Los Dieciséis Guerreros (libro 2)

Capítulo 32

La tela en su boca aminoraba los gritos de Kháli; sola e impotente soportaba la tortura a la que era sometida por Fraiton. No entendía por qué no la mataba, lo único que hacía Fraiton era causarle dolor y más dolor; ya ni siquiera parecía disfrutarlo sino que la lastimaba como si estuviera realizando un trabajo. Sus piernas, brazos y rostro estaban adoloridos por los moretones y cortes que sentía punzar constantemente. A Vinicio tampoco parecía gustarle que la Peón siguiera con vida.

-¡Ya, extermínala! -  le había dicho varias veces a, pero el otro lo ignoraba hasta que harto exclamó::

-¡Aún no! Ya te dije que muerta no nos sirve. Inconsciente tampoco, – añadió en un murmullo mientras le hacía otro corte en el hombro.

Kháli gruñó de lo más encolerizada y aunque tenía ambas piernas atadas logró patear al Terroriano. Éste rugió y le devolvió el golpe.

-¡Quédate quieta! ¡Demonios! 

-¿Sientes eso? – preguntó Vinicio de pronto.

Él y Fraiton se quedaron en silencio como si intentaran escuchar algo. Kháli también prestó atención. Tal vez alguien se estaba acercando, pensó con esperanza, primero verían a Julian pero no tardarían en encontrarla a ella y sacarla de ese lugar. ¡Diana! ¡¿Cómo no se había recordado de ella?! ¡Diana sabía que Kháli estaba ahí! Probablemente había ido a avisar a uno de los Guerreros en la nación… 

En esos momentos no lograba escuchar pasos ni nada que se asemejara. El único sonido era el ulular del frío viento. 

Fraiton sonrió, algo que no había hecho desde que se encontraron a Kháli. Vinicio, todavía herido, también imitó el gesto y ambos comenzaron a reír.

-Bien, ya comenzó la masacre. Con eso y la muerte de esta Peón será suficiente, – dijo Fraiton.

Kháli no quería dejarse intimidar; entrecerró los ojos para mostrarles que no tenía miedo, pero le fue inevitable sentir su corazón acelerar.

-¿Escuchaste, tonta Peón? – preguntó Fraiton acercándose y empujándola lentamente con su pie. - Llegó tu hora, - añadió dándole otro empujón.

Kháli forcejeó y gruñó enojada y en pánico; Fraiton la empujaba en dirección hacia donde estaba la orilla de la montaña. Cada vez que se movía, su cuerpo entero se quejaba del dolor, sus heridas seguían abiertas y se ensuciaban con la tierra. Kháli deseaba haber tenido la actitud de Rik; poder burlarse de sus enemigos parecía algo bastante agradable, provocarlos para que hicieran su mejor intento en lastimarla sin ningún resultado. Quería reírse de ellos, sentir que tenía el control de la situación y que era inmune a cualquier tentativa de hacerle daño... pero no era una Mayalle. 

-¿Por qué no solo la atraviesas con la espada del Caballero? – preguntó Vinicio impaciente.

-¡Si eso funcionara también hubiera decapitado al marcado con ella! – exclamó Fraiton furioso. Su expresión cambió a una de alegría al seguir empujando a Kháli con su sucio pie. - Tiene que sentirse desesperada. Estúpida Peón, quisiera hundir la espada en tu pecho, aunque no puedo negar que me causa más emoción el que mueras de esta forma, ¿te das cuenta a dónde vas? – mientras hablaba, continuaba empujando a Kháli hacia el borde, haciendo que cada segundo y empujón fueran momentos interminables de martirio para ella. Intentaba soltarse e invocar la Ayuda; sus manos estaban irremediablemente atadas, se ahogaba con la tela metida en su boca. 

Nadie aparecía. 

Estaba completamente sola. Pensó en sus padres, ajenos a lo que le sucedía a su hija; pensó en la Reina yaciendo inconsciente sobre su lecho; pensó en el resto de los siete Peones y las otras siete Piezas Mayores, todos eran sus amigos. Ninguno estaba ahí para ella en esos momentos. Por último, pensó en Rik enjaulado a kilómetros lejos de ella probablemente jugando con la almohada o columpiándose alegremente. Con la muerte de Julian, liberarían a Rik, pero Kháli no estaría ahí para verlo.

-¡Ya, déjala caer! – exclamó Vinicio poniéndose de pie; aún sangraba, eso no le impidió asestar una fuerte patada a la Peón lanzándola de un solo hacia donde ya no había suelo.

Los Terrorianos solo vieron una sombra pasar repentinamente al lado de ellos para envolver a Kháli cuando estaba en la orilla y luego, caer con ella.

-¿Viste qué fue eso? – preguntó Vinicio aturdido.

La sorpresa de Fraiton se sustituyó rápidamente por su usual sonrisa, - sí y ni siquiera nosotros pudimos haberlo planeado mejor.

Kháli caía de la cima de la montaña, de eso no había duda, pero ya no caía sola; alguien la había abrazado justo antes de que se fuera por el borde. Solo podía ver los largos brazos y piernas alrededor de su cuerpo. 

Mientras descendía por el aire su mirada nublada estaba fija en el cielo y la cima de la montaña que parecían alejarse de ella. Sabía que estaba gritando pero no podía escucharse, solo se ahogaba con la cuerda, sentía que sus pulmones estallarían antes de morir; sus ojos estaban llenos de lágrimas y todo su cuerpo estaba helado. La persona que la abrazaba estaba debajo de ella; ambos cayendo en línea recta. Con una mano, la persona desconocida intentaba liberar la boca de Kháli pero la cuerda estaba atada fuertemente alrededor de su cabeza que no pudo lograrse.

Entonces la voz detrás de ella gritó: -¡No te preocupes, Kháli! ¡No dolerá!



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En el texto hay: peleas, romance, guerreras

Editado: 08.06.2024

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