Los Dieciséis Guerreros (libro 2)

Capítulo 33

Antes de verlo, Alexandria pudo escucharlo. Primero hubo un golpe sonoro y luego una fuerte explosión sonó en la montaña y la cima se hizo trizas. Alexandria se detuvo para contemplar las pedazos negros volando; luego, se hizo el silencio y poco después una risa entre dientes llegó hasta ella. Desde donde estaba, vio sobre la cima asomarse cinco figuras: los Terrorianos. Las heridas, moretones y debilidad en cada uno de ellos se habían esfumado por completo. A la derecha estaba la encogida silueta de Soledad; todos los demás lucían poderosos y felices de estarlo. Al lado de Soledad estaba Linak también sonriente y sosteniendo una metralleta. A la izquierda, Fraiton y Vinicio se encontraban más felices que nunca; y en el centro predominaba la alta y robusta figura del último hermano: Trooan. Completamente resurgido, el Terroriano parecía disfrutar del aire fresco antes de sonreír malignamente y enfocar su atención en la nación de los Angelinos.

-Bien, – dijo tornándose serio, casi enojado; - comencemos.

Y por toda la tierra se sintió un violento terremoto.

 

Hojas. El techo estaba construido con ramas, pero las cubrían montones de hojas verdes.

Kháli permaneció inmóvil contemplando el techo. Vivía. Creía que si no se movía, el tiempo seguiría estancado y verdaderamente no quería que el tiempo continuase, pues la horrible sensación en su pecho pronosticaba un suceso terrible; además, su cuerpo se sentía espantosamente entumecido. No, no quería moverse ¿Qué había de malo en permanecer como estatua por el resto de su vida? No lastimaba a nadie y nadie la lastimaba.

-Kháli, debes moverte, – dijo una voz suave pero firme a su lado. La Peón reconoció la voz de su tutora; la mujer que tanto respeto le inspiraba, en ese momento solo sintió cólera hacia ella, ¿por qué debía moverse? ¡Estaba herida! ¿Acaso no era obvio? ¿Por qué no la dejaba descansar?

Otra parte de ella deseó que Alexandria siguiera insistiendo, pero la Alfil permaneció en silencio, lo cual fue mucho peor para la Peón. Con los ojos aún puestos en el techo, comenzó a llorar. Sollozó ruidosamente y se cubrió el rostro con las manos sintiendo los vendajes en ellas.

Por fin, gimiendo, hizo la pregunta que tanto temía hacer: - ¿Dónde está Rik?

Alexandria no respondió por lo que Kháli se vio obligada a mirarla, entonces su tutora le señaló una cama que estaba cerca de donde Kháli estaba recostada. La Peón se sentó y al ver a Rik, sus lágrimas aumentaron. Lentamente, salió de su cama para ir a la de él. Rik estaba tendido, con los ojos cerrados y un tubo de bambú conectado a su boca. Estaba pálido, tenía parte de su cabeza rapada en donde podía verse una larga sutura.

Kháli quiso tocarlo pero tenía miedo, como si lo fuera a lastimar con el mínimo contacto.

-¿Está vivo? – preguntó ella entre quejidos. 

-Está en coma. La jaula de Rik estaba más cerca al límite de la nación, – la voz de Alexandria era grave al explicarle los sucesos. - Diana se encontró con ella antes de que pudiera hallar a algún Guerrero y sintió que era lo correcto liberar a Rik y explicarle lo que ocurría; entonces se dirigió a buscar a los demás, pero Rik fue directamente hacia la montaña, – los ojos del Alfil se desplazaron hacia el Mayalle. – Creo que cuando finalmente llegó contigo, los Terrorianos ya te habían lanzado y lo único que él pudo hacer fue abrazarte un instante antes de que cayeras y usarse a sí mismo como escudo para que fuera su cuerpo el que diera contra el suelo y no el tuyo y así darte una oportunidad de sobrevivir. Rita los vio caer, no pudo llegar a tiempo; ambos estaban inconscientes, pero vivos cuando ella arribó. Después llegué yo y trajimos a los tres aquí.

-¿Tres? – preguntó Kháli - ¿Julian está…?

Alexandria asintió. -También está vivo.

El alivio la inundó por pocos segundos, pero fue una sensación cálida y gratificante. Alexandria prosiguió: - Rik tiene numerosas fracturas y cayó en coma…no sabemos cuándo despertará.

Kháli no había dejado de llorar; ya se había animado a acariciar el rostro de Rik, después colocó su cabeza en la inerte de él, murmurando repetidas veces: – Lo lamento, lo lamento.

Alexandria hizo un corto silencio y añadió: – sé que sabes esto, pero quiero recordarte que por su condición de Mayalle, Rik no sintió dolor alguno y aunque su cuerpo esté gravemente herido, él no sentirá mayor molestia si despierta.

“Si despierta”. El tormento que Kháli sentía era inigualable. Rik en coma. 

Entonces recordó lo que él le había dicho justo antes de tocar el suelo. “No te preocupes, Kháli. No dolerá.” Él no se había referido a ella, él se había referido a sí mismo. Sabiendo que tenía escasas posibilidades de sobrevivir, había querido consolarla recordándole que él no había sufrido aunque hubiera sido su cuerpo el que se golpeara contra las rocas.

No te preocupes, Kháli. No dolerá.

Había sido cierto, a él no le dolió… pero a ella sí… ¡y vaya que dolía! pensó con gran culpa.

Kháli se acomodó al lado de Rik; no quería apartarse de él. Alexandria se puso de pie y antes de salir de la habitación le dijo:

-Escucha, los Angelinos y Guerreros que cruzaron el océano fueron atacados y varios de ellos gravemente heridos; la conmoción ahí creada y la desesperación que sentiste al caer de la montaña era lo que los Terrorianos necesitaban para liberar a su hermano.



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En el texto hay: peleas, romance, guerreras

Editado: 08.06.2024

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