampoco nos afectaría ahora, jamás imaginamos… - Zinoxh no pudo terminar. Continuó con su misma postura.
-Díganos qué ha sucedido, Zinoxh, - pidió Alexandria.
-Ha sido algo horrendo, - musitó él, - comenzó hace unos seis zorfos de nuestro tiempo. Nuestra sociedad había estado bien… más que bien me atrevería a decir. Nuestra dirigente vivía de un humor excelente. De pronto se comenzó a notar algo extraño en ella. Estaba extremadamente feliz, luego se volvía irritable o comenzaba a llorar incontrolablemente. - Zinoxh vacilaba al hablar, como si lo estuviera viendo todo de nuevo; - No sabíamos qué hacer. Otros ciudadanos pronto presentaron los mismos comportamientos y aunque eso nos preocupaba, no hicimos nada hasta que las primeras anomalías físicas aparecieron, - hizo una pausa. - Si tan solo hubiéramos actuado rápido, intentado indagar desde que la primera conducta extraña se presentó…
Editado: 08.06.2024