Los dioses también sangran [boys Love]

Capítulo 13

Finalmente cedí y los acompañé.

El lugar estaba fuera de la ciudad, bastante bonito, y la noche cubría las termas con un manto de calma. La luz de la luna se reflejaba sobre el agua, haciendo brillar la superficie en destellos plateados. Apenas había unas pocas personas dispersas; el lugar parecía nuestro.

Lucian se lanzó al agua con un chapoteo fuerte, dejando escapar una carcajada. Damián lo miró con una sonrisa traviesa y, de repente, se lanzó contra él, sumergiéndose y agarrándolo por sorpresa.

—¡Hey! —gritó Lucian, riendo a medias y forcejeando mientras Damián intentaba empujarlo bajo el agua—. ¡Suéltame, imbécil!

Damián emergió con la cabeza al lado de Lucian, riendo y jadeando, mientras Lucian lo empujaba suavemente para que no lo volteara del todo.

Yo me quedé al borde, observando. La cercanía entre ellos, la naturalidad de ese juego rudo, me hizo sentir un nudo en el pecho. No era un gesto romántico, pero la confianza y complicidad que había entre ambos era imposible de ignorar.

—¡Ven! —gritó Damián hacia mí, salpicándome—. No te quedes ahí mirando como un viejo aburrido.

Suspiré y finalmente me metí al agua, consciente de cada movimiento suyo, de la risa de Lucian y de la chispa en los ojos de Damián que me hacía querer acercarme más… aunque todavía no era mi momento.

Me metí al agua finalmente, intentando no mostrar que estaba más interesado de lo que quería admitir.

Damián me miró con esa sonrisa traviesa y, antes de que pudiera reaccionar, me empujó suavemente, haciendo que cayera al agua con un chapoteo.

—¡Hey! —grité, saliendo a flote y escupiéndome agua—. ¿Qué te pasa?

—Solo te estoy incluyendo en la diversión —respondió él, acercándose mientras sus manos casi rozaban las mías al intentar impulsarse hacia mí.

Lucian, a un lado, observaba con una sonrisa torcida, esquivando los ataques de Damián mientras él intentaba ahogarlo de broma. Sus risas y salpicaduras llenaban el aire, haciendo que el sonido de la noche se mezclara con nuestra propia locura.

Damián se lanzó hacia mí de nuevo, esta vez con menos fuerza pero más intención, y mis brazos lo sostuvieron sin querer demasiado. Por un instante, nuestros rostros quedaron a centímetros, y la risa se apagó momentáneamente. Sus ojos brillaban bajo la luz de la luna, húmedos por el agua y la emoción.

—Cuidado —susurré, intentando sonar firme mientras sentía mi corazón acelerarse—. No quiero… resbalarme.

—No te preocupes —dijo él, su voz baja y cercana—. Te tengo.

El roce de su cuerpo contra el mío, aunque casual y sin intención, hizo que un calor recorriera mi espalda. Lucian soltó una carcajada al vernos tan cerca.

—Vaya… alguien está empezando a sentirse demasiado cómodo —bromeó, sacudiéndose el agua del cabello.

Damián me sonrió, con ese brillo travieso en los ojos que prometía más, y yo sentí que la tensión entre nosotros crecía.

Finalmente, Damián se detuvo y se relajó en el agua, dejando que las olas suaves lo mecieran.

—Qué paz… —dijo Lucian, apoyando los brazos en el borde de la termas y respirando hondo.

—Me da sueño —murmuró Damián, apoyando la cabeza sobre el borde y cerrando los ojos un instante.

—Damián… —empecé, acercándome un poco, sintiendo cómo el agua nos mantenía cerca.

—¿Qué sucede? —respondió él, abriendo solo un ojo, todavía con la sonrisa pícara que lo caracterizaba.

—Quedaste en contarme algo —le recordé, con la voz más suave de lo que pretendía.

Damián se incorporó un poco, mojando mi brazo con un roce accidental mientras se apoyaba para girarse hacia mí. Sus ojos brillaban bajo la luz de la luna, y esa cercanía hizo que un calor subiera por mi espalda.

Damián rió, apoyando los brazos sobre el borde de la termas, y asintió lentamente.

—Bien, bien… no dormiré. Déjame pensar… Ya lo sé, eso es: Lucian está enamorado de una científica que trabaja con su madre pero es muy cobarde para decirselo —dijo de repente, con esa chispa traviesa en los ojos.

Me sorprendió. Por un momento pensé que Damián y Lucian tenían algo… o habían tenido. Mi corazón se aceleró un poco y casi lo cuestiono, pero intenté mantener la calma.

—¡Hey! ¿Por qué le cuentas eso? —pregunto Lucian.

—No sabía qué contarle —respondió Damián, encogiéndose de hombros, divertido—.

—Creí que ustedes eran pareja —dije, sin pensar, lo que provocó unas risas suaves de Lucian desde un lado.

—Solo somos buenos amigos —aclaró Lucian, sonriendo—. Pero André y yo sí somos algo.

Suspiré aliviado, aunque algo avergonzado por mi suposición. Damián me miró y sonrió de esa manera que hacía que cualquier tensión entre nosotros pareciera más… eléctrica, más cercana.

Los tres permanecimos un tiempo disfrutando del calor del agua, relajados bajo la luz de la luna, hasta que Lucian comentó que tenía sed. Salió del agua y nos preguntó qué queríamos.

—Lo que tú quieras —le dije a Lucian , dejando que él decidiera.

Finalmente, quedamos solos, solo nosotros dos. Damián se acercó lentamente, y yo sentí cómo mi corazón se aceleraba.

—Me engañaste —dije, cruzando los brazos.

—¿Por qué dices eso? —preguntó, curioso.

—Dijiste que me contarías algo, no conozco casi nada de ti .

Damián suspiró, y su mirada se suavizó.

—Pues… la verdad es que solo quería que estuviéramos juntos. Entonces… sí, te engañé —dijo con una sonrisa pícara.

Tonto. No pude evitar sonreír también. Damián se acercó más y tomó mi mano, entrelazando sus dedos con los míos con naturalidad, como si siempre hubiéramos hecho eso.

—Damián, basta de jugar —susurré.

—No juego… me atraes —dijo él, serio esta vez, sus ojos brillando bajo la luz de la luna.

No podía negarlo. Lo sentía también.

Quería acercarme un poco más hasta que un pensamiento me detuvo: Lucian podría venir en cualquier momento. Me separé suavemente.

—¿Qué pasa? —preguntó Damián, confundido.




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