Los Elegidos: El brazalete de (1)

Misión camaleón

Cuando Petter llegó a la casa encontró la puerta entreabierta. Aquel refugio que alguna vez había protegido a decenas de Elegidos se hallaba deshecho. El joven atravesó el umbral y los recuerdos de la última vez que estuvo allí invadieron su mente como dagas filosas. Todavía no asimilaba del todo los acontecimientos traumáticos que había vivido en los días anteriores. La muerte de dos inocentes pesaba sobre sus hombros y sabía que ese sentimiento de culpa jamás sería borrado de su corazón. Se le hizo un nudo en la garganta cuando vio la mancha de sangre que todavía relucía sobre el piso de la sala. Pensó que dos lágrimas resbalarían por sus mejillas por lo que se apresuró a secarlas antes de que salieran siquiera de sus ojos. Entonces notó el cuadro que seguía intacto en la pared: Emilio y Noah abrazados, ambos felices y con una sonrisa cálida en el rostro. Había destruido una familia y aunque no deseaba seguir causando más daño tampoco tenía muchas opciones. La vida de su madre estaba en juego. No podía ir contra la voluntad de Rosman y exponerse a perder a la única persona que tenía en el mundo. Recordó entonces sus últimos momentos en el palacio de Nelvreska, cuando perdió los estribos y estuvo a punto de abandonar toda aquella vida para siempre. Su madre lo había encontrado rellenando sus maletas con desesperación.

"—¿Qué se supone qué estás haciendo? ¿Acaso yo críe a un cobarde, Petter? — le gritó ella. Su voz retumbó con el mismo ímpetu de siempre, aquel que podía dejar a cualquier guerrero paralizado.

—No puedo seguir con esto, no puedo. Aylen está muerta por mi culpa y Emilio... —Petter hizo una pausa porque su voz comenzaba a quebrarse—. Emilio también está muerto. No voy a seguir jugando para el bando que asesina a personas inocentes.

Vivian lo miró con indignación y sin esperar que dijera una palabra más le propinó una fuerte cachetada en el rostro. Petter se tambaleó tras el impacto y se cubrió el rostro con la mano, justo donde la mejilla comenzaba a ponerse roja. Miró a su madre con incredulidad como si no pudiera creer que acabara de golpearlo.

—Escúchame bien— lo señaló con el dedo índice—. No vas a abandonar tu misión. Sabes bien que Rosman es nuestro rey y nuestra vida depende de él. Nadie puede pensar, opinar o respirar en este mundo sin que él lo autorice. Así que no vuelvas a jugar con él de nuevo ¿entiendes? — Petter no supo qué responder, las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos sin poder evitarlo—. ¿Acaso quieres que te maten? ¿O es que quieres que me maten a mí? ¿Eso quieres?

El muchacho negó con la cabeza y sus fuerzas comenzaron a flaquear. Se dejó caer sentado sobre la cama de su habitación y tapó su rostro con ambas manos. Estaba contra la espada y la pared y no sabía qué decisión tomar. Su madre se sentó a su lado y le puso una mano en el hombro.

—Recuerda que la lealtad es lo más importante, hijo, y tú lealtad está con Rosman, no lo olvides jamás.

Todos aquellos recuerdos torturaban su memoria y venían a él en forma de pesadillas todas las noches. En ese momento, mientras veía el cuadro de un padre y un hijo felices, se preguntó nuevamente si era capaz de soportar una muerte más.

Un inocente está muerto. — Una voz familiar lo hizo sobresaltarse y salir de sus cavilaciones. Era Corazón de la Tierra que al parecer acababa de transportarse usando su sortija—. Qué bueno verte sano y salvo.

Siento haberme ido la voz de Petter sonó nerviosa. No sabía cómo justificar su desaparición sin levantar sospechas y tampoco sabía cómo disimular toda la culpa que estaba sintiendo en ese momento. Corazón de la Tierra continuaba escudriñándolo con la mirada, como si pudiera leer sus pensamientos—. La verdad todo lo que pasó me dejó en shock, no me encontraba preparado para enfrentar aquel peligro en ese momento.

Lo entiendo respondió Corazón de la Tierra—. Estaba esperando tu regreso porque sabía que tarde o temprano volverías y que no nos dejarías solos con nuestra misión. Al fin y al cabo, eres parte de nosotros ¿no es así?

Petter tragó en seco, sintió como si aquellas palabras tuvieran la intención de interrogarlo. ¿Era posible que el anciano estuviera sospechando de él? Lo miró entonces con detenimiento e intentó descubrir algún indicio sobre sus pensamientos, pero Corazón de la Tierra continuaba observándolo sin inmutarse, tan impasible como siempre.

Supongo que debes conocer el principio básico de un Elegido ¿cierto?  Petter asintió, cada vez más nervioso, pero sin atreverse a hacer preguntas—. Cuando hiciste el juramento estuviste de acuerdo en enfrentar cualquier peligro para defender la magia y a tus compañeros. Juraste que serías fiel hasta la muerte.

Por supuestoadmitió Petter—. Y no he roto mi promesa. ¿Acaso no estoy aquí en este momento? Si he vuelto es porque conozco mi deber.

Petter estaba mintiendo y eso le dolía, pero era la única manera de disipar las dudas del anciano. Corazón de la Tierra se acercó a él y lo tomo por los hombros con delicadeza. Petter se estremeció, pero intentó disimular su incomodidad. Deseó que aquel contacto físico terminara pronto, pues tenía la sospecha de que el anciano era capaz de detectar sus mentiras si se lo proponía.

Petter, nunca olvides quién eres y de dónde viene tu poder.  El joven abrió los ojos de par en par, visiblemente sorprendido—. Eres un Elegido, la magia blanca corre por tus venas. Es tu deber defender al mundo de quienes intentan destruirlo, incluso si eso significa poner en peligro tu vida y la de las personas que amas.  Petter bajó la cabeza, avergonzado. Sabía que estaba fallando en su verdadera misión, pero no era tan fuerte ni tan valiente como para volverse a enfrentar a Rosman—. Sé que esto puede sonar duro y difícil, pero es lo que eres y no se puede luchar contra lo que uno es.  Corazón de la Tierra sonrió con ternura—. No debes preocuparte ni tener miedo, ahora eres parte de un gran equipo y nunca estarás solo.



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En el texto hay: reinos, romance, poderes magia

Editado: 10.03.2024

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