Los elegidos: La ciudad de Vampiros

14

La noche era fría y oscura.
Ya habían pasado dos días desde aquella plática con su madre y la madre de Amon. Y Atenea aún no lograba conectar todos los puntos para poder sacar una respuesta a todas las preguntas que rondaban por su mente.

— ¿Debería hablar con él?— preguntó con la mirada perdida en el techo de la biblioteca.

Gruñó debido a la molestia e hizo un pequeño berrinche rodando por el suelo como balón.

— Mañana al fin se reanudarán las clases, puedo acercarme y hablar con él, pero ¿No será muy raro el acercarme así como si nada y decirle "Hey Amon! Creo que tú y yo somos parte de alguna clase de Clan de cazadores de sobrenaturales! O decirle " O puede que tú y yo seamos los sobrenaturales" no lo crees? — el fuerte golpe resonó por toda la biblioteca al mismo en que la chica se quejaba debido al golpe que ella misma se había propinado en la frente — ¿Por qué no puedo encontrar una respuesta menos estúpida que esas?

Nuevamente la chica se pasó toda la noche en la biblioteca leyendo nuevamente los libros como si con su vida dependiera de ello.

— Si ya no quieres ir al instituto por mi está bien — la voz de su madre la sorprendió tanto que soltó un grito del susto.

— ¿Como dices?

— Digo que vas tarde a clases Atenea. Ser impuntual es algo que se te da muy bien, pero si no tienes un poco de responsabili-

Cayó al ver qué la chica ya no se encontraba sentada en el escritorio sino que estaba detrás de ella,  ya estaba vestida y con mochila en el hombro en espera de que la mayor la llevará al instituto.

— No volverá a pasar, lo digo en verdad.

— Recuerda no usar tus habilidades frente a los demás — Le dijo con seriedad dado a qué Atenea no era la persona más cuidadosa del mundo.

— Estamos en casa nadie puede verme — dijo sonriendo de forma inocente.

Al cabo de unos minutos llegó al instituto nuevamente dejando a su madre en el auto sin decirle ni una palabra justo como ya se le había hecho costumbre.

Caminó rápido como toda persona normal yendo tarde a clases.

Entró al salón 30A sin antes anunciar su llegada interrumpiendo al docente, ganándose la mirada de todos.

— Yo.... Yo lamento la interrupción.

— Señorita Atenea, se que es nueva en el instituto pero ya lleva aquí más de un mes, será mejor que está sea la única vez que interrumpe de esta manera tan descortés — Recriminó el Docente.

— Lo será, disculpe — avergonzada caminó cubriendo su rostro con una mano intentando no ser más en centro de atención, se sentó junto a Asher y le sonrió con timidez.

— No te veo en dos días y ya eres todo un desastre — dijo la castaña sonriendo con diversión.

— Solo llegué tarde

Asher sacó el espejo de su bolsillo y lo colocó justo enfrente de la cara de su amiga la cual se sorprendió al ver el nido que tenía como cabello.

— No puede ser — dijo maldiciendo por lo bajo.

— ¿Se puede saber que te está pasando? últimamente andas muy rara, bueno más de lo normal.

— No es nada, solo no he dormido bien.

Atenea desvió la mirada al sentir que alguien la observaba, volteo y para su sorpresa era Amon. Al ver qué lo había notado desvió la mirada y simuló prestar atención a clase.

— Pff, raro — comentó para si misma.

Al cabo de varias horas todo parecía ir como de costumbre. Las clases eran interesantes a parecer de la chica y aunque escuchar tanto ruido a su alrededor aún era un martirio, seguía creyendo que era mejor que seguir en el bosque apartada de todos.

— Voy hablar con él— dijo decidida desconcertado a su amiga.

— ¿Con quién?

— Si lo haré justo ahora — se armó de valor y caminó hacia el lugar donde se encontraba sentado Amon el cual como era de esperarse estaba acompañado por su más grande martirio; Astaroth.

— Hey bruja ¿Que tal todo?

La chica rodó los ojos molesta y le miró directamente.

— Necesitamos hablar.

— Esperen — interrumpió Astaroth — ¿Hay algo entre ustedes?.

— Si

— No!

Ambos se miraron desafiantes. Atenea entendía que Amon era bromista pero no tenía humor para ello.

— Wow! En verdad tienes algo con Amon y no me lo contaste Atenea. Que mala amiga — comentó indignada Asher quien se había acercado tras la repentina escena que estaban armando los dos chicos.

— No es así. Solo necesitamos discutir algunas cosas.

— Así es — dijo Amon dándole un poco de espacio a Atenea para relajarse de aquella situación tan incómoda — si nos permiten nosotros iremos a tratar nuestros asuntos pendientes.

Sin previo aviso tomó de la mano a Atenea y la obligó a caminar fuera del salón. Todos quedaron atónitos por ello y en cuestión de segundos el salón fue invadido por voces y gritos de insinuaciones con respecto a ambos.

Mientras tanto Asher y Astaroth los miraban molestos e indignados.




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