Los dos apagadores

Mente cambiante.

Él se apartó sus manos del teclado amarillo, comenzó más bien a formular cosas en su cabeza o más bien su cabeza comenzó a cuestionar, se desconectó por completo de lo que era su vida diría de su rutina de cada sentimiento común como el de tocar piano en un cuarto pequeño.

Desde aquel insulto y jalón su mente divago de lo cotidiano como nunca se había puesto a pensar, acaso solo sabía que eso debía de hacer la rutina cuanto tiempo llevaba asiéndola, desde cuanto o que tiempo lleva todas esas preguntas lo comenzaron a agrumar desde cuando esto era su vida.

Acaso su vida estaba dictada a eso y esta señorita fue la razón de que esa rutina desapareciera o mejor a un había más allá fuera, que tal vez pudieran darle respuesta.

No, no había forma de saber que era verdad o no solo si seguí haciendo esas preguntas su mente caería en la desesperación en la agruma de no saber lo que se volvería realidad o lo que ya era real solo le quedaba establecer este orden y en el proceso tal vez saber poco a poco de las demás posibilidades, ¿Por qué? Simple que opción tenia o respuestas que esta chica le pudiera dar su vida era ese cuarto y buscar respuestas sería imposible en solo ese pequeño lugar donde todas las paredes a un que se abrieran por un oyó no habría nada fuera.

A excepción del lugar de la chica. En ese plano solo le quedaría aceptar lo que había y compartir lo que ya sabía que opción tenia donde el único hueco donde había algo era ese que lo jalo insulto y ahora le respondía.

-¿Oye a un sigues ahí?- La chica pareció entender la pausa que tomo alguien que desconocía más allá de lo que era la realidad no sabría lidiar con lo que cargar las ideas nuevas, mucho menos si nunca se las planteo.

-Sí solo, estoy confundido tú conoces algo más de aquí o de tu cuarto.

-Desconozco todo este lugar solo sé que estoy aquí desde siempre mi rutina es cuidar unas plantas o eso creí hasta hora.

-Entiendo…

-esto es agobiante verdad.

-si lo es.

-Yo tampoco pensé ver o hablar con alguien similar a mí, ¿qué tal si compartimos lo que sabemos te parece?

-Me has leído la mente, eso suena bien-La mente de el solo quiso seguir y dejando de lado las ideas que parecían sin respuesta o unas que no se responderían pronto.




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