Los Dieciséis Guerreros (libro 2)

Capítulo 29

Después de la comida, la emperatriz llamó a los Angelinos que componían su concejo y a los Guerreros; anunció que había cambiado su parecer respecto a la investigación que se debía hacer con los Quebrantahuesos y otorgó su permiso para viajar a esa tierra. Los Angelinos estaban molestos.

-Parece que Bynner logró convencerla, – murmuró Alan. Kháli alzó las cejas con admiración y sorpresa.

-Los Quebrantahuesos viven en el otro lado del océano, – decía enojado el hijo de la emperatriz, Collen, - ¿Sugieres que nos usen como medio de transporte para llevarlos allá? ¿Cómo se supone que cargaremos a esas Torres?

-Ya que no contamos con esos… ¿barcos?... no hay forma que los Guerreros crucen el mar sin nuestra ayuda, – afirmó la emperatri,z pero pareció de repente tener una idea y se dirigió a los Guerreros, - ¿No pueden abrir un camino en medio del océano? ¿No hubo un Alfil hace tiempo que fue capaz de eso?

Un Angelino anciano intervino: -Sin embargo, concuerdo con Collen en que utilizarnos de esa manera es demasiado arriesgado.

-No los estamos utilizando, - el Rey intentaba no perder la paciencia, - pero sí requerimos su asistencia. Cuanto antes aclaremos las cosas con los Quebrantahuesos, será mejor para todos.

-No creo que haya nada que aclarar, - aseguró una Angelina con tono severo. – Nuestra sociedad está en paz.

-Sí…ya han dicho eso.

-Si los Quebrantahuesos ven a un grupo de Angelinos acercarse a su tierra puede que lo tomen como un acto hostil y si atacan… - vaciló notoriamente antes de proseguir, - un ataque de los Quebrantahuesos puede resultar catastrófico.

-No irán sin protección. Mi discípulo, Alan, está listo para hacer indagaciones en esa tierra y llegar a un acuerdo con ellos en caso de ser necesario. Además irán protegidos por una Torre, un Alfil y dos Peones. 

-¿Y usted cree que eso es suficiente para garantizarnos la seguridad de nuestra gente?

-Repito que es un viaje puramente exploratorio, no se adentrarán a la Tierra si no se requiere, solo queremos averiguar los movimientos de los Quebrantahuesos. Nada más.

Todos se quedaron en silencio por unos momentos; luego seriamente, Collen dijo: -En ese caso, seré yo quien lidere a los Angelinos en dicha expedición.

Su madre lo miró sorprendida. - ¿Estás seguro de eso, hijo mío?

-Completamente. Iremos armados. Necesitaré una semana para alistarlos, no quiero correr riesgos. Supongo que los Guerreros pueden esperar nueve días antes de partir, – dijo con tono de despecho.

-Estaremos dispuestos, - aseguró el Rey y la junta se dispersó. 

La Nación de los Angelinos era extensa así que mientras ellos se preparaban para el viaje, los Guerreros aprovecharon para caminar entre los árboles y explorar. El sentimiento de culpa no abandonaba a Kháli y se unía con amargura porque sentía que el Rey la estaba ignorando, probablemente porque lo había desobedecido. Ya estaba decidido que los que acompañarían a Alan serían Crishcas, Ronnman, Rochelle y Gertrude; Alexandria, Cai y Bynner se quedarían dentro del pueblo; los últimos dos, cerca de la emperatriz para protegerla y Rita no abandonaría el lado del Rey, ambos tampoco saldrían del territorio.  

Pero a Kháli, Reff y Diana ninguna orden se les había dado, presentían que el Rey estaba resentido y enojado con ellos. Esperaban que no fuera por mucho tiempo, pero los días transcurrían sin que él los mandara a llamar ni que les dirigiera una palabra.

-Supongo que no podemos culparlo, - comentaba Reff un día.

-Pero debemos hacer algo, - repuso Kháli, – o habremos venido en vano.

El temor que ella tenía sobre la ausencia de los Terrorianos se incrementaba con los días. Al convivir con los Angelinos, era difícil pensar que los Terrorianos habían llegado a ese escaque, ya que era una población sumamente tranquila, ni siquiera los niños parecían reñir; dedicaban su tiempo a estudiar, reflexionar y compartir pensamientos que tenían sobre los mundos y los seres en ellos.

También tenían una gran pasión por el arte: la pintura, la música, la literatura y la escultura decoraban cada rincón de la nación. Eran amantes de la ciencia, mas no les gustaba la tecnología humana, no le encontraban funcionalidad a excepción de usos médicos. Como ropajes llevaban puesta siempre una tela fina de color blanca, usualmente con adornos de colores fuertes.

Sorprendidos, los Peones veían que los Angelinos mostraban respeto no solo hacia ellos sino hacia Rik también, disfrutaban verlo cambiar de colores y escucharlo hablar de su tierra, aunque no eran tan ingenuos como para envidiar su inmunidad al dolor sí incitaba su curiosidad y deseaban estudiar su anatomía a lo cual Rik se negó de lo más nervioso. 

Por otro lado, a las Torres y sus discípulos no mostraban un trato tan ameno; aunque nunca fueron groseros, sí distantes y fríos, a excepción de Collen quien mostraba su desprecio hacia ellos abiertamente aunque nunca parecía perder su formalidad. Era evidente que los Angelinos lo admiraban, no solo por ser el hijo de la emperatriz, sino que se hacía respetar por sus cualidades de líder y la prioridad que tenía de mantener a los Angelinos a salvo y progresando por sí mismos.

La preocupación que Kháli sentía por Julian no desistía, no sabían en dónde dormía ni cómo se alimentaba. Alexandria iba hacia varios lugares dentro de la nación, por lo que Kháli no tenía oportunidad de conversar con ella. Mientras tanto, Rik se dedicaba a mantener la mente de ella ocupada; todo lo hacía parecer maravilloso. Exploraba hasta los bosques más minúsculos y se adentraba en diferentes salones, a veces interrumpiendo las reuniones que eran tan usuales en esa sociedad; la despertaba en medio de la noche para contemplar los insectos de diferentes colores que salían a volar en lo alto.



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En el texto hay: peleas, romance, guerreras

Editado: 08.06.2024

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