Los Dieciséis Guerreros (libro 2)

Capítulo 37

El rumor del río descendió conforme Kháli y Rochelle lo rodeaban y en su lugar comenzaron a escuchar gruñidos y gritos, los cuales indicaban la cercanía de la pelea. Los tristes intentos de Kháli por despejar su mente no dieron resultado hasta que se aproximaron lo suficiente para ver a los Guerreros combatiendo contra Trooan.

Ronnman batallaba contra el Terroriano intentando inmovilizarlo, pero Trooan se lo sacudía de encima. Bynner también arremetía; sobre su caballo y con su espada atacaba cada vez que Ronnman se veía derribado. Los otros tres Terrorianos seguían aprisionados y se mantenían a un lado cerca de la orilla del mar. 

Alan estaba junto al Rey y la emperatriz atendiendo Angelinos y alejándolos de la pelea. Kháli notó que había muchas otras flores grises como la que había cubierto a Diana, todas reposaban en el suelo en diferentes lugares. A lo lejos, Alexandria, Reff y Crishcas hablaban sobre algo que no podía oírse desde donde estaba Kháli. 

Rochelle la ayudó a descender del caballo sin necesidad de que ella misma bajara. Kháli mantenía sus ojos puestos en el panorama. Nada de lo que veía estaba bien. Rita debía estar ayudando a Ronnman; sonriendo, burlándose de Trooan y dándoles ánimos a sus compañeros. Diana debía estar con los Angelinos cuidando a los heridos. La ausencia de ambas se hacía notoria así como la de Jim, Danna, Cai y la Reina. Sí, todo estaba mal; ni siquiera se estaban enfrentando contra los Guerreros del Imperio Negro y sin embargo, ya se veían afectados terriblemente.

Tres poderosos resplandores la distrajeron de sus lúgubres pensamientos. Alexandria, Reff y Crishcas habían extraído las ánimas que tenían en su poder y con sus brazos extendidos para manipularlas, formaban tres muros alrededor de Trooan. Luego, vio a Bynner embestir contra el Terroriano; con su espada apuntaba al pecho, el Terroriano bloqueó el ataque con su brazo, la espada quedó introducida en él, pero a Trooan pareció más bien divertirlo que lastimarlo. Era demasiado fuerte; sin embargo, el ataque de Bynner había sido suficiente para distraerlo por unos instantes y Ronnman aprovechó para propinarle un golpe que lo mandó volando y colisionando con el agua del océano.

-¡Kháli! – gritó Alexandria, - ¡Hazlo ahora!

Rochelle había ido por Kháli precisamente porque necesitaban de las ánimas restantes.

Las piernas de Kháli parecían estar heladas en su lugar. La imagen inerte de Diana ocupaba sus pensamientos y le impedía actuar.

-¡Kháli, reacciona! - la voz imperiosa del Rey la sacudió. 

Como si su cuerpo no le perteneciera, ella se acercó a donde se encontraban los demás. ¡Tenían las suficientes para sellarlos! Con voz temblorosa,  exclamó: - “¡ánima tanatik!“–  las ánimas salieron de su interior y formaran un muro idéntico a los otros tres. Se posicionó junto a su tutora; del otro lado estaban Crishcas y Reff.

Rochelle, aún en su caballo, fue hacia los Terrorianos sellados y empujó a todos hacia el mar.

-Ronnman, Bynner ¡salgan! – profirió Alexandria.

Ronnman le dio un último golpe en la quijada de Trooan mientras Bynner empleaba ese tiempo para recuperar su espada; luego ambos se alejaron.

Trooan rugió de cólera, - ¡No lograrán sellarme! – exclamó furioso, pero los Alfiles y sus Peones comenzaron a avanzar utilizando el poder de las ánimas para paralizar al Terroriano. Éste bramaba mientras liberaba descargas de la energía que había acumulado.

Kháli estaba extremadamente agotada y con cada estallido que Trooan propinaba, sentía su muro de ánimas vacilar. No podía quitarse de la mente las imágenes de Diana y Rita. Sabía que los otros habían sentido el trueno que indicaba la muerte de Diana ¿Pero cómo se los explicaría? ¿Cómo podría ver a los ojos de Reff mientras le confesaba que había dejado morir a su hermana? y Cai… ¿qué diría él la próxima vez que se vieran? Diana había fallecido y era completamente su culpa.

-¡Kháli, concéntrate! – le indicó Alexandria, pero la Peón no podía hacerlo; débilmente cayó de rodillas, sus manos aún en alto sosteniendo el frágil muro que amenazaba con desmoronarse en cualquier instante.

Todos los demás: Angelinos y Guerreros, contemplaban el forcejeo del Terroriano contra la opresión de las ánimas. Notando que Kháli era el eslabón débil, Trooan comenzó a dirigir sus ataques hacia ella y lentamente avanzaba diciéndole:

-Sí, Kháli. Es completamente tu culpa ¿Crees que sellarme resolverá eso? La Peón no volverá a la vida aunque me sellases por la eternidad, ¿de qué sirve tus patéticos esfuerzos entonces?

Kháli no quería escuchar, pero tampoco podía cubrir sus oídos. Decenas de pensamientos inundaron su mente: la ceguera de Jim, las piernas postizas de Danna, la intoxicación de los Sfinxers, la inconsciencia de Rik y la muerte de las dos Guerreras. Ya había luchado suficiente, quería terminar con todo eso ¿de qué había servido tanta pelea? De nada.

Las descargas de energía del Terroriano la estaban haciendo retroceder, no podría aguantar mucho tiempo.

-¡Kháli! – repitió Alexandria alzando su voz. – Si dudas ahora, el sacrificio de todos será en vano. Actuar de esta manera no es lo que yo te enseñé. Piensa en los que te han ayudado a estar aquí, dales importancia a ellos y no a las palabras de este Terroriano. ¡No seas ingenua!



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En el texto hay: peleas, romance, guerreras

Editado: 08.06.2024

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