Los Dieciséis Guerreros (libro 2)

Capítulo 35

Kháli sintió unas manos en su rostro. Tenía los ojos cerrados, pero creyó identificar quién la tocaba. ¿Rik? Se preguntó a sí misma. No. Rik estaba en coma, además sus dedos eran delgados y largos; las que la palpaban en ese momento, en cambio, eran ásperas,  gruesas y pequeñas.

 Después de unos cuantos segundos, decidió abrir los ojos.

Estaba recostada dentro de un lugar oscuro, pudo distinguir a Cai quien se inclinaba sobre ella.

-Tienes manos pequeñas, - dijo Kháli con voz carrasposa.

Cai sonrió levemente y la ayudó a sentarse. Alrededor de ellos estaba Diana y Gertrude sentadas además de dos Angelinos. Parecían estar encerrados en una cueva sin salida, el reflejo que provenía de las ropas blancas de los Angelinos era escasa, suficiente para poder verse y hablar entre ellos. 

-¿Tú, bien? – preguntó Gertrude con su voz grave.

Kháli intentó moverse; sus extremidades estaban entumecidas. Al parecer no tenía fracturas. Sentía la nariz congestionada de tanto polvo que había inhalado, su espalda y ojos le ardían.

-Estoy bien, – respondió, - ¿en dónde estamos?

-No lo sabemos, – dijo Cai. - Todos despertamos aquí.

El techo de la caverna estaba alejado lo suficiente para permitir a los Peones ponerse de pie. De pronto, Kháli dio un pequeño sobresalto.

-¡Yo logré sellar a Vinicio! – exclamó.

Cai sonrió de nuevo. - Sí, – señaló a dos figuras inmóviles y luminosas que reposaban a un lado, de ellas provenía la única luz. Cai añadió: -  Crishcas también logró sellar a Fraiton; después apareció Trooan, luchamos contra él, pero no logramos hacerle daño. Nos golpeó a mí y a Gertrude; despertamos aquí y no sabemos qué sucedió con Crishcas.

Kháli asintió satisfecha de ver a Fraiton y Vinicio en esas condiciones. Las cajas permanecían silenciosas.

Pasó a inspeccionar la caverna. - Lo mismo ocurrió con Diana y conmigo. Supongo que Rita se quedó luchando afuera.

Gertrude se balanceó de un lado a otro. -Una Terroriana.

Diana asintió y habló quedamente. -Linak no ha sido sellada.

-No me sorprende, – afirmó Kháli. – No es el alguien fácil de vencer.

-Tampoco lo eran Fraiton y Vinicio, - hizo notar Cai mirando hacia los cajones formados de ánimas.

-No lo sé; Fraiton y Vinicio se enfocaban mucho en jugar y alardear. Linak era más seria en lo que hacía, - hizo una pausa. - Ronnman ya la enfrentó una vez, sé que la vencerá de nuevo… y cuando lo haga, Reff podrá sellarla. Solo espero que Trooan no lo traiga a él y a Rochelle aquí.

-¿Para qué necesitaría a los Peones? ¿Qué tiene planeado hacer?. 

-Si me permiten opinar, – intervino uno de los Angelinos, tenía el rostro serio; su ala izquierda estaba torcida y su brazo derecho estaba sangrando. - Lo mejor será salir de aquí cuanto antes 

La otra Angelina se mostró de acuerdo con su compañero. - ¿Qué esperan? – Le preguntó a los discípulos de las Torres, - deberían demoler las paredes para escapar.

Kháli negó con la cabeza. - No sabemos en dónde estamos, si damos siquiera un golpe en el lugar incorrecto podríamos derrumbar todo esto sobre nosotros.

-O podríamos encontrar una salida, - enfatizó la Angelina, - ¿Cuál es tu plan entonces? ¿Esperar a que el Terroriano vuelva con tus amigos para que nos mate a todos?

Cai miraba hacia arriba. -Obviamente no quiere matarnos aún.

-Eso significa que quiere hacer algo aún peor. ¡Anda! ¡Derriba una pared para irnos de una vez!

-Si Kháli dice que no deberíamos hacerlo, entonces no lo haré.

La Angelina se enojó aún más y siseó: – los humanos hacen una pregunta que no había comprendido hasta ahora, ¿harás lo que esa Peón te diga solo porque lo dice? ¿Si te dijera que te lanzaras de un precipicio lo harías? – preguntó desafiante.

Cai se cruzó de brazos y con tono terminante respondió: - Sin lugar a dudas.

Kháli no pudo evitar sentir un poco de orgullo ante la franqueza de su amigo sobre la confianza que le tenía. De pronto ese orgullo fue remplazado por una sensación de completo terror. Escuchó un trueno, potente e increíblemente largo; todo su cuerpo se estremeció mientras el horroroso sonido duraba. Sintió retumbar cada uno de sus huesos, como si el trueno se hubiera originado en ellos para luego viajar hacia su corazón.

-¿Qué fue eso? – preguntó Cai siendo el primero de los Peones en reponerse de la conmoción.

Sin contestar, Kháli se llevó la mano al corazón queriendo comprobar que aún seguía en su lugar y estaba latiendo. 

-¿Qué les sucede? – preguntó la Angelina molesta.

-¿Ustedes no lo escucharon? – preguntó Kháli al ver que también el otro Angelino lucía desconcertado.

-¿Escuchar qué?

-El trueno, - respondió la dulce voz de Diana. – Fue el más fuerte que he sentido en mi vida ¿Cómo es posible que no lo escucharan ustedes?

-Es el trueno de la muerte, - anunció Cai.



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En el texto hay: peleas, romance, guerreras

Editado: 08.06.2024

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