Los Dieciséis Guerreros (libro 2)

Capítulo 27

-¡¡No!!

El grito lastimero de Kháli cubrió toda la zona. Crishcas seguía sujetándola, esperando a que se calmara. Andi contemplaba estupefacta por donde Reff había desaparecido. Las aguas permanecían quietas como si no hubiera habido nadie unos segundos antes. Como si no se hubiera tragado al más gentil y dulce de los Guerreros del Imperio Blanco.

-¡No! – exclamó Kháli, esta vez furiosa, - ¡suéltame! ¡Xajol!  - y asestó una tremenda patada en el estómago de Crishcas que este no vio venir.

-¡Kháli! - Andi intentó sujetar a Kháli quien sin vacilar se dirigió al pantano. Logró sujetar la parte de debajo de su blusa, pero la Peón se liberó bruscamente. 

Corrió hasta entrar en el pantano; sus pies quedaron sujetos a la sustancia viscosa de inmediato y comenzó a ser absorbida. Introdujo sus manos en el pantano y con sus dedos intentó encontrar algo, encontrar a Reff y sujetarlo para extraerlo. No podía pensar, no podía razonar, en esos momentos solo podía hacer una cosa, ¡intentar salvar a Reff!

-¡Reff! ¡Reff! ¡Reff! – Kháli no reconocía su propia voz, tampoco parecía reconocer sus alrededores. Solo existían esas aguas negras, pegajosas y profundas. A lo lejos podía escuchar gritos de otras personas, pero no distinguía lo que decían. - ¡Reff! – procuraba remover las aguas, pero era como moverse entre una masa muy pegadiza, - ¡Reff! – Sentía el frío del pantano en sus rodillas, y brazos, - ¡Reff! – En su cintura y hombros, - ¡Reff! – En su abdomen y su barbilla. Continuaba moviéndose; no podía rendirse, no podía dejar a su amigo.

Sintió que en poco tiempo quedó totalmente sumergida. El miedo de quedar atrapada no era tanto como el de no encontrar a su amigo. Completamente ciega seguía buscando, tratando de sentir algo que no fuera el pantano, algo más cálido y suave, algo de piel. Pero no lo encontró. 

Ya no podía moverse. Suspendida y atorada, recordó el primer momento que había visto a Reff, recostado, abandonado y temeroso. Luego recordó cada una de las sonrisas que le había dedicado, su mirada suave y comprensiva. ¿Cómo podía perderlo? Y mientras tanto los Terrorianos probablemente estarían estallando de la risa viendo cómo ella perdía a uno de sus seres más queridos. No era justo, no era justo. Nada era justo.

De repente dejó de ir hacia abajo y comenzó a ascender bruscamente, como si hubiera habido un explosivo en el interior del pantano. Una enorme burbuja empezó a formarse, empujando sus alrededores hacia arriba impulsando a Kháli de forma violenta hasta que el pantano entero pareció estallar y mandar toda el agua negruzca por los aires. Kháli tenía sus ojos cerrados, como si hubiera seguido inmovilizada a pesar de ir por el aire y no sentir ya la viscosidad sujetándola. No sabía qué había ocurrido ni cuánta distancia subió. Tal vez así se sentía morir, no era la luz al final del túnel sino que una explosión que la mandaría directo al cielo, era obvio que ahí iría a Reff…tal vez podría verlo mientras iban en camino.

Finalmente abrió los ojos, estaba a unos metros sobre el suelo. Poco a poco se aclaró su vista y su sentido del oído. Alrededor de ella habían bultos formados de la sustancia negra, abajo estaban aún las ruinas del edificio incendiándose y al lado, un enorme agujero de color negro. De pronto comenzó a descender, rápido y más rápido. Su único instinto fue convertir el suelo en lodo otra vez antes de caer así que gritó - ¡Xaq’o’l! - y cayó sobre la superficie sucia, pero suave. Sin embargo, el golpe le hizo sacar todo el aire que tenía en los pulmones por lo que tardó en recuperar el aliento.

Tosiendo y respirando bruscamente, se sentó sobre el suelo. 

-¡Kháli! ¿Estás bien? – preguntó Crishcas rápidamente llegando a su lado.

Ella no podía responder, estaba aturdida jadeando. Todo el cuerpo le dolía, sobre todo su espalda y sus piernas.

-¡Reff no respira! – escuchó gritar a Andi.

Kháli intentó ponerse de pie e ir con su amigo, pero no pudo siquiera levantarse, sin embargo Crishcas ya la había dejado. Tambaleando, Kháli se dirigió a donde veía al grupo a través de su vista nublada. Crishcas comenzó a administrarle a Reff primeros auxilios.

-No sirve, - dijo después de un rato y colocó la palma de su mano con los dedos extendidos sobre el pecho de Reff. Con una voz llena de poder exclamó: - ¡Kyq’iq’!

Reff arqueó la espalda y abrió la boca. Una gran cantidad de la sustancia viscosa comenzó a salir de entre sus dientes hasta que despejó su garganta. Luego, inhaló una gran bocanada de aire y abrió los ojos.

-¡Reff! – exclamó Andi con alegría frotándole la espalda. Crishcas suspiró de alivio. 

Tosiendo, Kháli llegó hasta ellos y abrazó a Reff colocando la cabeza de él en su pecho. Ambos seguían respirando con dificultad.

-Estás vivo, - murmuró ella llorando silenciosamente. – Estás vivo.

Todos se quedaron ahí en silencio, esperando a que los Peones se recuperaran. Kháli comprendió que habían logrado salir gracias a Crishcas, era la única explicación; el Alfil debió haber invocado la Ayuda para hacer explotar el pantano como último recurso. Le estaba inmensamente agradecida, no por haber salvado su vida sino por la de Reff. Se aferraba a su amigo como si necesitara comprobar que era la realidad y no seguían sumergidos en el pantano.



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En el texto hay: peleas, romance, guerreras

Editado: 08.06.2024

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