Los elegidos: La ciudad de Vampiros

2

Un golpeteo resonaba en todas partes, aquel peso encima suyo era enorme, sentía un ardor recorrer todo su cuerpo, sentía el peso encima suyo mas sin embargo nada estaba ahí.

Respiró profundamente y se levanto poniéndose de pie, miro a todos lados en busca de la mujer que le había atacado, pero, no había nada mas que nieve y arboles.

— Atenea — escuchó un susurro.

Asustada comenzó a mirar a todos lados, en busca del autor de aquella voz.

— Atenea ~

Y una vez mas, se seguía repitiendo una y otra vez sin cesar, aquel sonido aturdía sus oídos y mente, sentía que aquella voz estaba dentro de su cabeza.

Colocó ambas manos encima de sus orejas tratando de callar aquel tormentoso ruido, gritando una y otra vez " ¡Basta! ".

Hasta que la voz se detuvo, quitó ambas manos con lentitud mientras que estas temblaban por el miedo y el frío.

Nuevamente aquel sonido de golpeteo comenzó a resonar en todas partes, intensificándose mas y mas. Empezó a sentir que todo se hacia pequeño con cada sonido que se escuchaba.

Se despertó de golpe respirando aceleradamente, un dolor de cabeza la invadió ocasionando que se colocará una mano en la nuca y soltara quejidos acompañados de gestos dolorosos.

— ¡Atenea!  — brincó por la impresión y dirigió su vista a la puerta. — Abre — demandó con prisa.

La joven chasqueo la lengua y con trabajo se levantó de su cama aún con el dolor de cabeza, caminó descalza tambaleándose un poco.

Abrió la puerta y miro seria a su progenitora.

— ¿Que sucede mamá? — habló mientras se recargaba en la puerta con la mano en la manija.

— Tengo unos asuntos que hacer, volveré mañana por la noche — explicó.

— ¿Mañana? — recalcó.

— Si — afirmó — ya sabes que hacer — la miro esperando a que esta le confirmara.

—¿ y se puede saber que asunto es? — cuestionó con duda y una mueca de Inocencia.

— No, te veo mañana — se despidió y salió a toda velocidad.

Atenea ya conocía bien a su madre, jamas daba explicaciones de nada, mas sin embargo no perdía nada con intentar.

Había veces en que la mayor salía durante un par de días y no volvía hasta un determinado tiempo. Y para asegurarse de que la joven no fuera a lugares donde no debería de ir, la encerraba en la casa, con llave tanto en las puertas como en las ventanas, una de las razones por las cuales las ventanas de la habitación de la menor eran fijas, sin forma de ser abiertas mas que rompiéndolas.

— Una vez mas encerrados — miró al can e hizo un puchero. — ¿deberíamos ver una película? — preguntó en voz alta dirigiéndose al can.

El resto del día paso tan lento que lo único a lo que se dedicó fue a dormir, dejando en reproducción  la película, la cual nada más miro por unos cuantos minutos antes de quedar completamente dormida.

Cada vez que la chica dormía era como si le dieran un golpe en la cabeza dejándola en coma o muerta, adoptaba una imagen que literalmente parecía decir "Estoy muerta".

Al día siguiente sucedió exactamente lo mismo, añadido unos momentos de musica y baile sin algún tipo de ritmo o gracia, haciéndola ver como todo un bufón ocasionando que esta lo pusiera como pretexto para si misma, y caer en coma nuevamente hasta noche.

Su madre llegó de madrugada y lo único que hizo fue dirigirse a su habitación con cara de fastidio y no salir hasta en la tarde.

Desayunaban tranquilas y en silencio. Atenea nuevamente no había podido dormir a causa de las pesadillas,las cuales no recordaba al despertar, la única vez en que recordó lo que soñó, fue aquella vez en que esa mujer apareció en su sueño.

— El lunes comienzas tus clases en la escuela del pueblo — soltó de repente sin alguna delicadeza o tacto.

La chica se atraganto y tomó agua para poder recuperarse por lo dicho de parte de su madre, creyendo que era una broma de muy mal gusto.

— ¿Que? — pregunto sorprendida.

— A partir del lunes asistirás a una escuela — repitió.

— ¿Una escuela de verdad? — exaltó sus ojos apuntó de salirse de sus orbes por la impresión ya que seguía sin creerlo del todo.

— Si — dijo sin alguna expresión.

—¿Por que de pronto tu...?— dudó al preguntar.

— Si no quieres por mi esta bien — interrumpió.

— No, no, no, no — agitó ambas manos y sacudió su cabeza en forma de negación. — Si quiero —  Afirmo con felicidad.

Después del desayuno su madre no hablo mas del tema y Atenea prefirió no preguntar mas ya que su madre podría arrepentirse.

Esa seria la primera vez en que ella conocería al mundo, a otras personas y poder ver edificios y construcciones, ya no mas atrás vez de aquella pequeña pantalla.

Brincaba de felicidad y daba vueltas en su cama sin poder pegar el ojo ni una sola vez, esperaba con ansias el Lunes, pasando por alto la verdadera razón por la cual se le había permitido salir después de 19 años.

 




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