Los elegidos: La ciudad de Vampiros

6

— ¿Ustedes se conocen? — cuestionó con curiosidad otro joven cuyas facciones del rostro eran demasiado tiernas, su cabello alborotado le daba un aura rebelde pero la ternura en su rostro podía mas, sus ojos tenían un pequeño destello, sus labios eran delgados y su nariz fina, tés clara y de torso medio, con una sonrisa encantadora.

— No — dijeron al mismo tiempo de forma desinteresada el uno por el otro.

— Un gusto soy Amon Volkov — se presento y extendió su mano en espera del apretón de manos obstaculizando la visión de Astaroth. Atenea le correspondió y le dedico una leve sonrisa.

— ¿Y tu de donde vienes? — cuestionó con simpleza, pero dicha pregunta puso nerviosa a la chica

—¿cómo? —

— ¡Señorita Han!...

>> Que es Atenea~ <<

— Guarde silencio o me veré en la necesidad de mandarle a la oficina del rector — amenazó. La chica asintió con la cabeza y se mantuvo callada, mas en cambio Amon río por lo bajo y mantuvo una pequeña sonrisa sínica.

La clase de la loba parecía pasar con demasiada lentitud, todos en la clase estaban distraídos en otras cosas y nadie le prestaba atención a la mayor, para los jóvenes (sin excluir a la chica nueva), la clase de derecho era todo un martirio, contaban los minutos y segundos para que el cambio de módulo se hiciera presente y aquella mujer desapareciera de sus vistas.

La campana resonó en toda la escuela anunciando el cambio de módulo, sin espera de alguna respuesta los estudiantes tomaron sus mochilas, se colocaron las batas y salieron a toda prisa del salón de clases, lo cual desconcertó a Atenea, la cual miraba a todos lados en busca de alguna respuesta.

— ¿Que haces?.... Hay que apresurarnos — tomó su brazo y le hizo caminar fuera del salón, demasiados alumnos en los pasillos, abrían y cerraban sus casilleros, caminaban y charlaban entre ellos. Asher le hizo caminar hasta a lo que era por obviedad un laboratorio de ciencias.

— Yo no traigo bata — se detuvo antes de entrar al ver que todos a excepción de ella llevaban puestas sus batas de laboratorio.

—¡Ay!  Solo entra, el profesor Franco te dará una — río y le hizo entrar al laboratorio.

El lugar era como el típico laboratorio de una escuela, regaderas en caso de algún accidente de incendio, bancos demasiados altos al igual que las mesas blancas, las cuales eran de un ancho considerable, eran al rededor de unas 6 colocadas de par en par, en ellas se podían colocar al rededor de 8 alumnos, la pizarra blanca en el frente, las tarjas y varias pipetas, embudos y matraces.

Asher se colocó en la primera mesa junto a la ventana, con la vista en el frente, Atenea le imitó.  Los demás alumnos tomaron asiento en sus respectivos lugares y esperaron a que el profesor hiciera acto de presencia.

Al cabo de unos minutos un hombre de traje entro al laboratorio, llevaba un maletín en mano y portaba lentes, el mayor era muy bien parecido e incluso se podría decir que se veía demasiado joven para ser un docente, aunque aquel peinado que llevaba era un tanto ridículo, era como un estilo Benito Juarez y esos zapatos de abuelo daban a conocer su mal gusto por la moda. Caminó hacia su respectivo lugar y colocó el maletín encima del escritorio, todos estaban en completo silencio y ninguno hacia nada mas que observar cada acción por parte del mayor.

— Buenos días — saludó mientras caminaba al centro para poder mirar a todos los presentes. Como respuesta los alumnos saludaron e hicieron un pequeño juego con sus manos; ambas palmas pegaron sobre la mesa y después estas aplaudieron, chasquearon los dedos y por ultimo coordinaron una frase con tanto entusiasmo "Somos el futuro".

Por supuesto,la única que no realizo aquel juego fue la pelinegra quien solo les miro con rareza y río al ver aquella escena tan peculiar.

El profesor de química al principio de año les hizo memorizar aquel juego y aquella frase,ya que para él,el que sus alumnos estuvieran motivados, significaba un buen aprendizaje.

Como era de esperarse, Atenea llamó la atención del profesor al este percatarse de que una alumna no portaba su bata de laboratorio, dirigiéndose hacia ella y hablando de manera amable.

— ¿Cúal es su nombre? — sonrió y todos prestaron atención a ambos.

— Atenea Han ,pero me gusta que me llamen Atenea, hoy es mi primer día — se presentó y sonrió amble.

— Bueno, Atenea, es un gusto — dió la vuelta y se dirigió a unos casilleros ubicados aun lado de su escritorio, abrió el mismo y tomó una bata de laboratorio muy bien planchada y doblada, caminó de regreso y la extendió a la chica para que esta la tomará — Esta prohibido entrar al laboratorio sin el equipo obligatorio, por favor colóquese la bata — la chica tomó la bata con pena y agradeció en voz baja.

Las clases continuaron, cada una mas interesante que otra, Atenea empezó a presentarse sin tanta vergüenza como al inicio, ya que incluso aparte de la imperativa Asher, ella ya había hecho nuevos amigos, los chicos de la clase parecían estar interesados en ella y eso le agradaba.

En el receso ambas chicas se dirigieron al jardín de la escuela para poder disfrutar de un momento tranquilo, algo que Atenea amaba. 
Tomaron asiento en el verdoso pasto y colocaron ambas palmas de sus manos a un costado para poder sostenerse, miraron al hermoso cielo azul que era acompañado por el resplandor del sol, el cual golpeo fuertemente sus ojos cafés y les hizo tallarse estos con insistencia, ardieron como nunca antes lo habían sentido, lo cual las desconcertó. Atenea sabia que era sensible al sol ya que ella creía que era algún problema ocular pero jamas había sentido ese tipo de ardor.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.